Noticias de Yucatán. Noticias de Hoy
Entre enero de 2013 y diciembre de 2017, al menos 381 personas LGBT (Lesbianas, Gays, Bisexuales, Transgéneros), fueron asesinadas en México, presuntamente, por su orientación sexual o su identidad y expresión de género, de acuerdo con un informe realizado por la ONG Letra S.
Lee también:
Muertes por odio: los y las transexuales en México
Las mujeres trans (travestis, transgénero y transexuales) fueron las más afectadas por este tipo de violencia con 209 asesinatos en dicho periodo, con lo que representaron el 55% de los casos; 158 hombres gays u homosexuales fueron asesinados, el 41% de los registros; y al menos tres mujeres lesbianas fueron asesinadas en el mismo periodo así como seis hombres bisexuales o percibidos como tales.
Pero los crímenes de odio contra las personas con identidades sexogenéricas distintas no son exclusivos de México; en América Latina, Chile es uno de los países más preocupados en la actualidad por el respeto a los derechos humanos en el marco de los colectivos LGBTTT.
Según lo relata en una entrevista a BBC Mundo, la activista Mónica Flores, madre de una niña trans, “muchos niños y niñas trans no llegan a los 14 años, se suicidan, o llegan ya con mucho daño en su salud mental”.
Por esta razón, y por el caso de su hija, Flores decidió conformar, junto a otros madres y padres, una asociación dedicada a fomentar el respeto a la identidad de las personas trans en su comunidad. Con su esfuerzo logró reunir a 60 familias en un trabajo voluntario de acompañamiento para las personas trans, intersexuales y sus familias, en una fundación llamada “Renacer”.
“Las personas no salen de una definición entre hombre y mujer. Yo empecé a comprender con mi hija que la identidad trans no es el gusto por un juguete, o por un color, un disfraz. No se trata de tener conductas o actitudes del otro género, no es una decisión: es un sentimiento profundo. Nosotros nos encontramos con que nuestra niña se sentía niña y que eso era algo persistente en el tiempo”, explica.
En Chile, según relata Flores, la transexualidad es una opción en tanto que se le considera una enfermedad. Se respeta la elección de género mientras lleva una etiqueta que la define como “disforia de género”. Ese reconocimiento desde la patología implica que “para los demás, tú estás enfermo”, critica.
Pero cada vez más, el país latinoamericano avanza en el entendimiento del género como un derecho humano, por lo que existe el planteamiento de una nueva Ley de Género, en la cual, la edad para cambiar el sexo registral se ha convertido en uno de los aspectos más debatidos.
Los sectores más conservadores consideran que sólo los mayores de 14 años deben tener derecho a cambiar el nombre y sexo que aparecen en su certificado de nacimiento. Otros, plantean que la edad puede rondar los 12 años.
Lo cierto es que los sectores de familiares y activistas consideran que el derecho debería ser permanente. Es aquí cuando Flores afirma que muchos niños y niñas trans no llegan a los 14 años y optan por suicidarse.
“Estos menores y adolescentes se encuentran todos los días en espacios donde sienten que no existen. Los insultan, enfrentan la discriminación, el rechazo. No les creen cuando muestran sus documentos ante cualquier trámite. No pueden elegir con qué vestirse en el colegio, o por qué nombre los van a llamar en la lista. Y eso es doloroso. Se van alejando de la sociedad, se angustian. Muchos desertan del sistema escolar por el bullying, o porque sienten que no hay un espacio para ellos”, lamenta.
“Nosotros creemos que la identidad de género es un derecho humano y que, segundo, no es una decisión, por lo tanto no hay una edad para prohibirlo o autorizarlo. Tenemos testimonios de niños de 5, 6, 7, 8, 9 años que han hecho su tránsito y viven su identidad de género. Entonces por qué no tener ellos el derecho a ser reconocidos en su país”.
La hija de Flores, tiene 7 años y nació siendo hombre. “Mamá, yo siento que soy niña desde que estaba en tu guatita (vientre), ¿por qué me pusiste nombre de niño?”, después Mónica optó por darle acompañamiento en el proceso de adopción de un nuevo género para la pequeña.
“Los primeros temores son no entender lo que está pasando. Ya nos habíamos dado cuenta de que estábamos enfrentando una situación nueva, distinta, sobre la que no teníamos información. No sabía nada de identidad trans, no lo manejaba como mamá, ni como profesional”.
