CRACOVIA, Polonia. (EFE).- La católica Polonia dio hoy una calurosa bienvenida al papa Francisco a su llegada a Cracovia, a pesar de que en el corazón de muchos ciudadanos el papa sigue siendo el polaco Juan Pablo II y de que algunos sectores de la Iglesia local criticaron en el pasado al pontífice argentino por su aperturismo.
Varios cientos de fieles recibieron al pontífice a su llegada al aeropuerto de Balice y otros tantos aclamaron a Bergoglio en su camino al castillo-catedral de Wawel, donde el presidente de Polonia, Andrzej Duda, agradeció a Francisco su primera visita al país centroeuropeo, una de las naciones más católicas del mundo con más del 90 % de su población bautizada.
“Estamos muy felices de que el papa Francisco esté en Polonia, para mí es una persona que encarna la renovación que la Iglesia necesita“, aseguró a Efe una joven peregrina polaca, Dorota, quien llevaba adheridas a su mochila varias imágenes de Juan Pablo II.
Para la periodista Agnieszka Otowska, del semanario católico polaco “Gosc Niedziely“, es normal que gran parte de la sociedad polaca siga considerando a Juan Pablo II, nacido en Polonia, como “su papa“, pero la juventud también aprecia que la apertura de Francisco puede llegar a la gente de una manera más directa, gracias a su discurso más actual.
“Los polacos se alegran de que este papa haya reunido en Cracovia juventud de todo el mundo, que se encuentra aquí unida por los valores de amor, solidaridad y fe“, afirmó a Efe esta periodista.
Aunque nadie quiera recordar hoy las críticas que la Iglesia polaca ha hecho a Francisco en el pasado, lo cierto es que su aperturismo ha provocado resistencias en los sectores más conservadores de la jerarquía eclesiástica polaca.
Es un secreto a voces que la Iglesia de Polonia se mantiene dividida a la hora de valorar al papa argentino, confundida en algunos casos ante unos aires de modernidad que cree que pueden poner en riesgo los fundamentos conquistados tras años de lucha contra el comunismo.
El presidente de la Conferencia Episcopal polaca, Stanislaw Gadecki, advertía en marzo de 2014 de que “poner en práctica el estilo del papa Francisco puede resultar un problema difícil para nuestra Iglesia” y comentaba tras un encuentro con el pontífice que “el Santo Padre parece tener cierta debilidad por los laicos.”
Gadecki también criticó a Francisco por haber realizado los ejercicios espirituales de Cuaresma fuera del Vaticano, en el suburbio de Ariccia.
Cuando la prensa le preguntó si poner en práctica ese estilo de Francisco podría ser difícil para la Iglesia polaca, monseñor Gadecki hizo referencia a las diferencias culturales entre América Latina y Polonia.
Su predecesor, Jozef Michailik, llegaba más lejos cuando y afirmaba que “la ideología de género, la estabilidad del matrimonio y la cultura del aborto” son los grandes peligros que enfrenta la Iglesia, y acusaba a Francisco de no poner estos temas en el centro de sus preocupaciones pastorales.
Algunos obispos han reconocido esta distancia con el argentino, como el cardenal Kazimierz Nycz, arzobispo de Varsovia, quien en una reciente entrevista aseguró que el mensaje del pontífice es más aplaudido por los laicos que por el clero católico.
Hoy, con su habitual estilo directo, el papa Francisco no tuvo reparos en abordar un tema complejo en Polonia, el de los refugiados, y en su primer discurso en Cracovia ante las autoridades polacas pidió al país que se muestre “disponible” para acoger a los inmigrantes, “aquellos que huyen de las guerras y el hambre.”
En su discurso, Francisco también exhortó a las autoridades políticas “al respeto de la identidad propia y de los demás porque no puede haber diálogo si cada uno no parte de su propia identidad“, unas palabras que llegan el mismo día en el que la Comisión Europea ha afirmado que en Polonia existe “amenaza sistémica” al Estado de derecho tras las reformas emprendidas por el Gobierno.