Noticias de Yucatán
Su caso lleva años intrigando a la comunidad médica. Se trata del de Lina Medina Vásquez, la niña peruana de tan solo cinco años que en 1939 tuvo su primer hijo.
Desde entonces a la ciudadana peruana se le conoce como la madre más joven del mundo, al dar a luz a un pequeño de 2 kilos 700 gramos cuando ella tenía tan solo cinco años, siete meses y 21 días de edad.
En la actualidad, la protagonista de este insólito caso de maternidad precoz vive virtualmente aislada del resto de Perú. A sus 85 años de edad, Lina Medina vive en una comunidad humilde de esa nación sudamericana. Según testigos cercanos a ella, la octogenaria podría vivir en mejores condiciones, pero se ha negado a recibir ayuda del gobierno local debido a que cuando más lo necesitó, el Estado no cumplió todas las promesas que le hizo.
El caso de esta madre resulta interesante más allá de lo médico, ya que el embarazo de esta niña no solo combinó cambios fisiológicos adelantados a su edad, sino también un crimen de carácter sexual.
Lina Medina Vásques nació en una comunidad empobrecida de los andes peruanos. A los tres años de edad comenzó a menstruar, le empezó a crecer vello público y sus senos comenzaron a resaltar debajo de su blusa.
Al principio su familia, que se dedicaba a la agricultura, pensó que los cambios fisiológicos por los que atravesaba su hija, tan solo una más de ocho hermanos, se debían a la Luna o al mal conocido como el de la Culebra que, según las tradiciones locales, afecta a las personas que no se apegaron a las costumbres o trasgredieron espacios sagrados.
Convencidos de que una serpiente etérea se le había metido a su hija y la había comenzado a devorar desde dentro, su familia la llevó con chamanes y curanderos, pero ningún baño en los mantantiales cercanos ni ningún rito la alivió. Pronto los sangrados mensuales se detuvieron, pero su vientre comenzó a hincharse y a la pequeña se le vio cada vez más agotada y triste.
No fue sino hasta que Lina fue llevada al hospital San Juan de Dios de Pisco, a unas cuatro horas de distancia de Lima, que el caso de la pequeña se documentó y conmocionó a la sociedad peruana de ese entonces.
Hoy sabemos que lo que sucedió con la pequeña fue un caso de pubertad precoz de causa idiopática, pero en aquellos últimos días de la década de los 30s, no se había visto algo similar.
En el hospital se le practicó un estudio que descubrió que la pequeña tenía ocho meses de gestación y que, de alumbrar adecuadamente, se convertiría en la madre más joven de la historia contemporánea.
Una vez que se confirmó el embarazo, las autoridades locales comenzaron a investigar quién pudo haber sido el padre del niño, pues ella, al ser menor, debió haber sido ultrajada para haber quedado embarazada.
Desgraciadamente, tras varios meses de diligencias, el culpable nunca fue hallado y el caso criminal fue cerrado.
Cuando el niño que la pequeña llevaba dentro nació en abril de 1939 a través de una cesárea, el caso de Lina acaparó las portadas de los medios de la época, llegando a llamar la atención de varios especialistas de otros países que incluso se ofrecieron a velar por Lina y Gerardo, su hijo, con tal de permitirles estudiarlos.
En la intervención quirúrgica se descubrió que los ovarios de la niña eran como los de un adulto y que el bebé pesó 2.7 kilos al nacer. Se trataba de un niño completamente sano.
La protagonista de esta historia ahora tiene 85 años, pero se rehúsa a dar entrevistas debido a que quiere permanecer aislada del mundo exterior, ya que se siente decepcionada de todas las promesas que el gobierno peruano y varias instituciones médicas le hicieron y no le cumplieron.
Tras el parto la niña y su hijo volvieron al hogar familiar y sobrevivieron como pudieron hasta que años más tarde ella estudió taquigrafía y se convirtió en una de las secretarias del médico que la atendió.
Gerardo Lozada, el especialista que observó de cerca el caso de la niña, de alguna manera la protegió y veló por sus necesidades hasta que murió y dejó a Lina y a su hijo completamente desamparados.
A los cuarenta años de edad Gerardo, el hijo, murió por consecuencia del cáncer de médula. Su vida había sido difícil y por ello vivió en relativa pobreza hasta que la enfermedad lo venció.
Después del nacimiento de su primogénito, Lina Medina Vásques se casó y tuvo un hijo más, quien actualmente vive en México, según indican medios locales.
Desde entonces se han documentado varios casos de niñas menores de 10 años que se convirtieron en madres tras haber sido violadas por sus propios familiares, pero el caso de Lina sigue siendo importante debido a que fue ella la que dio a luz a un niño a una edad todavía más temprana.
