En medio del caos y la violencia que envuelve a Culiacán, una historia humana resuena con fuerza. Juan Carlos Sánchez Palacios, un hombre de 34 años, fue asesinado el pasado 21 de septiembre durante un operativo de las fuerzas de seguridad que buscaba detener a Jorge Humberto Figueroa, alias El 27, jefe de seguridad de Los Chapitos. Sin embargo, la tragedia no radica solo en la muerte de Juan Carlos, sino en las circunstancias que rodearon su fallecimiento: intentaba salvar a su bebé y a su esposa del gas lacrimógeno cuando fue abatido por las autoridades.
Los informes oficiales calificaron a Juan Carlos como uno de los “civiles agresores” abatidos durante el enfrentamiento. Sin embargo, sus familiares y amigos desmienten categóricamente estas acusaciones, afirmando que Juan Carlos no era un sicario, sino un hombre trabajador que luchaba por su familia hasta el último momento.
El trágico desenlace en Tres Ríos
El operativo de las fuerzas armadas, desarrollado en el sector Tres Ríos de Culiacán, buscaba capturar a un alto mando del cártel de Los Chapitos. Según el gobernador de Sinaloa, Rubén Rocha Moya, el enfrentamiento dejó un saldo de tres sicarios muertos, uno detenido y dos soldados heridos. No obstante, en medio de los tiroteos y detonaciones, Juan Carlos Sánchez Palacios fue asesinado mientras intentaba evacuar su hogar, afectado por el gas lacrimógeno.
“Mi hermano salió de la casa porque su esposa y su hija, de apenas 8 meses, no podían respirar por el gas”, relató Rafael Sánchez, hermano de la víctima, a medios locales. Juan Carlos salió en busca de ayuda y fue abatido a sangre fría, afirman sus allegados.
La verdad detrás de las acusaciones
Las autoridades, en su versión inicial, lo incluyeron en el grupo de agresores. Sin embargo, sus familiares y vecinos iniciaron una campaña en redes sociales con el hashtag #JusticiaParaJuanCarlos, exigiendo que se limpie su nombre. Señalan que Juan Carlos no tenía ninguna relación con el crimen organizado y dejan en claro que su único error fue haber estado en el lugar equivocado, intentando proteger a su familia.
En imágenes difundidas en redes sociales, se puede ver a la esposa y a la hija de Juan Carlos siendo rescatadas por las fuerzas de seguridad, lo que confirma que la familia estaba en medio del operativo, a pesar de ser ajenos a la situación criminal. “Juan Carlos no era un sicario, era un hombre que solo buscaba salvar a su familia”, reza uno de los mensajes que ha recorrido las plataformas sociales.
El impacto de la violencia en Culiacán
El caso de Juan Carlos es solo uno de los muchos que reflejan cómo la violencia entre los cárteles y las fuerzas de seguridad afecta a las familias inocentes. La ciudad de Culiacán ha sido epicentro de una ola de enfrentamientos y bloqueos que han paralizado la vida cotidiana, dejando a la población en un estado de constante miedo e incertidumbre.
Desde la captura de Ismael El Mayo Zambada, las facciones del Cártel de Sinaloa —Los Chapitos y La Mayiza— han intensificado su guerra por el control del territorio. Esta disputa no solo ha incrementado los niveles de violencia, sino que ha impactado directamente a la población civil, que queda atrapada en medio de los tiroteos, como fue el caso de Juan Carlos y su familia.
¿Habrá justicia para Juan Carlos?
Hasta el momento, ni la Fiscalía General del Estado de Sinaloa ni la Fiscalía General de la República se han pronunciado sobre el caso de Juan Carlos. La familia de la víctima exige que se reconozca su inocencia y se realice una investigación exhaustiva sobre los hechos.
El nombre de Juan Carlos Sánchez Palacios se suma a la larga lista de víctimas de una guerra que parece no tener fin en Sinaloa. Sus seres queridos no cesarán en su lucha por limpiar su nombre y obtener justicia, mientras la comunidad sigue observando cómo las calles de su ciudad se llenan de violencia e impunidad.