La influencia en la arquitectura monumental de un nuevo
asentamiento maya, descubierto en Umán, provisionalmente llamado “Panadero”,
sugiere encuentros culturales derivados de la práctica comercial, influencia
por la religión y poco probable por la migración de mayas del Petén, Guatemala
a esta zona del país, así lo revelan investigaciones que se han hecho en el
lugar durante más de dos años.
“Lo que especulamos es que la gente que vivía en Panadero,
de alguna forma ya tenía conocimiento de otras tradiciones arquitectónicas y de
representación del espacio que no son originarias de esta zona, sino que tienen
su expresión más monumental en la zona del Petén”, reveló Arturo Victoria
Pérez, investigador del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH),
asociado al proyecto de salvamento de este sitio.
El maestro en Ciencias indicó que estas investigaciones
sirven para hacer conciencia en la gente, para la conservación y respeto sobre
estas ciudades mayas, y que sean un legado para las futuras generaciones, que
sean testimonios de nuestro legado maya y se preserven ante proyectos que
amenazan su existencia.
Arqueólogos e investigadores del INAH hicieron el
descubrimiento en 2016 donde han encontrado, entre otras maravillas, un centro
cívico ceremonial, llamado provisionalmente como “Panadero”, con un juego de
pelota, un conjunto arquitectónico de patrón tríadico: una pirámide que
establece la orientación de su plaza y está acompañada de dos edificios más
pequeños, uno frente al otro, entre otras residencias.
El proyecto esta dirigido por la arqueóloga Lourdes Toscano,
asì como Arturo Victoria Pérez, investigador asociado al INAH en este proyecto,
Óscar Herrera Gorocica Fabián Alberto Olán de la Cruz , Gustavo Novelo Rincón y
la ceramista, Shirley Betrán Chay.
De acuerdo con Victoria Pérez, el descubrimiento se hizo en
el segundo semestre del 2016, cuando el gobierno del estado, a través del
Instituto de Infraestructura Carretera de Yucatán (INCAY) solicitó una
inspección sobre el trazo donde iban a realizarse las vías férreas del Centro
de Operaciones Ferroviarias, un área de carga y descarga de mercancías que se
iba a conectar con los parques industriales de Hunucmá para investigar un
posible vestigio arqueológico.
Entonces, agregó, se mandó a una cuadrilla de trabajadores
de Abalá para hacer una primera inspección preliminar, donde detectaron que
había un centro cívico ceremonial, al cual le nombraron provisionalmente como
Panadero, pues ese es el apodo del jefe de la cuadrilla de los trabajadores.
Luego, añadió, al detectar esto, conforme a la ley, se
estableció un trabaja de salvamento arqueológico, un proyecto de investigación
aprobado por instancias federales, el cual, explicó, se hace en aquellos
lugares donde se pretende hacer una obra de infraestructura, pero los
reconocimientos arqueológicos indican que hay un vestigio de una comunidad
antigua, en este caso maya, para investigar y salvar la mayor cantidad posible
de espacio e información del sitio.
Una vez que se aprobó el proyecto de salvamento, indicó el
experto, en 2017, durante 8 meses, se realizó la recolección de información en
campo, donde se percataron que había varios sitios, el más grande y relevante
fue Panadero, que está a 5. 5 kilómetros al suroeste de Umán, a 1.2 kilómetros
al norte de Poxilá, y 500 metros al norte del límite del Centro de Operaciones
Ferroviarias.
Se descubrió que el sitio contaba con este centro cívico
ceremonial bien definido integrado por un juego de pelota, un basamento con un
acrópolis tríadica, en otro costado tenía una basamento piramidal escalonado,
es decir una arquitectura monumental, de poder, aunque no al nivel de otras
grandes ciudades mayas como Chichén Itzá o Uxmal. “Es una arquitectura pública,
hecha con los recursos d la comunidad y una arquitectura ceremonial, religiosa,
que recreaba la cosmovisión y creencias que tenían en ese momento la comunidad
y la elite que la dirigía”, especificó.
Para el investigador, esta parte del descubrimiento es
relevante porque si bien se han encontrado más de 20 sitios con juego de
pelota, no es común encontrar que exista junto junto con un basamento tríadica,
formando parte del mismo centro urbano, y lo más notable es que este tipo
arreglos está inspirado en ciudades grandes del Petén, Guatemala para el
periodo preclásico, como El Mirador o Nakbé. “Lo que especulamos es que la
gente que vivía en Panadero, de alguna forma ya tenía conocimiento de otras
tradiciones arquitectónicas y de representación del espacio que no son
originarias de esta zona, sino que tienen su expresión más monumental en la
zona del Petén”, expresó.
Comercio o migración
Esto se pudiera deber a varias razones, una de ellas sería
el comercio, pues investigaciones indican que los indígenas mayas estaban
conectados por el comercio, por la transferencia de ideas vías religiosa,
contactos culturales, pero se podría especular que hubo migraciones, aunque no
es seguro pues el arqueólogo señaló que no se han encontrado esqueletos de
personas que hayan provenido de fuera, porque no se conserva mucho el hueso en
esta zona del área maya. “Pero es posible que haya existido alguna migración y
esa gente haya traído sus ideas”, reflexionó.
Por otro lado, indicó que las investigaciones que se han
realizado determinan que la gente del sitio aprovechó las fuentes de agua, como
los acceso al acuífero subterráneo, vía cenotes o cuevas, y Pandero se ubicó en
una zona donde confluyen dos tipos de suelo, leptosol negro, que se puso usar
más para material de construcción para viviendas y lo monumento, y otro de
color rojo que los mayas llamaban K’ankab, que era más fértil para practicar la
agricultura.
Por otro lado, indicó que Panadero abarca de la época del
preclásico, es decir alrededor del 400A.C. A al 250 D.C., sin embargo las
investigaciones de las áreas residenciales que están alrededor de este centro
ceremonial arrojan que se extendió hasta el clásico tardío, entre el 600 y 800
D.C.
Alrededor del centro cívico-ceremonial, también se
reconocieron espacios habitacionales donde se desarrollaba gran parte de la
vida cotidiana y el sostenimiento biocultural, con viviendas, cocinas, patios
domésticos y huertos caseros. Se registró mobiliario para la molienda como
metates, alfarería utilitaria como ollas y cajetes, además de herramientas de
piedra caliza o de corte fabricadas con sílex y obsidiana.
Por último, el maestro en Ciencias indicó que estas
investigaciones sirven para hacer conciencia en la gente, para la conservación
y respeto sobre estas ciudades mayas, y que sean un legado para las futuras
generaciones, que sean testimonios de nuestro legado maya y se preserven ante
proyectos que amenazan su existencia.
Fuente: La Jornada Maya