Huazolotitlán.- Los pobladores de Santa
María Huazolotitlán, en Oaxaca, que sufrieron la pérdida de sus viviendas hace
un año por un sismo de magnitud 7,2, se han dado a la tarea de reconstruir sus
casas, mientras que los estudiantes caminan entre los escombros de sus
escuelas.
Tras el sismo y una rápida revisión
protocolaria, el Gobierno mexicano indicó que el movimiento telúrico de ese 16
de febrero fue sentido también en los estados de Guerrero, Puebla, Morelia,
Colima y Jalisco.
En Oaxaca los daños más significativos
ocurrieron en Pinotepa Nacional, Río Grande, Jamiltepec, distrito al que
pertenece Santa María Huazolotitlán, y en San José del Progreso, con unas
16.000 viviendas destruidas o resentidas.
Tras la emergencia, se puso en marcha un
plan para atender a los damnificados, pero en miles de casos solo representó la
entrega de un folio, como el caso de Gladys Martínez, que lo recibió al
reportar los daños a su vivienda en Huazolotitlán.
La autoridades le prometieron recursos del
Fondo Nacional de Desastres Naturales, un instrumento financiero público que
tiene por objeto proporcionar auxilio a la población en casos de desastre, y
dijeron que le otorgarían una tarjeta con dinero para la reconstrucción.
Pero 365 días después, al ver que esos
recursos nunca llegaron, y que ella misma percibió que no llegarían, comenzó a
reconstruir su vivienda con su propio dinero.
"Poco a poco hemos estado comprando
material, nos hemos endeudado para volver a construir nuestra vivienda, ya que
durante dos meses mi familia estuvo durmiendo a la intemperie; el gobierno no
nos hizo caso y nos abandonó",
contó Gladys a Efe. La atención se centró en primer lugar en su papá, un adulto de la tercera edad al que le construyeron un techo provisional y posteriormente un cuartito para que pudiera vivir.
Pero el sismo no solo afectó sus vivienda,
porque también repercutió en su economía y en los planes de estudio que tenía
para su hija menor Mayté, los cuales quedaron aplazados.
Debido a que Gladyz destinó todo sus
ahorros a construir un pequeño cuarto que dejó inconcluso, la joven Mayté no
pudo comenzar a estudiar la carrera de relaciones internacionales en un colegio
de balneario de Puerto Escondido.
Además de miles de viviendas, el terremoto
afectó 925 escuelas de la región de la Costa, de acuerdo con el registro de la
Coordinación Estatal de Protección Civil de Oaxaca.
En la comunidad José María Morelos,
perteneciente también a Huazolotitlán, el temblor dañó una decena de escuelas
del nivel de educación básica que aún no se han reconstruido.
Los estudiantes, reciben sus clases en
salones improvisados con techos de lámina y paredes de madera, casi a la
intemperie.
En la primaria "Corregidora", más
de 200 niños padecen las inclemencias del tiempo y juegan y caminan entre
escombros. Aquí la única ayuda que llegó fue para demoler los salones
afectados.
"Es mucho ruido y tenemos que poner
cortinas para que no se distraigan mucho los niños. La verdad que sí estamos
mal, incómodos, porque está muy fuerte la calor y los padres de familia han
apoyado para poder seguir en este espacio",
dijo Marisela Gómez, una maestra de sexto
grado de la citada escuela.
Uno de los estudiantes, Jasón Gutiérrez,
aseguró que bajo esas condiciones no se siente "tan seguro" porque
los salones están en mal estado, mientras que su compañera Salma Elena López
pidió que las aulas se reconstruyan "para seguir estudiando y no carecer
de esta enseñanza porque la necesitamos".
Dos días después del temblor del 16 de
febrero, se declaró como zona de emergencia a 38 municipios que fueron
afectados por el temblor y en un primer censo se contabilizaron más de 16.000
viviendas.
El representante municipal de José María
Morelos, Gonzalo Santos, relató a Efe que fueron los mismos padres de familia
quienes "prácticamente demolieron y se encargaron de sacar lo escombros de
la escuela" para que sus hijos regresaran la institución, pero las
autoridades no han retirado los escombros.
Otros estudiantes, como los 162 alumnos de
una secundaria técnica, de los cuales 117 estudian en salones que tienen los
pisos hundidos y las paredes se tambalean.
"Sí nos da un poco de miedo porque las
paredes están muy maltratadas y tras el temblor la escuela no recibió apoyo de
parte del gobierno",
contó la estudiante Jacqueline Pérez.
El terremoto ocurrió a las 17.39 hora local
del viernes 16 de febrero de 2018 con magnitud de 7,2 y fue seguido por 225
réplicas en las siguientes cinco horas, la mayor de magnitud 5,9.
Todos los temblores tuvieron epicentro en la zona cercana a Pinotepa Nacional, Oaxaca, una zona de alta actividad sísmica.
EFE.