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A estas alturas de la película son pocas las personas que aún se atreven a cuestionar la influencia que tiene el sexo sobre el bienestar general de las personas. Desde que el mundo es mundo, los científicos han intentado demostrar que el éxito o fracaso de las relaciones sexuales de los seres humanos influye directamente en nuestra felicidad y en nuestro estado de ánimo. A nivel físico, nuestro organismo también obtiene grandes beneficios si tenemos una buena salud sexual.
Pese a que se trata de una realidad asumida como cierta, existen pocos estudios en el campo de la psicología que hayan abordado la cuestión de otra forma que no sea a través de encuestas transversales. El pasado mes de julio, un equipo de investigadores de la Universidad George Mason (Estados Unidos) publicó un nuevo trabajo en la revista Emotion sobre el impacto que tienen las actividades íntimas en la salud mental de los sujetos. Pero esta vez lo hicieron de una forma distinta a la habitual.
Para llevar a cabo su estudio, los investigadores de esta prestigiosa universidad de Virginia pidieron a un total de 152 estudiantes que realizaran un diario de tres semanas (21 días) y registraran qué sentido tenían sus vidas, qué cambios de humor experimentaban así como su actividad sexual con su pareja, tanto positiva como negativa. Los autores también instaron a los participantes a registrar el nivel de placer experimentado tras cada encuentro. Cabe señalar que la edad promedio de la muestra era de 24 años, que 116 sujetos del estudio eran mujeres y 36 eran hombres, y que el 63% de los sujetos reconocía tener una relación monógama.
Los resultados no dejan lugar a dudas: el sexo influye directamente en nuestra felicidad. Y lo que es más: los efectos positivos del sexo al día siguiente son más intensos después de relaciones en las que se experimenta un mayor placer sexual. Curiosamente, según este trabajo, la frecuencia de las relaciones en una pareja estable no se vinculó directamente con la obtención de un mayor bienestar. Por lo tanto, podríamos concluir que la calidad, más que la cantidad, influye más en nuestro bienestar psicológico.
El equipo de psicólogos también quiso saber si aquellas personas que tenían una actitud más positiva en la vida eran también aquellos que obtenían un mayor beneficio del sexo ya que, tal y como apuntan en el trabajo, es lógico pensar que la gente que irradia positividad puede resultar más atractiva para los demás.
Sin embargo, los datos no confirman este extremo: "Cuando se probó la dirección inversa, el bienestar personal no se relaciona con una actividad sexual positiva, un mayor placer o un mayor grado de intimidad". Así, los resultados apuntan que existe una relación unidireccional en la que tanto la frecuencia del sexo como la calidad del mismo conducen a mejoras evidentes en el bienestar de las personas.
A estas alturas de la película son pocas las personas que aún se atreven a cuestionar la influencia que tiene el sexo sobre el bienestar general de las personas. Desde que el mundo es mundo, los científicos han intentado demostrar que el éxito o fracaso de las relaciones sexuales de los seres humanos influye directamente en nuestra felicidad y en nuestro estado de ánimo. A nivel físico, nuestro organismo también obtiene grandes beneficios si tenemos una buena salud sexual.
Pese a que se trata de una realidad asumida como cierta, existen pocos estudios en el campo de la psicología que hayan abordado la cuestión de otra forma que no sea a través de encuestas transversales. El pasado mes de julio, un equipo de investigadores de la Universidad George Mason (Estados Unidos) publicó un nuevo trabajo en la revista Emotion sobre el impacto que tienen las actividades íntimas en la salud mental de los sujetos. Pero esta vez lo hicieron de una forma distinta a la habitual.
Para llevar a cabo su estudio, los investigadores de esta prestigiosa universidad de Virginia pidieron a un total de 152 estudiantes que realizaran un diario de tres semanas (21 días) y registraran qué sentido tenían sus vidas, qué cambios de humor experimentaban así como su actividad sexual con su pareja, tanto positiva como negativa. Los autores también instaron a los participantes a registrar el nivel de placer experimentado tras cada encuentro. Cabe señalar que la edad promedio de la muestra era de 24 años, que 116 sujetos del estudio eran mujeres y 36 eran hombres, y que el 63% de los sujetos reconocía tener una relación monógama.
Los resultados no dejan lugar a dudas: el sexo influye directamente en nuestra felicidad. Y lo que es más: los efectos positivos del sexo al día siguiente son más intensos después de relaciones en las que se experimenta un mayor placer sexual. Curiosamente, según este trabajo, la frecuencia de las relaciones en una pareja estable no se vinculó directamente con la obtención de un mayor bienestar. Por lo tanto, podríamos concluir que la calidad, más que la cantidad, influye más en nuestro bienestar psicológico.
El equipo de psicólogos también quiso saber si aquellas personas que tenían una actitud más positiva en la vida eran también aquellos que obtenían un mayor beneficio del sexo ya que, tal y como apuntan en el trabajo, es lógico pensar que la gente que irradia positividad puede resultar más atractiva para los demás.
Sin embargo, los datos no confirman este extremo: "Cuando se probó la dirección inversa, el bienestar personal no se relaciona con una actividad sexual positiva, un mayor placer o un mayor grado de intimidad". Así, los resultados apuntan que existe una relación unidireccional en la que tanto la frecuencia del sexo como la calidad del mismo conducen a mejoras evidentes en el bienestar de las personas.
Fuente: El Español