El calvario de hoy día

26 marzo 2016
El papa Francisco vincula el Vía crucis con el sufrimiento de la humanidad
El papa Francisco presidió ayer el Vía crucis en el Coliseo romano e identificó en el calvario de Cristo a las sombras de la humanidad, desde quienes padecen penurias hasta quienes las causan.
El Sumo Pontífice llegó a la colina del Palatino, próxima al Anfiteatro Flavio, y desde ahí asistió a la ceremonia sumido en profundo recogimiento.
Fue al final, cuando la cruz llegó desde el interior del Coliseo hasta su lado, cuando pronunció una oración en la que aludió a los problemas de la humanidad y a quienes las sufren o las provocan, tanto con sus actos como con su indiferencia.
Recordó a los cristianos asesinados, quemados vivos, degollados y decapitados por las bárbaras espadas y el silencio infame, así como al rostro de los niños, de las mujeres y de las personas extenuadas y amedrentadas que huyen de las guerras.
Antes de ese rito, el Papa presidió en la Basílica de San Pedro la ceremonia de la Pasión de Cristo del Viernes Santo, que comenzó con el Sumo Pontífice postrado en el suelo y orando ante el altar mayor en la ceremonia de la veneración de la Santa Cruz.
En Ciudad de México, como cada año, la representación del Vía crucis de Iztapalapa congregó a miles de fieles y curiosos.
Después de más de 12 horas de escenificación y recorridos por los ocho barrios de la demarcación, Jesús, interpretado por Ariel Rodrigo Luna, fue crucificado en el predio de las Tres Cruces.
El gobierno de Ciudad de México reportó saldo blanco. Sólo un incidente interrumpió momentáneamente la representación, cuando se cayó una columna de la decoración y dos personas sufrieron golpes leves.
En Mérida, feligreses de distintos rumbos de la ciudad y el interior del Estado también recordaron este día con Vía crucis vivientes, siendo los más representativos los representados en Acanceh, fraccionamiento Pacabtún y la colonia Bojórquez.
En la Catedral, la Pasión y Muerte de Jesucristo fue recordada en una ceremonia que presidió el arzobispo Gustavo Rodríguez Vega.
El programa comenzó a las 9 de la mañana con la oración de Laudes y siguió a las 12 con la meditación de las Siete Palabras.
A las tres de la tarde fue la Liturgia de la Pasión del Señor, dos horas después la procesión del Santo Entierro alrededor de la Plaza Grande y, finalmente, a las ocho de la noche la Marcha del Silencio y Rosario de Pésame.
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