México.- El
desierto de Arizona, en Estados Unidos, impone respeto, pesa. Es como un león
que mira a sus presas que vienen heridas, las acecha y cuando caen al piso ya
no las suelta, así lo describe el activista Ely Ortiz.
Los
migrantes, en su lucha por el sueño americano, pierden todo temor y lo
atraviesan, muchos de ellos quedando en el camino.
Los
constantes cambios de temperatura, entre calor extremo y el frío, el abandono
de «polleros» o «coyotes» y la falta de agua y alimento han abonado a que los decesos
no paren. De 1998 a 2018 se han registrado 7 mil 505 personas fallecidas en los
sectores de la frontera suroeste de Estados Unidos-México desde el cruce de San
Diego, California, hasta Río Grande, Texas, de acuerdo con informes de la
Patrulla Fronteriza.
La
situación ha motivado la creación de grupos ciudadanos como Águilas del
Desierto, una organización fundada por latinos en San Diego, Estados Unidos,
que con sus propios recursos se adentran al páramo para encontrar a sus
«hermanos», vivos o muertos.
La
organización comenzó con 11 voluntarios el 12 de agosto del 2012. Hoy son más
de 48 que han logrado recuperar 50 cuerpos, algunos muy recientes, otros a
punto de llegar a un galón de agua y otros más consumidos por animales de la
zona.
«Todo
inició por una muy mala experiencia, una experiencia personal que vivimos en la
familia en la que desafortunadamente “el coyote” abandonó a un hermano y a un
primo en el desierto y los encontramos mucho tiempo después, cuatro meses y
medio después, para ser exacto, y encontramos ya nada más los puros cuerpos»,
contó Ely Ortiz, originario de Huajuapan, municipio de Oaxaca, en México, y
actual presidente de la organización.
Al señalar
que ni el consulado en Estados Unidos, ni migración en México ayudan a familias
a buscar a sus seres queridos en el desierto, así como ninguna otra orden
gubernamental, indicó que son profesionistas, académicos, estudiantes,
militares y familias quienes han fortalecido la agrupación Águilas del
Desierto.
Buscan con
palas, perros, en camionetas especiales y vía digital con un costo de alrededor
de 2 mil dólares (38 mil 412 pesos ) por día. Sumando gastos de alimento y
combustible.
A pesar de
que todos los voluntarios tienen familia y trabajo, reservan los fines de
semana para dar respuesta al clamor de padres y familiares que vieron partir a
su hermano, a su hijo, a su sobrino o su nieto, y no saben nada de ellos desde
hace meses o incluso años.
El proceso
para una búsqueda por parte de Águilas del Desierto es complicado y muy
burocrático, según contó Ely Ortiz, de 46 años de edad. Indicó que después de
que una familia se pone en contacto con ellos, deben hacer el reporte con
Migración y con el consulado para que primero averigüen en el sistema si los
tienen detenidos en alguna cárcel o en algún hospital.
«Muchas de
las veces ahí se resuelven los problemas o todos los reportes que nos hacen,
porque están detenidos. Los familiares los ubican y ahí se acaba el reporte,
pero cuando no están ya en el sistema, entonces pasamos a la segunda parte,»
comentó.
La segunda
parte consiste en recabar información, por ejemplo: por dónde cruzó, cuántos
días caminó, cerca de qué carretera o qué cerro, algo que los ubique o que los
acerque a un punto de referencia para empezar a buscar. En dicha búsqueda, los
voluntarios caminan de 10 a 12 millas en un día (de 16 hasta 19 kilómetros).
El
presidente de la organización lamentó que muchos de los reportes por parte de
familiares carezcan de información precisa para comenzar a buscar. Cuando saben
en qué lugar pudo quedar el migrante, deben investigar si el sitio pertenece a
una reserva de los indios o a un parque nacional, tramitar los permisos y
entonces comenzar la búsqueda con todo el equipo.
«Después de
eso viene el organizar la búsqueda, cuántos compañeros pueden ir, cuánta comida
se tiene que comprar, cuántos vehículos se van a llevar. Nosotros no podemos
meternos así nada más a buscar,» aclaró.
El
depredador
El desierto
de Arizona es uno de los accesos más utilizados por los migrantes para cruzar,
de acuerdo con Ely Ortiz. Lo eligen porque está menos vigilado, pero aseguró
que queda mucha gente en el camino, ya que también está demasiado lejos el
cruce.
Los
migrantes pueden pasar entre cinco y siete días, dependiendo adónde vayan,
recorriendo el desierto de Arizona, incluso, dijo, algunos tardan hasta 10
días.
