Noticias de Yucatán.
En menos de un mes, Christian Prado recibió dos pésimas noticias. Primero se enteró que el trasplante que ya tenía programado se tendría que posponer. La crisis sanitaria por covid-19 cortó de tajo el sueño de recibir un riñón de su padre, cuando le notificaron que el Centro Nacional de Trasplantes de México (CENATRA) suspendió las cirugías hasta nuevo aviso, debido a la pandemia.
La segunda mala noticia que recibió el joven de 16 años de edad fue cuando dio positivo a la prueba de coronavirus y tuvo que ser intubado de emergencia.
El de Christian no es un caso único. En México hay 23 mil 477 pacientes en espera de un trasplante; sin embargo, para esos miles de pacientes el camino ahora es aún más largo.
El plan original indicaba que en los primeros días de abril, Christian recibiría un riñón donado por su padre. La cita ya estaba programada. Sólo era cuestión de asistir a una valoración previa, para luego ser canalizado a cirugía. Pero el pasado 1 de abril, un día después de que el Consejo de Salubridad General anunció que México entraba en emergencia sanitaria, el Hospital Infantil de México y las demás instituciones públicas y privadas suspendieron los trasplantes en la cuarentena.
Desde ese 1 de abril, los médicos que realizaban trasplantes en el país se unieron a la primera línea de batalla contra la covid-19, por lo que resulta casi imposible realizar estas cirugías durante la pandemia, tanto por la falta de especialistas, como por el alto riesgo de contagio, explica José André Madrigal Bustamante, director del Registro Nacional de Trasplantes del CENATRA, en entrevista conChilango.
Aunque hasta ahora no hay evidencia de la transmisión del virus SARS-CoV-2, causante de covid-19, a través de los trasplantes, la Secretaría de Salud instruyó de manera temporal la suspensión de esas cirugías durante la cuarentena, aclara José André Madrigal, también especialista en Medicina Interna.
Esta política de prevención impactó la vida de la familia Prado, que desde hace año y medio estaba ilusionada con la cirugía, pues, por fin, la salud y calidad de vida de Christian mejorarían, luego de luchar por más de siete años contra la insuficiencia renal, padecimiento que le destrozó uno de los riñones y que le dejó el otro al 20% de su funcionamiento. “Cada día que pasa, va perdiendo más (capacidad renal)”, confiesa Luis Prado, padre del menor.
Luego de haber estado intubado por 20 días, desde finales de abril hasta mediados de mayo, Christian superó la covid-19, por lo que ahora permanece a la espera del riñón de su padre, quien a sus 42 años hace todo lo posible para que su hijo sea feliz, pase lo que pase.
Actualmente, los insumos, materiales y recursos económicos etiquetados para realizar trasplantes en la cuarentena fueron destinados para atender la pandemia y aún no se sabe cuándo vaya a terminar la emergencia sanitaria, confiesa José André Madrigal, uno de los médicos detrás de la logística y supervisión de los trasplantes en el país.
La contingencia no sólo ha provocado que la espera para poder acceder a un trasplante sea más larga, también ha complicado el panorama económico para muchos pacientes, pues el virus los ha orillado a tomar medidas de protección adicionales.
José Luis Jordán Fuentes lleva esperando más de seis años por un trasplante de riñón, pero, a diferencia de Christian, él todavía no consigue un donador, por lo que, aunque termine la pandemia y se levante la emergencia sanitaria, este otro joven de 16 años seguirá esperando, al igual que su hermana mayor, Jania, quien también padece insuficiencia renal, provocada por el Síndrome de Alport, una enfermedad genética que afecta riñones, oídos y ojos.
Mientras esperan por ser beneficiarios de trasplantes en la cuarentena, los hermanos Jordán deben acudir cada tercer día al Hospital Infantil de México Federico Gómez (HIMFG), donde les practican una hemodiálisis, tratamiento para eliminar residuos de sangre y toxinas del cuerpo, función que normalmente harían los riñones.