Su caso lleva años intrigando a la comunidad médica. Se trata del de Lina Medina Vásquez, la niña peruana de tan solo cinco años que en 1939 tuvo su primer hijo.
Desde entonces a la ciudadana peruana se le conoce como la madre más joven del mundo, al dar a luz a un pequeño de 2 kilos 700 gramos cuando ella tenía tan solo cinco años, siete meses y 21 días de edad.
En la actualidad, la protagonista de este insólito caso de maternidad precoz vive virtualmente aislada del resto de Perú. A sus 85 años de edad, Lina Medina vive en una comunidad humilde de esa nación sudamericana. Según testigos cercanos a ella, la octogenaria podría vivir en mejores condiciones, pero se ha negado a recibir ayuda del gobierno local debido a que cuando más lo necesitó, el Estado no cumplió todas las promesas que le hizo.
El caso de esta madre resulta interesante más allá de lo médico, ya que el embarazo de esta niña no solo combinó cambios fisiológicos adelantados a su edad, sino también un crimen de carácter sexual.
Lina Medina Vásques nació en una comunidad empobrecida de los andes peruanos. A los tres años de edad comenzó a menstruar, le empezó a crecer vello público y sus senos comenzaron a resaltar debajo de su blusa.
Al principio su familia, que se dedicaba a la agricultura, pensó que los cambios fisiológicos por los que atravesaba su hija, tan solo una más de ocho hermanos, se debían a la Luna o al mal conocido como el de la Culebra que, según las tradiciones locales, afecta a las personas que no se apegaron a las costumbres o trasgredieron espacios sagrados.
Convencidos de que una serpiente etérea se le había metido a su hija y la había comenzado a devorar desde dentro, su familia la llevó con chamanes y curanderos, pero ningún baño en los mantantiales cercanos ni ningún rito la alivió. Pronto los sangrados mensuales se detuvieron, pero su vientre comenzó a hincharse y a la pequeña se le vio cada vez más agotada y triste.
No fue sino hasta que Lina fue llevada al hospital San Juan de Dios de Pisco, a unas cuatro horas de distancia de Lima, que el caso de la pequeña se documentó y conmocionó a la sociedad peruana de ese entonces.
Hoy sabemos que lo que sucedió con la pequeña fue un caso de pubertad precoz de causa idiopática, pero en aquellos últimos días de la década de los 30s, no se había visto algo similar.
En el hospital se le practicó un estudio que descubrió que la pequeña tenía ocho meses de gestación y que, de alumbrar adecuadamente, se convertiría en la madre más joven de la historia contemporánea.
Una vez que se confirmó el embarazo, las autoridades locales comenzaron a investigar quién pudo haber sido el padre del niño, pues ella, al ser menor, debió haber sido ultrajada para haber quedado embarazada.
Desgraciadamente, tras varios meses de diligencias, el culpable nunca fue hallado y el caso criminal fue cerrado.
Cuando el niño que la pequeña llevaba dentro nació en abril de 1939 a través de una cesárea, el caso de Lina acaparó las portadas de los medios de la época, llegando a llamar la atención de varios especialistas de otros países que incluso se ofrecieron a velar por Lina y Gerardo, su hijo, con tal de permitirles estudiarlos.
En la intervención quirúrgica se descubrió que los ovarios de la niña eran como los de un adulto y que el bebé pesó 2.7 kilos al nacer. Se trataba de un niño completamente sano.
La protagonista de esta historia ahora tiene 85 años, pero se rehúsa a dar entrevistas debido a que quiere permanecer aislada del mundo exterior, ya que se siente decepcionada de todas las promesas que el gobierno peruano y varias instituciones médicas le hicieron y no le cumplieron.
Tras el parto la niña y su hijo volvieron al hogar familiar y sobrevivieron como pudieron hasta que años más tarde ella estudió taquigrafía y se convirtió en una de las secretarias del médico que la atendió.
Gerardo Lozada, el especialista que observó de cerca el caso de la niña, de alguna manera la protegió y veló por sus necesidades hasta que murió y dejó a Lina y a su hijo completamente desamparados.
A los cuarenta años de edad Gerardo, el hijo, murió por consecuencia del cáncer de médula. Su vida había sido difícil y por ello vivió en relativa pobreza hasta que la enfermedad lo venció.
Después del nacimiento de su primogénito, Lina Medina Vásques se casó y tuvo un hijo más, quien actualmente vive en México, según indican medios locales.
Desde entonces se han documentado varios casos de niñas menores de 10 años que se convirtieron en madres tras haber sido violadas por sus propios familiares, pero el caso de Lina sigue siendo importante debido a que fue ella la que dio a luz a un niño a una edad todavía más temprana.