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Después de caminar por 17 días desde Honduras hasta Santiago Niltepec, Oaxaca, donde han llegado hoy y donde pasarán la tarde-noche hasta su salida en la madrugada, los niños y niñas de la caravana migrante, que partió de su país el 13 de octubre, están ya agotados por el trayecto.
Las caminatas en territorio mexicano, con calor y humedad, los han fatigado.
Algunos han presentado cuadros de diarrea por ingerir alimentos a los que no están acostumbrados. Otros han tenido cuadros de gripe debido a las lluvias a las que han estado expuestos por las noches y al sol del día.
Tanto los cuadros de diarrea como los de gripe están bajo control gracias al apoyo de las comunidades por donde va pasando la caravana, las donaciones y la intervención de las organizaciones de la sociedad civil, la Cruz Roja, e instituciones de gobierno como el DIF. En cada punto al que están llegando, la comunidad les ofrece comida y “aventones” para ayudarlos a avanzar más rápido.
“Hemos organizado puntos de abastecimiento de agua para que los migrantes puedan hidratarse, porque han sido recorridos muy largos para ellos y con mucho sol. Un recorrido de un punto a otro que por lo general toma media hora en automóvil a ellos les está tomando hasta cuatro horas”, dice Alejandra Castillo, integrante de UNICEF México, quien se encuentra acompañando a la caravana.
Las familias que traen niños menores de cinco años van a un ritmo más lento, los papás los van cargando y eso agota más a todos.
Aunque no tienen un dato exacto, UNICEF México calcula que una de cada cuatro personas que están caminando hacia Estados Unidos son niños, muchos de ellos tienen un promedio de cuatro años de edad, pero también hay muchos de meses.
“Lo que vemos en esta primera caravana es que está integrada en su mayoría por familias y vienen con sus niños pequeños”, dice Castillo.
Los menores, agrega, se han resfriado por los cambios de temperatura. Ante esto, los padres están acudiendo a los puestos de atención que ha colocado el DIF y la Cruz Roja para que sus hijos reciban atención médica y medicinas. Eso por ahora ha controlado los cuadros de gripe y diarrea que los niños han presentado.
Pero el camino se va complicando, dice Castillo. De Arriaga, en Chiapas, a Tapanatepec, en Oaxaca, no hubo un poblado intermedio donde pudieran recibir agua y comida o donde descansar y eso mermó mucho a la gente.
“En el camino encontrábamos familias en los acotamientos de la carretera tomando un descanso porque no había donde más hacerlo”.
De Niltepec a la posible parada siguiente, que sería Juchitán, tampoco hay poblados donde se pueda apoyar a los migrantes o donde puedan establecer sus carpas para descansar. “Va a ser un trayecto pesado para las familias y muy pesado para los niños”.
Se prevé que esta madrugada la caravana emprenda camino rumbo a Juchitán o a Matías Romero, también en Oaxaca. “En automóvil es un trayecto de unos 40 minutos, pero a la caravana le puede tomar unas cinco horas y el riesgo es que cruzarían La Ventosa, donde hay mucho viento”.
A partir de estos puntos preocupa el frío. Después de caminar en el calor y la humedad, los migrantes se encontrarán con temperaturas bajas. La mayoría solo trae la ropa que tienen puesta y no cuentan con chamarras o cobijas.
Aunque en cada comunidad se ha estado estableciendo también un puesto con ropa donada, dice Castillo, “habrá que escalar la respuesta entre la sociedad civil y las autoridades para asegurarnos que tengan abrigo suficiente”.
Respecto a las medidas de protección, después de que se difundió la noticia de un intento de secuestró a un niño, la caravana se está organizando para protegerlos.
“Están voceando que los menores permanezcan cerca de sus familias y otras medidas de conducta en cada población a la que llegan”.
Pese a todos las complicaciones y el cansancio, cuando los niños y niñas llegan a los puntos de descanso, toman una siesta y luego encuentran espacio y ánimo para jugar en los columpios de los parques públicos o con lo que se pueda.
“Lo que escuchamos mucho de ellos es que preguntan: ¿cuánto falta para llegar? Porque ya están fatigados después de tantos días de camino, pero aún se les ve de buen ánimo”.