Para trasladarse desde la alcaldía Iztapalapa hasta la colonia Doctores, donde se encuentra el HIMFG, los hermanos Jordán y Tania, su madre, deben tomar taxi, pues el tratamiento médico afecta a su sistema inmunológico y los deja extremadamente vulnerables ante la covid-19. En cada viaje, de acuerdo con Tania, gastan entre 300 y 400 pesos ida y vuelta.
Para cubrir estos gastos, Tania y sus hijos venden pan en un puesto callejero; sin embargo, la pandemia empeoró su situación económica. No dependen de un salario o de una beca, viven al día. Si no fuera por el acceso a la salud pública (antes Seguro Popular, ahora INSABI) y por el apoyo de la Fundación Ale, José Luis y su familia no podrían cubrir el costo de las hemodiálisis.
“En la espera de un trasplante surgen otras enfermedades que van dificultando la oportunidad de recibir un órgano y esto se refleja en los gastos. Ha sido muy difícil, y más con la pandemia. Necesitamos estar buscando de dónde sacar para los pasajes, comida, medicamentos, materiales de curación, etcétera. Si para nosotros como padres es difícil, para ellos es peor, porque tienen desgaste físico muy fuerte por el tratamiento”, confiesa Tania Fuentes Sandoval.
La familia Prado pasa por una situación similar. Tuvieron que mudarse de Guanajuato a la CDMX, donde rentan un departamento en la alcaldía Gustavo A. Madero, para poder acudir cada tercer día a las hemodiálisis de Christian, y ser parte de la lista de pacientes en espera de trasplantes en la cuarentena.
Luis Prado es albañil, pero desde que empezó el confinamiento no ha podido trabajar como antes y ganar más dinero, por lo que depende de préstamos familiares o trabajos exprés que realiza, junto con su esposa, amigos y conocidos. El poco dinero que obtiene lo usa para cubrir los gastos de taxis para acudir a las hemodiálisis, y para alimentos.
Riñones, los órganos más solicitados
De los 23 mil 477 pacientes que conforman la lista de espera de un trasplante (hasta el 15 de junio), 17 mil 437 esperan un riñón, es decir, tres de cada cuatro personas (74.27%), de acuerdo con los datos más recientes del Registro Nacional de Trasplantes del CENATRA.
En segundo lugar aparecen los cinco mil 658 pacientes que esperan un trasplante de córneas, 320 que aguardan por hígado, 48, por un corazón; cinco, por páncreas; tres, por hígado-riñón; tres, por pulmón; dos, por riñón-páncreas, y uno por corazón-pulmón.
No obstante, pese a que el riñón es el órgano más requerido, la mayoría de los trasplantes realizados son de córneas (55.84%), mientras que cuatro de cada 10 son de riñón.
En lo que va de este año, se han realizado mil 556 trasplantes: 869 de córneas, 638 de riñón, 41 de hígado, seis de corazón, uno de hígado-riñón, y uno de pulmón, de acuerdo con el Sistema Informático del Registro Nacional de Trasplantes (SIRNT).
Durante el año pasado se realizaron tres mil 766 trasplantes de córnea (mil 508 fueron en la CDMX), dos mil 939 de riñón (839 en la CDMX), 223 de hígado (138 en la CDMX) y 33 de corazón (26 en la CDMX), de acuerdo con el Reporte Anual 2019 de Donación y Trasplantes en México.
En total se registraron dos mil 493 donantes cadavéricos durante el año pasado. De este total, 608 fueron de personas fallecidas en la CDMX.
Entre abril y la primera quincena de junio se se realizaron 20 trasplantes en la cuarentena y en todos los casos los pacientes recibieron córneas. La diferencia es que estos procedimientos médicos se realizaron únicamente por considerarse “urgencia de trasplante”, es decir, se trató de pacientes de “asignaciones prioritarias”, de acuerdo con José André Madrigal.
