Noticias de Yucatán
Un estudio de Abefin (la Asociación Brasileña de Educadores Financieros) reveló que las hijas pueden ser hasta un 30 % más costosas para los padres que los varones. El gran culpable de esta desigualdad es el «efecto Cenicienta», ya que los padres gastan más en el cuidado del cabello y las uñas, ropa, accesorios y artículos de belleza.
Según el presidente de Abefin, Reinaldo Domingos, los datos de 15 mil padres con hijos de entre 7 y 12 años, recogidos en los últimos años, demostró que hay muchas más opciones de productos dirigidos al público femenino, como cuadernos y otros artículos escolares, por ejemplo. Hay infinitas opciones para las niñas, y no tantas para los varones.
Entre los 9 y los 12 años las niñas comienzan a mostrar interés en su apariencia y a experimentar con maquillaje y otros productos de belleza, como cremas, labiales, sombras y perfumes.
Los especialistas destacan, incluso, que muchos de estos productos, como las prendas y los juguetes dirigidos a las niñas, son más caros que los que están pensados para varones. Es el llamado «impuesto rosa» y que afecta a las mujeres hasta la edad adulta. Los objetos «para mujeres» son más costosos que los de hombres aunque sean iguales. Un buen ejemplo son las afeitadoras.
Por eso es necesario educar a los niños, sin importar su género, para que sean consumidores críticos y sensatos, una habilidad que les servirá mucho cuando sean adultos. (Nueva Mujer).
Un estudio de Abefin (la Asociación Brasileña de Educadores Financieros) reveló que las hijas pueden ser hasta un 30 % más costosas para los padres que los varones. El gran culpable de esta desigualdad es el «efecto Cenicienta», ya que los padres gastan más en el cuidado del cabello y las uñas, ropa, accesorios y artículos de belleza.
Según el presidente de Abefin, Reinaldo Domingos, los datos de 15 mil padres con hijos de entre 7 y 12 años, recogidos en los últimos años, demostró que hay muchas más opciones de productos dirigidos al público femenino, como cuadernos y otros artículos escolares, por ejemplo. Hay infinitas opciones para las niñas, y no tantas para los varones.
Entre los 9 y los 12 años las niñas comienzan a mostrar interés en su apariencia y a experimentar con maquillaje y otros productos de belleza, como cremas, labiales, sombras y perfumes.
Los especialistas destacan, incluso, que muchos de estos productos, como las prendas y los juguetes dirigidos a las niñas, son más caros que los que están pensados para varones. Es el llamado «impuesto rosa» y que afecta a las mujeres hasta la edad adulta. Los objetos «para mujeres» son más costosos que los de hombres aunque sean iguales. Un buen ejemplo son las afeitadoras.
Por eso es necesario educar a los niños, sin importar su género, para que sean consumidores críticos y sensatos, una habilidad que les servirá mucho cuando sean adultos. (Nueva Mujer).