Wesley Ira Purkey fue ejecutado esta mañana mediante inyección letal en el Complejo Correccional Federal de Terre Haute, Indiana, horas después que la Corte Suprema de Estados Unidos diera luz verde el jueves de madrugada. Es la segunda ejecución federal esta semana. La votación del Supremo para permitir la ejecución fue de 5-4, con la oposición de los cuatro miembros progresistas del tribunal.
Wesley Ira Purkey fue condenado por secuestrar, violar y asesinar a una joven de 16 años antes de desmembrar, quemar y arrojar el cuerpo de la adolescente en una fosa séptica. También fue condenado en un tribunal estatal en Kansas por haber matado con un martillo a una mujer de 80 años enferma de polio.
La ejecución de Purkey estaba prevista para el miércoles en el Complejo Correccional Federal de Terre Haute, Indiana. Daniel Lewis Lee fue ejecutado el martes en el mismo penal cuando fracasaron sus recursos de última hora. Fue la primera ejecución federal en 17 años.
Los abogados de Purkey, de 68 años, alegaron que tenía demencia y no era apto para ser ejecutado. Afirmaban que padecía Alzheimer y que su estado se había deteriorado tanto que no comprendía por qué iba a ser ejecutado.
La juez Sonia Sotomayor escribió que “proceder ahora con la ejecución de Purkey, pese a las graves dudas y hallazgos probados sobre su competencia mental, arroja una sombra constitucional sobre la más irrevocable de las penas”. La respaldaron los otros jueces progresistas de la corte, Ruth Bader Ginsburg, Stephen Breyer y Elena Kagan, pero no lograron convencer a la mayoría conservadora.
Purkey creía que su ejecución planificada es parte de una gran conspiración que involucra a sus propios abogados. En otras presentaciones, sus defensores dijeron que Purkey tenía visiones de gente rociando veneno en su habitación y de traficantes de drogas implantando un dispositivo en su pecho para a matarlo.
Los problemas mentales de Purkey iban más allá del Alzheimer, han dicho sus abogados. Dijeron que estuvo sujeto a abuso sexual y mental cuando era niño y, a los 14 años, le diagnosticaron esquizofrenia, trastorno bipolar, depresión mayor y psicosis.
La semana pasada, tres organizaciones de salud mental instaron al fiscal estadounidense William Barr a detener la ejecución de Purkey y conmutar su sentencia a cadena perpetua sin posibilidad de libertad condicional. La carta, firmada por la Alianza Nacional sobre Enfermedades Mentales, Mental Health America y el Centro de Defensa del Tratamiento, dijo que ejecutar a personas con enfermedades mentales como Purkey “constituye un castigo cruel e inusual y no es compatible con estándares de decencia en evolución'”.
En una decisión histórica de 1986, la Corte Suprema de los Estados Unidos dictaminó que la Constitución prohíbe matar a alguien que no tenga una comprensión razonable de por qué está siendo ejecutado. Involucraba el caso de Alvin Ford, quien fue condenado por asesinato pero cuya salud mental se deterioró tras las rejas hasta el punto en que, según su abogado, creía que era Papa.
Sin embargo, la nueva sentencia del Supremo eliminó cualquier obstáculo para completar la ejecución el jueves.
La cuestión de la salud mental de Purkey se planteó en la repetición de su juicio en 2003 y cuando el jurado tuvo que decidir más tarde si era condenado a muerte por el asesinato de Jennifer Long, de 16 años, en Kansas City, Missouri. La fiscalía le acusó de violar y apuñalar a la joven, desmembrarla con una sierra eléctrica, quemarla y arrojar sus cenizas en una fosa séptica en Kansas a 320 kilómetros (200 millas) de distancia.
También fue condenado y sentenciado a cadena perpetua por matar a golpes a Mary Ruth Bales, una mujer de 80 años de Kansas City, Kansas, que padecía polio.
La madre de la adolescente asesinada por Purkey, Glenda Lamont, le dijo al Kansas City Star el año pasado que planeaba asistir a la ejecución.
“No quiero decir que estoy feliz”, dijo Lamont. “Al mismo tiempo, es un loco loco que no merece, en mi opinión, seguir respirando”.
Purkey fue ejecutado mediante inyección letal, como lo fue Lee, y en la misma pequeña habitación en la prisión de Terre Haute.
(Con información de AP)