Científicos del Imperial College de Londres y la Universidad de Washington han advertido de que la hepatitis viral es una grave amenaza para la humanidad. A lo largo de 23 años en 183 países las hepatitis B y C han acabado con la vida del 96% de los infectados con sendos virus, según se desprende de un artículo publicado en la revista 'The Lancet'.
El número de muertes por esta enfermedad en el período comprendido entre 1990 y 2013 aumentó en un 63%. Cada año la hepatitis viral mata a 1,45 millones de personas de media. Otras enfermedades tienen tasas de mortalidad más bajas. Por ejemplo, en 2013 el SIDA mató a 1,3 millones de personas, víctimas de la tuberculosis fallecieron 1,4 millones y la malaria acabó con la vida de 855.000 seres humanos.
La hepatitis ha afectado con especial virulencia a los residentes de Asia oriental. Entre los afectados se encuentran tanto personas con ingresos altos y medios como pobres.
Según los científicos, la hepatitis viral, que puede provocar en sus últimas etapas cáncer de hígado, es especialmente difícil de detectar porque entre los síntomas que sufren los infectados por el virus se encuentran la fatiga, las náuseas y la falta de apetito, a los que no suelen darle especial importancia. Además, a menudo, la enfermedad es asintomática y revela su presencia solo cuando la situación es ya grave.
El número de muertes por esta enfermedad en el período comprendido entre 1990 y 2013 aumentó en un 63%. Cada año la hepatitis viral mata a 1,45 millones de personas de media. Otras enfermedades tienen tasas de mortalidad más bajas. Por ejemplo, en 2013 el SIDA mató a 1,3 millones de personas, víctimas de la tuberculosis fallecieron 1,4 millones y la malaria acabó con la vida de 855.000 seres humanos.
La hepatitis ha afectado con especial virulencia a los residentes de Asia oriental. Entre los afectados se encuentran tanto personas con ingresos altos y medios como pobres.
Según los científicos, la hepatitis viral, que puede provocar en sus últimas etapas cáncer de hígado, es especialmente difícil de detectar porque entre los síntomas que sufren los infectados por el virus se encuentran la fatiga, las náuseas y la falta de apetito, a los que no suelen darle especial importancia. Además, a menudo, la enfermedad es asintomática y revela su presencia solo cuando la situación es ya grave.