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Desde las cinco de la mañana comienza el movimiento de autobuses y taxis colectivos de diferentes rutas. Son muchos los madrugadores que forman filas de hasta 40 personas por las calles del Centro de Mérida.
Sobre el callejón de la calle 65, frente al Parque Eulogio Rosado, se encuentran las rutas Premier Alemán – Pinos, Brisas 1, Alemán Ruta 1 y Alemán Ruta 2, de la concesionaria rápidos de Mérida.
Hacia las 6:40 horas, las filas que se observan tienen por lo menos 20 personas. La de Alemán Ruta 2 sobresale. Son aproximadamente 60 los hombres y mujeres que se apiñan con gestos de impaciencia mientras se acomodan los audífonos, revisan el celular o consultan el reloj nerviosamente. A las 6:51 parte un autobús repleto, que recuerda a las escenas de transporte que el cine y los reportajes televisivos nos muestran de la India. A las 6:58 arriba otro, que se llena en menos de un minuto pero espera en su lugar hasta las 7:04, por si algún usuario quisiera formar parte, cual pieza de Tetris, de la masa homogénea que ocupa los asientos, pasillo y escalones del camión.
Cuando nadie se anima, el autobús parte dejando a 20 personas con el cabello y las uñas alborotadas ante la eterna espera de otra unidad y el corto tiempo que les separa de un retardo o un regaño en sus centros de trabajo, hogares o escuelas. Generalmente los camiones se movilizan cada 10 minutos.
Precisamente es a este último destino a donde se dirigen con mayor frecuencia los usuarios. De tres entrevistados en la zona, dos son estudiantes y el tercero es albañil. Además de dirigirse al Campus de Ciencias Sociales, Económico-Administrativas y Humanidades, de la Universidad Autónoma de Yucatán (UADY), los jóvenes tienen en común su opinión del transporte.
Tanto Teresa Harvis, de la Facultad de Derecho, como Andrea Pacheco, de Ciencias Antropológicas, coinciden en que el servicio es deficiente, lento, inseguro por el estado en que se encuentran las unidades, y caro. Ambas destinan entre una hora y media hasta dos para trasladarse de sus casas a sus escuelas. De igual forma, las dos expresan que los estudiantes de la universidad requieren que las autoridades gestionen un mejor servicio. Andrea compartió que ha utilizado Uber y gasta aproximadamente 100 pesos en los viajes, por lo que esa tampoco es una opción. Por ello considera necesario que se implementen mejoras en el sistema de transporte.
Julio Cox, albañil, fue el tercer usuario de Alemán Ruta 2 y para él, todo está bien. Se toma aproximadamente 45 minutos en el transporte para acudir a su trabajo desde su casa. “No hay ningún problema”, responde.
Un panorama similar se observó en el caso de las rutas 52 Norte Gran Plaza, 52 Norte Villas La Hacienda, Santa Getrudis Copó y Línea Calle 20, ubicadas en la calle 56. Allí, de cuatro personas entrevistadas, tres expresaron que se requieren más unidades, puesto que aparentemente la demanda ya superó la oferta, o al menos así lo creen algunos de los ciudadanos que esperan a lo largo de una fila de cerca de 50 personas que parece no tener fin, en tanto comienza sobre la calle 56 y rodea la esquina hasta terminar en la calle 57.
En esa zona los autobuses también se llenan en un minuto y permanecen un tiempo detenidos, como una serpiente que acaba de engullir una presa especialmente gorda. Tras el lapso de reposo, despegan del paradero dejando una larga cola de usuarios atrás. Según se observó, las unidades arriban cada 10 minutos en promedio.
Yuli Várguez, cocinera; Edgar Chalé, auxiliar administrativo y Freddy Oxté, repostero, señalaron la importancia de contar con un sistema de transporte eficiente, en tanto las largas filas de espera y las condiciones de las unidades retrasan sus actividades. Los tres hicieron llamados a las autoridades para solucionar las problemáticas. Edgar Chalé enfatizó: “Que se hagan los estudios pertinentes para que la oferta y demanda sean beneficiosas para el usuario”.
Sin embargo, Silvia Chin, estilista, opinó que el servicio es bueno por el costo que tiene. Comentó que ella es de Motul, diariamente toma dos horas y 20 pesos para llegar de su hogar a su trabajo, pero le parece que el servicio es fluido y bueno.
Los comentarios de Silvia provocaron la sonrisa socarrona de quienes ocupaban la fila detrás de ella, mientras revisaban la hora en sus dispositivos móviles y secándose el sudor con las manos también sudadas y cansadas de sostener bultos, bolsas o carteras.
En total, de nueve personas entrevistadas, dos dieron opiniones positivas y las restantes, calificaron de ineficiente, lento, inseguro y caro el transporte público.
Los coordinadores de ruta
A este respecto, los jefes de ruta responden que es normal que los usuarios se quejen. Juan de Dios Cauich, coordinador de Ruta de Modernos y Ruta 52 Norte, señala que tanto él como los conductores tratan de explicar a los usuarios los problemas que enfrentan en su oficio: “Algunos lo entienden, algunos no, pero así es el sistema. Por más que queramos cambiarlo, a veces es demasiada la gente que hay. Pido comprensión, que entiendan que a veces no es nuestra culpa, a veces se echa a perder un camión, o choca, por eso también a veces se atrasan los camiones”.
Entre tanto, Manuel Lara, jefe de personal de la línea Rápidos de Mérida, recalca que el usuario está en todo su derecho de quejarse, pero debe ver más allá: “Lo que pasa es que muchas veces la gente no se fija de lo que hay atrás. Nosotros tratamos de dar el servicio lo mejor que se pueda con las unidades que nos han asignado”. Añade que actualmente su línea planea implementar más unidades durante las horas pico: de 7 a 9 en la mañana y de 4 a 7 en la tarde. Sin embargo, aún no sabe cuál es el estatus de la gestión ni si se concretará pronto.
Lara habla sobre los nuevos servicios de transporte, recién implementados en Mérida y se pronuncia a favor: Definitivamente es algo bueno para la gente, así tienen para escoger cómo quieren viajar. Todos tienen derecho a trabajar y a buscar; es bueno que se abran otras opciones para que nosotros también podamos mejorar”, subraya. Para Manuel, los nuevos modelos permiten realizar mejoras en el sistema de transporte público.
Tanto Manuel como Juan de Dios detallaron que sus respectivas líneas brindan mantenimiento periódicamente a las unidades, generalmente de manera mensual; Rápidos de Mérida, mediante un programa para verificar la seguridad de las llantas, Modernos y 52 Norte para capacitar a los conductores en el trato con los usuario.
Cerca del sitio donde Manuel Lara echa raíz para coordinar las unidades del callejón de la 65, está sentado en una silla de plástico un inspector del Sistema Integral del Transporte Urbano (SITUR). Si bien permaneció casi media hora sentado, en cuanto notó que se entrevistaba a usuarios y al coordinador de la línea, decidió estirar las piernas y platicar con cada chofer de las unidades que llegaban y salían.
Al solicitársele una entrevista sobre su parecer ante las quejas y sugerencias de los usuarios, sin perder nunca la enorme sonrisa, destaca que está ocupado trabajando y que solamente en la Dirección de Transporte del Estado (DTEY) o en las oficinas del SITUR podrán contestar preguntas. Fuente: La Jornada Maya