La Secretaría de Educación Pública (SEP) desembolsó 87 millones 578 mil 400 pesos para la adquisición de 4 millones 320 mil libros de la colección Paulo Freire, que serán entregados a las bibliotecas de escuelas de educación básica públicas.
Se trata de una adjudicación directa a Siglo XXI Editores, S.A. de C.V. para la compra de 18 títulos entre los que destacan Pedagogía del oprimido, Pedagogía de la indignación, El grito manso, Miedo y osadía, Pedagogía de la esperanza y Política y educación, por mencionar algunos.
El contrato DGRMyS-DGME- ADCA-001-2024, que está firmado por el director de Materiales Educativos de la SEP, Marx Arriaga Navarro, así como por el director editorial de Siglo XXI Editores, Alejandro Portilla de Buen, tiene una vigencia hasta el 31 de diciembre de 2024 y especifica que de cada título la dependencia que dirige Leticia Ramírez Amaya adquirió 240 mil ejemplares.
En el contrato se indica que la colección adquirida por la SEP “se integrará con el propósito de enriquecer los recursos disponibles para la comunidad educativa de educación básica”.
En el contrato se indica que la colección adquirida por la SEP “se integrará con el propósito de enriquecer los recursos disponibles para la comunidad educativa de educación básica”.
En las especificaciones técnicas del contrato se señala que “esta colección se integrará con el propósito de enriquecer los recursos disponibles para la comunidad educativa de educación básica”.
Agrega que lo que se busca con esos ejemplares es colocar al libro y a la lectura en el centro de la comunidad mediante el uso y aprovechamiento de materiales educativos diversos como fuentes de información, conocimiento y desarrollo.
“De esta forma, se promoverá la formación de lectores en las comunidades educativas y se contribuirá a la Estrategia Nacional de Lectura”, añade.
Pedagogo y filósofo brasileño, Freire tuvo una orientación marxista y fue un defensor de la pedagogía crítica. En uno de sus trabajos más destacados, Pedagogía del oprimido, propone una pedagogía con una nueva forma de relación entre maestro-estudiante y entre sujetos sociales.
“¿Por qué no dotar a las bibliotecas de las escuelas que se están muriendo con material que realmente les sirva a los niños y a los docentes. Entiendo que Paulo Freire significa un referente en la pedagogía de América Latina, pero no puede ser que todo se centre en sus materiales, cuando además es un autor que ya lleva mucho tiempo existiendo entre los estudiantes de las normales”, dice Alma Maldonado, investigadora del Centro de Investigación y de Estudios Avanzados del Instituto Politécnico Nacional (Cinvestav).
Consultada por EL UNIVERSAL, la especialista en temas educativos señala: “Si es tan democrático, Marx Arriaga, ¿por qué no hace una consulta entre los maestros y las maestras para saber qué materiales realmente querrían en las bibliotecas de las escuelas? No se atrevería a eso, pero estoy segura que si realizara esa consulta, los materiales que resultarían serían otros, porque las necesidades de las escuelas son otras”.
Dice que Arriaga Navarro “no deja de ser polémico hasta los últimos días de su encargo al tomar decisiones polémicas y discutibles en términos educativos. Freire se dedicó fundamentalmente a la educación de los adultos y en ese sentido pierde mucha relevancia respecto a lo que se necesitaría tener hoy en las escuelas para los maestros o los estudiantes de educación básica”.
Para Marco Fernández, coordinador de Anticorrupción y Educación de la organización civil México Evalúa e investigador en la Escuela de Gobierno del Tecnológico de Monterrey, uno de los grandes problemas del aprendizaje en las aulas es la falta de capacitación de los docentes “y eso no se va a resolver leyendo a Freire”, acota.
Menciona que eso se resuelve invirtiendo en el magisterio para que puedan hacer prácticas más atractivas en el aula, para fomentar la curiosidad intelectual y la comprensión lectora, para poder desarrollar con más eficacia el uso de las matemáticas, para la resolución de problemas o incluso para que a partir de ciertos conceptos matemáticos puedan entender aspectos de la realidad como pretende la Nueva Escuela Mexicana que impulsa la SEP.
Sobre Arriaga Navarro, Fernández comenta que “el señor es un bravucón que tiene nulos conocimientos de pedagogía y nulo interés en mejorar el aprendizaje; todo lo ve bajo el prisma ideológico de clase. Por eso es esta idea de los oprimidos y el neoliberalismo, que sólo retratan la ignorancia para poder establecer una estrategia más eficaz que permita a los profesores enseñar con mayor claridad, desarrollar la creatividad de los chicos para que a través del pensamiento crítico, comprendan lo que lean”.
Y es que enfatiza que actualmente es una realidad que una gran mayoría de los estudiantes no comprenden lo que leen, y que los profesores no han logrado que sus alumnos tengan los conocimientos matemáticos suficientes para la resolución de problemas que hayan desarrollado el pensamiento científico.
“No es la primera vez que se distribuyen libros en los distintos sexenios y a pesar de eso, ¿cómo va nuestro récord de acuerdo a las encuestas del Inegi al hábito de la lectura? Insisto: no es por falta de libros, no es porque no hayan distribuido libros en el pasado, sino porque no estamos haciendo los cursos de capacitación para fomentar estos aspectos básicos en los propios docentes y que lo puedan transmitir de manera dinámica, atractiva, para el aprendizaje de sus estudiantes”, enfatiza.
El especialista Fernando Ruiz Ruiz destaca que este sexenio que “ha planteado de manera discursiva la importancia de ejercer los recursos de forma austera y cuidadosa, hace una compra cuantiosa de libros de un sólo autor, sin importarle que las colecciones de libros que están destinados a las bibliotecas escolares, se ha ido reduciendo en esta administración”.
Asegura que hoy en día existe un déficit importante en materiales para las escuelas, especialmente para las instituciones rurales y para las que tienen que atender a niños con capacidades diferentes.
“Sabemos que existe un déficit tremendo en los libros y materiales que tienen que usar aquellos estudiantes que padecen alguna discapacidad auditiva o visual, y siempre son los que terminan no teniendo los materiales a su alcance, o los libros que tienen que inscribirse en lenguas indígenas, que también es un déficit enorme que tenemos ahí. Antes de haber comprado una colección de libros, la SEP debió terminar con ese déficit que tenemos actualmente”, destaca.
EL UNIVERSAL