Noticias de Yucatán
Por Pablo Hiriart
Resulta extraño que un político con la experiencia de Luis Videgaray cometiera la imprudencia de dar un discurso que a todas luces parece un destape del secretario de Hacienda para ser candidato presidencial del PRI.
Pero no sólo eso llama la atención, sino el contenido de lo expresado por Videgaray, en que le da el crédito a José Antonio Meade de haberle dado rumbo al país.
Se nos había dicho que el mérito de que México no se descarrilara en estos años difíciles era del presidente Peña Nieto, pero resulta que no, que es de Meade.
Lo está diciendo nada menos que el colaborador y consejero más cercano del Presidente.
¿Error o signo de los tiempos?
Dentro de pocos días, lo sabemos porque esa es la costumbre, la bufalada priista se irá con todo tras el candidato de su partido y el Presidente pasará a un segundo plano.
Lo dicho por Videgaray es un adelanto de lo que se viene: lo bueno del sexenio será obra del candidato, y todo lo malo pasará a ser culpa de Peña Nieto.
Eso también es parte de la liturgia. Tiene un alto componente de crueldad y de injusticia.
Llamó la atención, además, que Luis Videgaray hiciera esa suerte de destape de José Antonio Meade al colmarlo de elogios, compararlo con Calles y endosarle la virtud de que el país tenga rumbo, cuando la decisión sobre el candidato la toma el Presidente y aún está en el aire.
¿Ya lo sabe Videgaray? ¿Se lo dijo Peña Nieto? O tal vez en ejercicio de su libre albedrío emitió un voto público en favor del secretario de Hacienda.
Sin embargo, su pronunciamiento crea dos problemas. En caso de que Meade sea el designado para representar al PRI en la elección presidencial, no se va a quitar en toda la campaña el sello de Luis Videgaray como su padrino y promotor.
Meade tiene virtudes propias para disputar la candidatura y no necesitaba que hubiera una demostración tan ostensible de un padrinazgo político.
La decisión del candidato presidencial del PRI era del Presidente, y ahora se adelantó a dar la señal su secretario de Relaciones Exteriores. ¿Qué pasó?
Por eso llamó tanto la atención el discurso del canciller. Porque en el fondo le hace daño a José Antonio Meade y al propio presidente Peña Nieto.
Y un segundo problema que crea el pronunciamiento de Videgaray es que su choque con el secretario de Gobernación, Miguel Osorio, es por todos conocido.
Al haber salido él a hacer la apología del precandidato, en caso de que Meade sea el designado se verá como el triunfo de Videgaray sobre Osorio en la lucha que sostienen desde el inicio del sexenio.
¿Qué necesidad tiene Meade de comprar ese pleito, que no es suyo?
La necesidad que tiene el PRI para ser competitivo en las elecciones es mantenerse unido. Y la declaración de Videgaray no ayuda, sino que ahonda la herida.
¿Una mala tarde para un político brillante como Videgaray? ¿Quiso dar el espaldarazo y sellar la candidatura?
Se sobrevaloró el canciller y afloró su arrogancia.
Dañó a Meade y dañó al PRI. ¿Qué tanto?
Seguimos en lo dicho: tal parece que todos trabajan para AMLO.
Por Pablo Hiriart
Resulta extraño que un político con la experiencia de Luis Videgaray cometiera la imprudencia de dar un discurso que a todas luces parece un destape del secretario de Hacienda para ser candidato presidencial del PRI.
Pero no sólo eso llama la atención, sino el contenido de lo expresado por Videgaray, en que le da el crédito a José Antonio Meade de haberle dado rumbo al país.
Se nos había dicho que el mérito de que México no se descarrilara en estos años difíciles era del presidente Peña Nieto, pero resulta que no, que es de Meade.
Lo está diciendo nada menos que el colaborador y consejero más cercano del Presidente.
¿Error o signo de los tiempos?
Dentro de pocos días, lo sabemos porque esa es la costumbre, la bufalada priista se irá con todo tras el candidato de su partido y el Presidente pasará a un segundo plano.
Lo dicho por Videgaray es un adelanto de lo que se viene: lo bueno del sexenio será obra del candidato, y todo lo malo pasará a ser culpa de Peña Nieto.
Eso también es parte de la liturgia. Tiene un alto componente de crueldad y de injusticia.
Llamó la atención, además, que Luis Videgaray hiciera esa suerte de destape de José Antonio Meade al colmarlo de elogios, compararlo con Calles y endosarle la virtud de que el país tenga rumbo, cuando la decisión sobre el candidato la toma el Presidente y aún está en el aire.
¿Ya lo sabe Videgaray? ¿Se lo dijo Peña Nieto? O tal vez en ejercicio de su libre albedrío emitió un voto público en favor del secretario de Hacienda.
Sin embargo, su pronunciamiento crea dos problemas. En caso de que Meade sea el designado para representar al PRI en la elección presidencial, no se va a quitar en toda la campaña el sello de Luis Videgaray como su padrino y promotor.
Meade tiene virtudes propias para disputar la candidatura y no necesitaba que hubiera una demostración tan ostensible de un padrinazgo político.
La decisión del candidato presidencial del PRI era del Presidente, y ahora se adelantó a dar la señal su secretario de Relaciones Exteriores. ¿Qué pasó?
Por eso llamó tanto la atención el discurso del canciller. Porque en el fondo le hace daño a José Antonio Meade y al propio presidente Peña Nieto.
Y un segundo problema que crea el pronunciamiento de Videgaray es que su choque con el secretario de Gobernación, Miguel Osorio, es por todos conocido.
Al haber salido él a hacer la apología del precandidato, en caso de que Meade sea el designado se verá como el triunfo de Videgaray sobre Osorio en la lucha que sostienen desde el inicio del sexenio.
¿Qué necesidad tiene Meade de comprar ese pleito, que no es suyo?
La necesidad que tiene el PRI para ser competitivo en las elecciones es mantenerse unido. Y la declaración de Videgaray no ayuda, sino que ahonda la herida.
¿Una mala tarde para un político brillante como Videgaray? ¿Quiso dar el espaldarazo y sellar la candidatura?
Se sobrevaloró el canciller y afloró su arrogancia.
Dañó a Meade y dañó al PRI. ¿Qué tanto?
Seguimos en lo dicho: tal parece que todos trabajan para AMLO.