Después de caminar por 17 días desde Honduras hasta Santiago Niltepec, Oaxaca, donde han llegado hoy y donde pasarán la tarde-noche hasta su salida en la madrugada, los niños y niñas de la caravana migrante, que partió de su país el 13 de octubre, están ya agotados por el trayecto.
Las caminatas en territorio mexicano, con calor y humedad, los han fatigado.
Algunos han presentado cuadros de diarrea por ingerir alimentos a los que no están acostumbrados. Otros han tenido cuadros de gripe debido a las lluvias a las que han estado expuestos por las noches y al sol del día.
Tanto los cuadros de diarrea como los de gripe están bajo control gracias al apoyo de las comunidades por donde va pasando la caravana, las donaciones y la intervención de las organizaciones de la sociedad civil, la Cruz Roja, e instituciones de gobierno como el DIF. En cada punto al que están llegando, la comunidad les ofrece comida y “aventones” para ayudarlos a avanzar más rápido.
“Hemos organizado puntos de abastecimiento de agua para que los migrantes puedan hidratarse, porque han sido recorridos muy largos para ellos y con mucho sol. Un recorrido de un punto a otro que por lo general toma media hora en automóvil a ellos les está tomando hasta cuatro horas”, dice Alejandra Castillo, integrante de UNICEF México, quien se encuentra acompañando a la caravana.
Las familias que traen niños menores de cinco años van a un ritmo más lento, los papás los van cargando y eso agota más a todos.
Aunque no tienen un dato exacto, UNICEF México calcula que una de cada cuatro personas que están caminando hacia Estados Unidos son niños, muchos de ellos tienen un promedio de cuatro años de edad, pero también hay muchos de meses.
“Lo que vemos en esta primera caravana es que está integrada en su mayoría por familias y vienen con sus niños pequeños”, dice Castillo.
Los menores, agrega, se han resfriado por los cambios de temperatura. Ante esto, los padres están acudiendo a los puestos de atención que ha colocado el DIF y la Cruz Roja para que sus hijos reciban atención médica y medicinas. Eso por ahora ha controlado los cuadros de gripe y diarrea que los niños han presentado.
Pero el camino se va complicando, dice Castillo. De Arriaga, en Chiapas, a Tapanatepec, en Oaxaca, no hubo un poblado intermedio donde pudieran recibir agua y comida o donde descansar y eso mermó mucho a la gente.
“En el camino encontrábamos familias en los acotamientos de la carretera tomando un descanso porque no había donde más hacerlo”.
De Niltepec a la posible parada siguiente, que sería Juchitán, tampoco hay poblados donde se pueda apoyar a los migrantes o donde puedan establecer sus carpas para descansar. “Va a ser un trayecto pesado para las familias y muy pesado para los niños”.
Se prevé que esta madrugada la caravana emprenda camino rumbo a Juchitán o a Matías Romero, también en Oaxaca. “En automóvil es un trayecto de unos 40 minutos, pero a la caravana le puede tomar unas cinco horas y el riesgo es que cruzarían La Ventosa, donde hay mucho viento”.
A partir de estos puntos preocupa el frío. Después de caminar en el calor y la humedad, los migrantes se encontrarán con temperaturas bajas. La mayoría solo trae la ropa que tienen puesta y no cuentan con chamarras o cobijas.
Aunque en cada comunidad se ha estado estableciendo también un puesto con ropa donada, dice Castillo, “habrá que escalar la respuesta entre la sociedad civil y las autoridades para asegurarnos que tengan abrigo suficiente”.
Respecto a las medidas de protección, después de que se difundió la noticia de un intento de secuestró a un niño, la caravana se está organizando para protegerlos.
“Están voceando que los menores permanezcan cerca de sus familias y otras medidas de conducta en cada población a la que llegan”.
Pese a todos las complicaciones y el cansancio, cuando los niños y niñas llegan a los puntos de descanso, toman una siesta y luego encuentran espacio y ánimo para jugar en los columpios de los parques públicos o con lo que se pueda.
“Lo que escuchamos mucho de ellos es que preguntan: ¿cuánto falta para llegar? Porque ya están fatigados después de tantos días de camino, pero aún se les ve de buen ánimo”.