Es ahí en donde está una de las preocupaciones principales de Flores y de la fundación que preside, porque afirma que el problema será “no solo para ella (su hija), sino para cualquier otro niño que no tenga una identidad de género reconocida legalmente. Porque se van a ver expuestos a mucha discriminación”.
Los niños y niñas trans en México
En 2017 el caso de la niña Sophía le dio la vuelta a México. Había nacido siendo niño, pero gracias a la ayuda de su madre, logró cambiar su nombre y género en su acta de nacimiento por la vía administrativa sin tener que pasar por un juzgado para acreditar su identidad trans.
Tras unos primeros años de vida complicados, la etapa de reconocimiento de una nueva identidad de género, Sophía ahora estudia en una escuela en donde puede estar en libertad como niña, jugar a las muñecas, disfrazarse y convivir con sus personajes favoritos de fantasía.
Hacer un cambio de identidad en México no está legislado ni prohibido, sólo que supone un largo trámite que puede ser especialmente dificultoso para menores de edad cuya identidad de género es distinta a la que tienen de nacimiento.
La madre de Sophía logró un cambio gracias al apoyo de asociaciones civiles en pro de los derechos de las personas LGBT y la ayuda de un centro de educación sexual especializado en el tema. Pero la menor también recibió el apoyo de su abuela, su papá y su hermano pequeño y de su familia en general, algo en lo que este caso coincide con el de Flores y su hija en Chile.
“Muchas familias que expresan rechazo es porque tampoco entienden, o tienen ideas erróneas sobre lo que pasa, tienen prejuicios, creen en mitos. Cuando hay educación, cuando el tema se conversa, la mirada cambia. Las familias logran empatizar con sus hijos, los abuelos, los tíos. Por eso una de las tareas más importantes de la fundación es esa: educar“.
Al respecto de la Ley que se debate actualmente en Chile, Flores permanece optimista:
“No sé qué va a pasar, pero creo que en el 90% de las personas la identidad de género es algo estable, es algo que se mantiene en el tiempo. Yo veo que mi hija se reafirma constantemente en su identidad femenina. Y sabe que siempre voy a estar para ella. Que siempre la voy a amar, independiente de cómo se llame, cómo se sienta y cómo se vista. La amo porque es mi hija”.
Con información de BBC Mundo.
Entre enero de 2013 y diciembre de 2017, al menos 381 personas LGBT (Lesbianas, Gays, Bisexuales, Transgéneros), fueron asesinadas en México, presuntamente, por su orientación sexual o su identidad y expresión de género, de acuerdo con un informe realizado por la ONG Letra S.
Lee también:
Muertes por odio: los y las transexuales en México
Las mujeres trans (travestis, transgénero y transexuales) fueron las más afectadas por este tipo de violencia con 209 asesinatos en dicho periodo, con lo que representaron el 55% de los casos; 158 hombres gays u homosexuales fueron asesinados, el 41% de los registros; y al menos tres mujeres lesbianas fueron asesinadas en el mismo periodo así como seis hombres bisexuales o percibidos como tales.
Pero los crímenes de odio contra las personas con identidades sexogenéricas distintas no son exclusivos de México; en América Latina, Chile es uno de los países más preocupados en la actualidad por el respeto a los derechos humanos en el marco de los colectivos LGBTTT.
Según lo relata en una entrevista a BBC Mundo, la activista Mónica Flores, madre de una niña trans, “muchos niños y niñas trans no llegan a los 14 años, se suicidan, o llegan ya con mucho daño en su salud mental”.
Por esta razón, y por el caso de su hija, Flores decidió conformar, junto a otros madres y padres, una asociación dedicada a fomentar el respeto a la identidad de las personas trans en su comunidad. Con su esfuerzo logró reunir a 60 familias en un trabajo voluntario de acompañamiento para las personas trans, intersexuales y sus familias, en una fundación llamada “Renacer”.
“Las personas no salen de una definición entre hombre y mujer. Yo empecé a comprender con mi hija que la identidad trans no es el gusto por un juguete, o por un color, un disfraz. No se trata de tener conductas o actitudes del otro género, no es una decisión: es un sentimiento profundo. Nosotros nos encontramos con que nuestra niña se sentía niña y que eso era algo persistente en el tiempo”, explica.
En Chile, según relata Flores, la transexualidad es una opción en tanto que se le considera una enfermedad. Se respeta la elección de género mientras lleva una etiqueta que la define como “disforia de género”. Ese reconocimiento desde la patología implica que “para los demás, tú estás enfermo”, critica.