Este tipo de urgencia se detalla a partir del artículo 41 de la Ley General de Salud en Materia de Trasplante, donde se establecen las condiciones bajo las cuales se pueden trasplantar de inmediato los órganos requeridos, como en el caso de las córneas (artículo 45): “Se asignará prioritariamente una córnea, con independencia de que provenga del extranjero, al paciente que presente perforación corneal o úlcera con inminencia de pérdida del globo ocular”
Sólo bajo estas circunstancias se pueden realizar trasplantes en la cuarentena, pues aunque el sistema de salud, y el país en general, se encuentren en emergencia sanitaria, la pertinencia de salvar vidas con trasplantes es una prioridad, siempre y cuando el paciente se encuentre en estado grave.
Hasta ahora, durante la crisis sanitaria, no se han realizado otros tipos de trasplante, porque, de acuerdo con José André Madrigal, no se han presentado casos con urgencia.
¿Qué protocolo seguir?
El protocolo para recibir trasplantes en la cuarentena no debería ser diferente a cuando no hay emergencia sanitaria, excepto por los excesivos cuidados de las superficies e instrumentos, así como la realización previa de pruebas de covid-19 a los pacientes, algo que será necesario en la nueva normalidad, argumenta el nefrólogo y trasplantólogo Ernesto López Almaraz, en entrevista conChilango.
El especialista enlista los pasos a seguir para cada paciente que necesita un trasplante:
Definir la necesidad del trasplante. ¿Qué tan urgente es?
Definir el tipo de donante (vivo o cadavérico) y el programa de trasplante al que va a ingresar el paciente, para saber si hay donadores o no.
En caso de entrar al programa de donante fallecido (cadavérico), entrar a la lista de espera con el Coordinador Hospitalario (médico encargado de los trasplantes en un hospital), quien realizará los trámites correspondientes ante el CENATRA.
En caso de entrar al programa de donante vivo, realizarle una evaluación completa al donador para asegurarse que esté sano.
Realizar pruebas de compatibilidad para saber si se puede realizar la cirugía.
Cirugía de trasplante.
Seguimiento del paciente a largo plazo.
¿Dónde buscar ayuda?
En el caso de los hermanos Jordán, solo José Luis cuenta con seguro, mientras que Tania tiene que pagar su tratamiento, porque es mayor de edad, requisito indispensable para atenderse con este tipo de seguro, además de que en el INSABI solo puede haber un derechohabiente por familia.
De los seis años de tratamiento que lleva José Luis, durante los últimos dos ha recibido el apoyo económico de la Asociación Ale, la cual paga por completo sus hemodiálisis, que tienen un costo de 500 pesos por sesión.
Sin este apoyo no gubernamental,Tania tendría que pagar 12 mil pesos al mes por el tratamiento de sus dos hijos, mientras que Luis Prado tendría que pagar seis mil pesos por las hemodiálisis de Christian.
“A la fecha hemos apoyado mil 551 trasplantes en 15 años, 11 mil 600 cirugías de cataratas desde, 35 personas con sesiones de hemodiálisis y 13 becas en el extranjero de especialización en donación”, explica Bonnie Balcázar, directora de Desarrollo Institucional y Alianzas de la Asociación Ale.
Al igual que estas dos familias, miles de pacientes sufren la crisis económica derivada de la pandemia y de los altos costos en los tratamientos médicos mientras permanecen en espera de un trasplante; sin embargo, no han perdido la esperanza.
“Más que perder el ánimo, tengan fe, vean cada día la risa de sus hijos, de cualquier paciente que espera un trasplante. A pesar de todo lo que pase, algún día van a tener una vida normal y aunque estén trasplantados todo seguirá siendo difícil. Por eso no debemos rendirnos, sino salir adelante por el esfuerzo de tantos años”, asegura Tania Fuentes.