«Yo lo he
comparado (el desierto) con un león que mira a su presa que viene herida, nada
más la está acechando, y nada más cae al piso, ya no lo suelta y hace todo su
trabajo, pero impone mucho respeto el desierto», contó.
Cuando
encuentran a los migrantes sin vida, hacen el llamado a las autoridades, en
este caso al sheriff o alguacil del condado, quien despliega médicos forenses
para la toma de muestras de ADN y, dependiendo del caso, realiza el llamado a
familiares para seguir con el proceso de la repatriación del cuerpo.
Sin
embargo, cuando llegan a encontrar a los migrantes con vida, que les ha pasado
en repetidas ocasiones, no pueden ayudarlos a subirse a sus vehículos o
guiarlos, porque prácticamente serían acusados como traficantes de personas.
Contó que
solo se puede dar agua y alimento y, en su caso, llamar a Migración si ellos se
quieren entregar.
Durante la
entrevista, Ely Ortiz contó que lo más desgarrador ocurre cuando encuentran
cuerpos de dos o tres días de haber fallecido, porque esos días pudieron hacer
la diferencia. Explicó que después de que Migración o el consulado tienen algún
reporte, Águilas del Desierto comienza una búsqueda de emergencia, llamando
gente y tratando de ubicar al migrante reportado.
«Cuando
nosotros vamos los encontramos muertos, y es duro encontrar un cuerpo de dos o
tres días de muerto, que pudimos haber encontrado con vida, ese es trabajo de
ellos. Nosotros somos voluntarios, no nos pagan, es su responsabilidad como
Patrulla Fronteriza hacer su trabajo, hacer el reporte y que lo vayan a
encontrar».
De acuerdo
con datos oficiales de la Patrulla Fronteriza de los Estados Unidos, se han
reportado miles de defunciones en su frontera suroeste, aunque para Águilas del
Desierto, esa cifra siempre es mayor, ya que Ely Ortiz indicó ellos han
encontrado cuerpos que se quedan tirados, esqueletos, ya de dos o tres años.
«Nosotros
queremos precisamente que se dé a conocer este problema porque es tan grande
que al Gobierno no le conviene decirlo, son tantos muertos que quedan en sus
fronteras, ellos no lo dicen», recalcó.
Al vivir
innumerables experiencias respecto a los migrantes, opinó que el muro
fronterizo que promueve el gobierno del presidente de Estados Unidos, Donald
Trump, es algo que no va a funcionar, destacando que siempre van a existir
necesidades en otros países y cada quien tiene derecho de migrar y buscar un
futuro para su familia.
«Cuando
empezaron a crear el primer muro, fue cerrar los lugares más fáciles, poner la
barda, el muro, como empujándolos a los lugares más peligrosos, es lo que
hicieron estratégicamente. Se han cruzado por el desierto porque saben que hay
otros lugares muy peligros, pero ha muerto mucha gente en el desierto»,
lamentó.
Migración
masiva
Con la
caravana de migrantes que inició en noviembre del 2018, procedente de países
como Honduras, El Salvador y Guatemala, y que atravesó México, Ely Ortiz indicó
que incrementaron los llamados de ayuda en la organización, evidenciando que el
desierto sí se volvió un cruce. Incluso indicó que han visto casos de Nicaragua
y de Perú, cosa que no había ocurrido.
«Sí
incrementaron los llamados después de la caravana migrante y nosotros sentimos
impotencia, muchos sabemos de un área en Texas que se llama Falfurrias, queda
muchísima gente y no hay ayuda, no hay ayuda como nosotros de entrar a buscar.
Nosotros queremos hacer un grupo en Texas, pero no hay cómo», manifestó.
Aunque Ely
Ortiz dijo que nunca han escuchado sobre la labor de las Rastreadoras en
Sinaloa, quienes buscan a sus hijos en fosas clandestinas, indicó que les han
pedido mucha ayuda del lado de México, específicamente para Altar, Sonora, desierto
que está en la línea divisoria de México y Estados Unidos, donde también queda
mucha gente.
Sobre
México, también agregó que buscarán reunirse con Andrés Manuel para plantear el
problema de los consulados y el lento acceso en el proceso de repatriación de
los cuerpos.
Al expresar la impotencia que sienten por todos los casos que han tenido de frente, no dudo en dejar un consejo para los ciudadanos de otros países, ya que mencionó que Estados Unidos no es el mismo de años atrás ni tampoco sus leyes, «yo, si pudiera decirles algo, les dirían que ya no vinieran así, que no se arriesgaran a perder su vida, porque las cosas acá tampoco son fáciles», finalizó.
Debate.