Algunas personas se me han acercado para preguntarme cómo cuidar y atender a los niños que se encuentran en una etapa de enfermedad terminal. Primero habría que decir que el término terminal, según los especialistas en cuidados paliativos, ya no debería usarse. Es mejor referirse siempre a “etapa de cuidados paliativos”.
Un niño, como todo ser humano en cualquier etapa cronológica en que se encuentre, debe ser atendido en su enfermedad con los cuidados paliativos propios de su condición. Es decir, no debe faltarle hidratación, alimentación, higiene, medicación para el dolor y, sobre todo, atención espiritual y emocional. Todo ser humano es vulnerable a las condiciones ambientales y un enfermo lo es todavía más, pues su entorno muchas veces lo vuelve frágil.
Un niño no comprende del todo lo que sucede a su alrededor, por supuesto que esto depende de la edad en la que se encuentre. Pero ciertamente en un niño se debe poner especial atención a su equilibrio, sus cuidados.
Salvación
Hay que brindarle asistencia personalizada, no subestimar sus pensamientos y estar alertas a situaciones que pueden ir desde el silencio hasta centrar en exceso la atención en él. Hay que llevarlo de la mano para enseñarle la importancia de la fe como camino de salvación. Mostrarle a un Dios que es un Padre amoroso y que lo ama a través de su propia experiencia familiar.
Sí, no es fácil, especialmente cuando no se tienen las herramientas para hacerlo, así que hay que acercarse a los especialistas y dejarse asesorar y conducir por quien sabe.
Los papás de niños enfermos no deben dejarse ganar por la desesperanza y la apatía. La oración de entrega y confianza en Dios son necesariamente las herramientas que más conviene aprender.— Padre Alejandro Álvarez Gallegos, coordinador diocesano para la Pastoral de la Salud. Correo electrónico: pastoralsaludyucatan@hotmail.com
Un niño, como todo ser humano en cualquier etapa cronológica en que se encuentre, debe ser atendido en su enfermedad con los cuidados paliativos propios de su condición. Es decir, no debe faltarle hidratación, alimentación, higiene, medicación para el dolor y, sobre todo, atención espiritual y emocional. Todo ser humano es vulnerable a las condiciones ambientales y un enfermo lo es todavía más, pues su entorno muchas veces lo vuelve frágil.
Un niño no comprende del todo lo que sucede a su alrededor, por supuesto que esto depende de la edad en la que se encuentre. Pero ciertamente en un niño se debe poner especial atención a su equilibrio, sus cuidados.
Salvación
Hay que brindarle asistencia personalizada, no subestimar sus pensamientos y estar alertas a situaciones que pueden ir desde el silencio hasta centrar en exceso la atención en él. Hay que llevarlo de la mano para enseñarle la importancia de la fe como camino de salvación. Mostrarle a un Dios que es un Padre amoroso y que lo ama a través de su propia experiencia familiar.
Sí, no es fácil, especialmente cuando no se tienen las herramientas para hacerlo, así que hay que acercarse a los especialistas y dejarse asesorar y conducir por quien sabe.
Los papás de niños enfermos no deben dejarse ganar por la desesperanza y la apatía. La oración de entrega y confianza en Dios son necesariamente las herramientas que más conviene aprender.— Padre Alejandro Álvarez Gallegos, coordinador diocesano para la Pastoral de la Salud. Correo electrónico: pastoralsaludyucatan@hotmail.com