Noticias de Yucatán.
Los próximos meses, mientras Joaquín “el Chapo”
Guzmán Loera es condenado y finalmente puesto tras las rejas, sus
carceleros estadounidenses se enfrentarán a una pregunta que ha atormentado a
sus colegas en México: dado el talento digno de Houdini que ha mostrado Guzmán
para escaparse de las prisiones —un truco que ya ha realizado dos veces—,
¿dónde y en qué condiciones debería ser encarcelado?
Al final, los funcionarios encargados de las prisiones
tomarán esa decisión, pero los abogados del Chapo le advirtieron
después del veredicto esta semana por cargos de tráfico de drogas que
es probable que lo envíen a la prisión federal más segura del país: el Centro
Penitenciario y Administrativo de Máxima Seguridad en Florence, Colorado,
conocido como el ADX por su sigla en inglés.
La prisión, llamada
coloquialmente como el Alcatraz de las Rocallosas, se construyó como una
institución a prueba de escapes. Se trata de una fortaleza penal donde los
reclusos pasan veintitrés horas al día dentro de sus celdas con un contacto
humano mínimo y solo una ventana de 90 centímetros de alto y 10 centímetros de
ancho.
Esquema de las celdas.
Foto:Wikipedia.
“Este lugar no fue diseñado
para los seres humanos”, declaró una vez Robert Hood, un excelador, a The
New York Times. “No está diseñado para la rehabilitación. Punto. Fin de la
historia”.
El ADX, establecido en 1994 y
ubicado en una extensión inhóspita de desierto semiárido a 64 kilómetros al sur
de Colorado Springs, ha servido durante décadas como el destino final para una
lista de criminales célebres.
Criminales que estarán junto
al Chapo en la prisión de Centro Penitenciario y Administrativo de Máxima
Seguridad en Florence
Terry L. Nichols, el recluso
número 08157-031, que fue cómplice en el ataque con bombas en la ciudad de
Oklahoma, cumple su sentencia ahí.
Dzhokhar Tsarnaev, el número
95079-038, también está recluido allí mientras espera su ejecución por haber
participado en los bombardeos del Maratón de Boston.
Theodore J. Kaczynski, mejor
conocido como el Unabomber.
Robert P. Hanssen, un agente del FBI que
trabajaba como espía para los rusos.
Ramzi Yousef, que atacó el
World Trade Center en 1993.
Eric Robert Rudolph, quien
ejecutó una oleada de bombardeos en los años noventa, entre ellos uno en el
Parque Olímpico del Centenario de Atlanta, escribió un ensayo en 2018 en el que
mencionaba las condiciones del ADX y afirmaba que, incluso cuando permitían que
los prisioneros salieran de sus celdas, el entorno era severo.
“Desde el patio no se ve
ninguna montaña, árbol, arbusto ni brizna de hierba, sino solo el cielo”,
escribió Rudolph. “Las jaulas solo tienen el espacio suficiente para hacer
ejercicios aeróbicos. Además de la oportunidad de respirar aire fresco y sentir
la luz del sol sobre la piel, las jaulas exteriores solo son celdas sin techo”.
Dentro de la prisión, según
han dicho Rudolph y otros que conocen el ADX, las condiciones son igual de
lúgubres, pues casi cada rincón de las quinientas celdas está hecho de concreto
vertido. Se transmiten servicios religiosos por un circuito cerrado de
televisión, al igual que la mayoría de los programas educativos. Las regaderas
tienen temporizador: el agua corre durante un minuto y se detiene, por lo que
el prisionero debe presionar un botón para que vuelva a salir agua durante otro
minuto.
“Quizá tengas que presionar el botón de apagado y
encendido frecuentemente durante la ducha”, se advierte a los prisioneros en su
guía de admisión y orientación.
Por desagradables que parezcan estas condiciones de
reclusión, Guzmán de algún modo está preparado después de haber pasado los dos
años posteriores a su extradición encerrado en 10 South, el ala sombría de
máxima seguridad de la cárcel federal en Lower Manhattan, Nueva York. Ahí lo
han mantenido aislado y casi incomunicado, sin poder recibir visitas, excepto
por las de sus abogados y sus pequeñas gemelas. Las condiciones son tan duras
que el invierno pasado el capo le envió una carta al juez Brian Cogan para
quejarse de que sufría dolores de cabeza a diario, vomitaba regularmente y
tenía problemas persistentes de sinusitis debido al calor.
“La luz de mi celda está encendida todo el día y me
resulta difícil dormir”, agregó Guzmán.
Los abogados de Guzmán están de acuerdo con que
la vida en 10 South, donde el narcotraficante se quedará por lo menos hasta su
sentencia el 25 de junio, quizá sea peor que en ADX (también conocido como
Supermax). Uno de los abogados, A. Eduardo Balarezo, dijo esta semana que la
comida en Colorado sería mejor y que Guzmán tendría más cosas que hacer ahí,
“además de observar las paredes”.
Jeffrey Lichtman, otro abogado del capo, dijo que
la cárcel de Manhattan tiene “las condiciones más extremas que he
visto y que ha enfrentado cualquier acusado criminal en Estados Unidos”.
“Aunque el Supermax es oneroso, sé que no es peor de
lo que ya ha vivido”, agregó Lichtman.
Algunos abogados defensores en casos de pena de muerte
han utilizado las condiciones en el ADX para asegurarles a los miembros del
jurado que los defendidos que evitan la ejecución no cumplen sus sentencias
precisamente en un entorno cómodo.
“Es muy antiséptico y silencioso en comparación con lo
que se esperaría de una prisión”, dijo David I. Bruck, quien defendió a
Tsarnaev. “La gente está encerrada tras esas puertas de acero sólido y casi no
pasa nada; hay muy poco movimiento y poca actividad. Es mucho de nada”.
Los funcionarios en el ADX cuentan a los prisioneros
siete veces al día (a las 00:01, 3:00, 5:00, 11:00, 16:00, 20:00 y a las
21:45), aunque los presos rara vez se mueven de sus lugares entre conteos. Se
permite que los reclusos gasten 285 dólares al mes en el comisariato, donde las
rebanadas de peperoni cuestan 2,40 dólares y se pueden comprar Cheetos por 1,90
dólares. Hay guantes para levantar pesas de 10,40 dólares. Las comidas, el
correo y las medicinas son entregadas en la celda.
“Todo lo que necesita el preso entra y sale por el
compartimento de la puerta”, escribió Rudolph, y agregó que “la disposición
básica tiene como objetivo el confinamiento solitario a largo plazo”.
“El propósito es degradar poco a poco a una persona,
mental y físicamente, a través de la privación ambiental y física”.
New York Times