En los kioscos, en la calle y en la playa se ven con frecuencia los escaparates llenos de anteojos que se pueden comprar sin necesidad de receta. Muchas veces basta con una rápida prueba para esquivar la tediosa visita al oculista. Pero lejos de ayudarnos, estos anteojos descartables pueden ser contraproducentes.
El Dr. Pablo Daponte, médico oftalmólogo, explica que “comprar un anteojo pregraduado hace mucho daño, porque le está impidiendo al paciente detectar a tiempo distintas enfermedades generales, o locales de lo ojos”. Cerca de los 40 aparece la presbicia, la incapacidad de hacer foco de cerca. Muchos de quienes recurren a los anteojos pregraduados asocian su deficiencia visual con esta patología. Sin embargo, es también a partir de los 40 que aparecen otro tipo de enfermedades, como la diabetes y la hipertensión, que pueden traer consecuencias en la vista y que no se resuelven con un anteojo descartable. Es por eso que es importante consultar con un oftalmólogo capacitado para reconocer enfermedades o para recetar un par de lentes de lectura si es necesario.
Más riesgos
El anteojo es como un medicamento, no se puede auto prescribir. Es el oftalmólogo quien debe indicar el aumento al óptico que elaborará el anteojo indicado para cada paciente. Para el técnico óptico Sebastián Saracco, la elección de un anteojo “no puede ser un método de prueba y error. Comprar estos anteojos puede ser contraproducente y traer aumento por exceso o por defecto”. Además, por lo general tampoco tienen el aumento que dicen tener, se deforman, y tienen el mismo aumento para ambos ojos. Esto es peligroso porque por lo general, no todos vemos igual en los dos ojos, y cuando se usan estos anteojos, un ojo tiene que hacer un mayor esfuerzo. El Dr. Daponte agrega que si se tiene una patología, ésta va a seguir su curso independientemente del anteojo. Esto va a generar molestias en los ojos y los va a irritar por el esfuerzo que provocan.
Esto también se aplica para los anteojos de sol: no son controlados por el Gobierno y no tienen protección ultravioleta. El oftalmólogo puede recetar distintos colores y graduaciones según la patología. No todos los pacientes ven mal, pero se recomienda igualmente hacer una consulta para que el oftalmólogo recete un anteojo que proteja efectivamente la vista del sol. La falta de protección ultravioleta puede aumentar la incidencia de cataratas y maculopatías, por eso hay que usar anteojos de sol recetados desde corta edad. Incluso para manejar están contraindicados tanto los anteojos de sol, como los de visión.
La opinión del especialista
Dr. Pablo Daponte, vicepresidente del Consejo Argentino de Oftalmología.
Hoy en medicina, lo más importante que estamos haciendo es la prevención. La prevención apareció con las vacunas hace 50, 60 años y hoy vemos casos como el de Angelina Jolie que se removió los pechos para evitar el cáncer. Si compramos anteojos pregraduados estamos yendo al revés de todo el mundo.
Hay muchas patologías se pueden detectar con una visita al oftalmólogo de 20 minutos, y uno se va tranquilo a su casa con la receta en la mano. Por eso diría que no se compre anteojos pregraduados. Se está perdiendo la oportunidad de cuidar algo tan valioso que recién uno se da cuenta de lo que ha perdido cuando ya es tarde.
El Dr. Pablo Daponte, médico oftalmólogo, explica que “comprar un anteojo pregraduado hace mucho daño, porque le está impidiendo al paciente detectar a tiempo distintas enfermedades generales, o locales de lo ojos”. Cerca de los 40 aparece la presbicia, la incapacidad de hacer foco de cerca. Muchos de quienes recurren a los anteojos pregraduados asocian su deficiencia visual con esta patología. Sin embargo, es también a partir de los 40 que aparecen otro tipo de enfermedades, como la diabetes y la hipertensión, que pueden traer consecuencias en la vista y que no se resuelven con un anteojo descartable. Es por eso que es importante consultar con un oftalmólogo capacitado para reconocer enfermedades o para recetar un par de lentes de lectura si es necesario.
Más riesgos
El anteojo es como un medicamento, no se puede auto prescribir. Es el oftalmólogo quien debe indicar el aumento al óptico que elaborará el anteojo indicado para cada paciente. Para el técnico óptico Sebastián Saracco, la elección de un anteojo “no puede ser un método de prueba y error. Comprar estos anteojos puede ser contraproducente y traer aumento por exceso o por defecto”. Además, por lo general tampoco tienen el aumento que dicen tener, se deforman, y tienen el mismo aumento para ambos ojos. Esto es peligroso porque por lo general, no todos vemos igual en los dos ojos, y cuando se usan estos anteojos, un ojo tiene que hacer un mayor esfuerzo. El Dr. Daponte agrega que si se tiene una patología, ésta va a seguir su curso independientemente del anteojo. Esto va a generar molestias en los ojos y los va a irritar por el esfuerzo que provocan.
Esto también se aplica para los anteojos de sol: no son controlados por el Gobierno y no tienen protección ultravioleta. El oftalmólogo puede recetar distintos colores y graduaciones según la patología. No todos los pacientes ven mal, pero se recomienda igualmente hacer una consulta para que el oftalmólogo recete un anteojo que proteja efectivamente la vista del sol. La falta de protección ultravioleta puede aumentar la incidencia de cataratas y maculopatías, por eso hay que usar anteojos de sol recetados desde corta edad. Incluso para manejar están contraindicados tanto los anteojos de sol, como los de visión.
La opinión del especialista
Dr. Pablo Daponte, vicepresidente del Consejo Argentino de Oftalmología.
Hoy en medicina, lo más importante que estamos haciendo es la prevención. La prevención apareció con las vacunas hace 50, 60 años y hoy vemos casos como el de Angelina Jolie que se removió los pechos para evitar el cáncer. Si compramos anteojos pregraduados estamos yendo al revés de todo el mundo.
Hay muchas patologías se pueden detectar con una visita al oftalmólogo de 20 minutos, y uno se va tranquilo a su casa con la receta en la mano. Por eso diría que no se compre anteojos pregraduados. Se está perdiendo la oportunidad de cuidar algo tan valioso que recién uno se da cuenta de lo que ha perdido cuando ya es tarde.