En Tapachula hay más de 80 mil migrantes de distintas nacionalidades, con mayoría de haitianos, estiman las autoridades de la región. La cifra crece a diario al no poder dejar esta ciudad a menos que de propia voluntad soliciten ser repatriados. No hay día que dejen de llegar; lo hacen sobre todo en la madrugada, pero continúa el flujo hasta entrada la tarde.
Según el último censo del Inegi hay una población de 350 mil tapachultecos, por lo que una de cada cinco personas que se encuentran en este momento son migrantes.
Sin respuesta a los trámites migratorios, los haitianos ya cuentan con un tianguis que instalan por las mañanas junto al mercado en el que sus clientes son sus propios compatriotas. Venden comida a 70 pesos, zapatos usados, hacen cortes de cabello a 60 pesos o peinados para mujeres que pueden elevarse hasta los 700 pesos.
En medio de los puestos, en un local establecido trabaja José, de 34 años. Le pagan 200 pesos por cortar el cabello. Aprendió en Nicaragua, de donde es originario, pero llegó a México deportado desde Estados Unidos hace nueve meses. Sobre su futuro sólo dice: “estoy en los trámites, pero hay muchas opciones”. Asegura no conocer a polleros pero “si hay que hacerlo, hay que hacerlo”.
La estética Paola también da trabajo a Omar Alexander, salvadoreño que llegó hace ocho años al país y ahora cuenta con carnet de residencia. “Ya para qué me voy a mover”, expresa. En este tiempo ha trabajado de albañil, mesero, jardinero y hasta en una “disco”, pero su mejor sueldo lo ha recibido en este lugar.
Pese a los retenes migratorios, hay rutas para evadirlos. Todos las conocen. Basta con preguntar a cualquier taxista para dar con el sitio, a unos metros del rastro ubicado a 18 kilómetros del centro.
Ahí “hacen base” taxistas y es el paso de combis que cobran por el último tramo unos 20 pesos. A mediodía, una familia con tres hijos abordaba una unidad, en la que medio kilómetro adelante también lo hacían estudiantes con uniforme.
Funcionarios del gobierno local afirman que las autoridades del municipio no dan declaraciones del tema migratorio porque compete a las instancias federales.
Para los migrantes que duermen en el centro no hay una atención de servicios básicos, tampoco hay módulos o personal que los asesore dónde recibir atención médica. Tanto para ellos como para quienes logran rentar una casa, no hay alguna campaña para dar educación a los niños ni algún comedor al que puedan tener acceso.
Ante el incremento del flujo migratorio, la esposa del presidente de Honduras, Ana García, visitó ayer Tapachula. Llegó con más de una decena de funcionarios y escoltas vestidos de verde militar, a bordo de tres camionetas custodiadas por dos patrullas municipales.
Al atestiguar la aplicación de la vacuna contra Covid-19 a Esther, una hondureña que acudió al consulado de ese país, García le preguntó de dónde partió, pero no cuáles fueron las causas que la obligaron a abandonar su nación.
Después de recibir el antígeno, Esther cuenta en entrevista que se fue “por amenazas y cosas de violencia que pasaban en el barrio”, en el departamento de Colón. Viajó con su esposo y sus hijos, y ahora busca una estancia en México.
Se le inundan los ojos cuando relata que hace una semana fallecieron sus padres en Aguascalientes. Aunque pidió que le permitieran salir para ir al funeral, no obtuvo el permiso. “No pude ir, no pude hacer nada, me dijeron que no me pueden ayudar, vine acá (al consulado de Honduras) y en migración, y me dijeron lo mismo”.
En ese instante Ana García ofrecía declaraciones a la prensa en las que vinculaba las causas del incremento de migración a la pandemia y los desastres naturales. “También la corrupción”, gritaba un hombre que de igual forma reclamó: “me molesta que se haga política con esto”. Fue retirado de la oficina mientras un funcionario del consulado le replicaba que hay informes de “cientos de viviendas apoyadas” tras las tormentas tropicales.
En el Parque Miguel Hidalgo los migrantes están convencidos de que pronto tendrán respuesta a sus peticiones de refugio, aunque en realidad la mayoría sólo desea seguir rumbo a Estados Unidos. No conocen cuánto tiempo estarán, pero calculan que serán meses los que seguirán varados en Tapachula.