En un impactante giro de los eventos, las autoridades del estado de Sonora llevaron a cabo dos operativos que revelaron un inquietante fenómeno: niños sicarios de apenas 11 a 13 años fueron detenidos por su presunta participación en actividades del crimen organizado. Este caso ha puesto el foco en una creciente problemática en México, donde los cárteles de la droga están reclutando a menores para ejecutar sus crímenes más atroces.
Fue el pasado 7 de agosto cuando la Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena) y la Guardia Nacional (GN) detuvieron a 19 personas durante un operativo en el municipio de Santa Ana en Sonora. De los detenidos, cuatro eran menores de edad, quienes, según las autoridades, habían sido reclutados por grupos criminales para actuar como sicarios.
El segundo operativo, llevado a cabo el 11 de agosto en el municipio de Átil, Sonora, reveló una situación similar. Tres menores más, de entre 11 y 13 años, fueron arrestados por las fuerzas de seguridad. Se presume que estos niños habían sido reclutados por células criminales para cumplir roles violentos y peligrosos dentro del crimen organizado.
Estos operativos han dejado al descubierto la brutal realidad que se vive en diferentes zonas del país, donde los cárteles utilizan a niños para llevar a cabo tareas delictivas, desde robos hasta asesinatos, lo que ha generado un profundo debate sobre la responsabilidad de los padres y la falta de protección hacia los menores.
Niños reclutados por el crimen organizado
El fenómeno del reclutamiento de menores no es nuevo pero cada vez se hace más visible. Los cárteles se aprovechan de la vulnerabilidad y pobreza de las comunidades, y utilizan el poder de la intimidación y el dinero para atraer a niños a sus filas. Estos menores, que deberían estar en la escuela o jugando, son expuestos a la violencia desde una edad temprana, obligándolos a participar en actividades criminales bajo amenazas o promesas de una vida mejor.
A menudo, estos niños provienen de entornos desestructurados, donde la falta de supervisión parental y la ausencia de oportunidades los hacen presas fáciles para los grupos criminales. La seducción del dinero fácil y el poder que aparentemente otorgan los cárteles son factores determinantes para que estos menores caigan en las redes del crimen.