Pero cada vez más, el país latinoamericano avanza en el entendimiento del género como un derecho humano, por lo que existe el planteamiento de una nueva Ley de Género, en la cual, la edad para cambiar el sexo registral se ha convertido en uno de los aspectos más debatidos.
Los sectores más conservadores consideran que sólo los mayores de 14 años deben tener derecho a cambiar el nombre y sexo que aparecen en su certificado de nacimiento. Otros, plantean que la edad puede rondar los 12 años.
Lo cierto es que los sectores de familiares y activistas consideran que el derecho debería ser permanente. Es aquí cuando Flores afirma que muchos niños y niñas trans no llegan a los 14 años y optan por suicidarse.
“Estos menores y adolescentes se encuentran todos los días en espacios donde sienten que no existen. Los insultan, enfrentan la discriminación, el rechazo. No les creen cuando muestran sus documentos ante cualquier trámite. No pueden elegir con qué vestirse en el colegio, o por qué nombre los van a llamar en la lista. Y eso es doloroso. Se van alejando de la sociedad, se angustian. Muchos desertan del sistema escolar por el bullying, o porque sienten que no hay un espacio para ellos”, lamenta.
“Nosotros creemos que la identidad de género es un derecho humano y que, segundo, no es una decisión, por lo tanto no hay una edad para prohibirlo o autorizarlo. Tenemos testimonios de niños de 5, 6, 7, 8, 9 años que han hecho su tránsito y viven su identidad de género. Entonces por qué no tener ellos el derecho a ser reconocidos en su país”.
La hija de Flores, tiene 7 años y nació siendo hombre. “Mamá, yo siento que soy niña desde que estaba en tu guatita (vientre), ¿por qué me pusiste nombre de niño?”, después Mónica optó por darle acompañamiento en el proceso de adopción de un nuevo género para la pequeña.
“Los primeros temores son no entender lo que está pasando. Ya nos habíamos dado cuenta de que estábamos enfrentando una situación nueva, distinta, sobre la que no teníamos información. No sabía nada de identidad trans, no lo manejaba como mamá, ni como profesional”.
Es ahí en donde está una de las preocupaciones principales de Flores y de la fundación que preside, porque afirma que el problema será “no solo para ella (su hija), sino para cualquier otro niño que no tenga una identidad de género reconocida legalmente. Porque se van a ver expuestos a mucha discriminación”.
Los niños y niñas trans en México
En 2017 el caso de la niña Sophía le dio la vuelta a México. Había nacido siendo niño, pero gracias a la ayuda de su madre, logró cambiar su nombre y género en su acta de nacimiento por la vía administrativa sin tener que pasar por un juzgado para acreditar su identidad trans.
Tras unos primeros años de vida complicados, la etapa de reconocimiento de una nueva identidad de género, Sophía ahora estudia en una escuela en donde puede estar en libertad como niña, jugar a las muñecas, disfrazarse y convivir con sus personajes favoritos de fantasía.
Hacer un cambio de identidad en México no está legislado ni prohibido, sólo que supone un largo trámite que puede ser especialmente dificultoso para menores de edad cuya identidad de género es distinta a la que tienen de nacimiento.
La madre de Sophía logró un cambio gracias al apoyo de asociaciones civiles en pro de los derechos de las personas LGBT y la ayuda de un centro de educación sexual especializado en el tema. Pero la menor también recibió el apoyo de su abuela, su papá y su hermano pequeño y de su familia en general, algo en lo que este caso coincide con el de Flores y su hija en Chile.
“Muchas familias que expresan rechazo es porque tampoco entienden, o tienen ideas erróneas sobre lo que pasa, tienen prejuicios, creen en mitos. Cuando hay educación, cuando el tema se conversa, la mirada cambia. Las familias logran empatizar con sus hijos, los abuelos, los tíos. Por eso una de las tareas más importantes de la fundación es esa: educar“.
Al respecto de la Ley que se debate actualmente en Chile, Flores permanece optimista:
“No sé qué va a pasar, pero creo que en el 90% de las personas la identidad de género es algo estable, es algo que se mantiene en el tiempo. Yo veo que mi hija se reafirma constantemente en su identidad femenina. Y sabe que siempre voy a estar para ella. Que siempre la voy a amar, independiente de cómo se llame, cómo se sienta y cómo se vista. La amo porque es mi hija”.
Con información de BBC Mundo.