En el cine mexicano existen registros de carreras breves que pueden considerarse exitosas debido a los resultados que arrojó a pesar del corto tiempo. A algunas personas les permitió protagonizar películas extraordinarias, a otras les concedió la oportunidad de estelarizar títulos taquilleros. A actrices como Rosario Escobar, por ejemplo, le bastaron ocho años de apariciones en sexy comedias para consolidarse como una sex symbol de su época y fijar los cimientos de su porvenir.
Apareció en cine por primera vez en 1986 con Un macho en la cárcel de mujeres junto a Alberto Rojas ‘El Caballo’. Por cierto, la música de esa película la hizo ni más ni menos que Alejandro González Iñárritu, el laureado director con dos premios Oscar. Bueno, fue en este trabajo donde ella se dio a conocer para cautivar con su físico, piel morena y sensualidad a productores de ese entonces. Un año después figuró en el elenco femenino de Duro y parejo en la casita del pecado, proyecto que la catapultó en el gusto del público masculino por sus atuendos sexys y la erótica forma de desenvolverse a cuadro.
Vinieron entonces más películas en las que quiso aparecer desnuda, lo cual terminó por consolidarla como una de las actrices consentidas del público consumidor del cine popular en el último lustro de los 80’s y principios de los 90’s. Siguió con esa tónica hasta 1994, año en que hizo su última aparición en pantalla grande con el filme de la agrupación Los Caminantes. De repente, sin avisar, desapareció del ámbito cinematográfico, y del espectáculo en sí.
Sus fans y enamorados fueron los más afectados con el retiro intempestivo de Escobar. Dejó de saberse sobre ella en todos los sentidos, se esfumó sin dejar huella. Poco a poco su nombre dejó de escucharse hasta perderse en el olvido. Como suele ocurrir en este tipo de casos, cualquier tipo de leyendas urbanas surgieron acerca de su destino: que se había casado con un político importante, que se fue a vivir fuera del país, que estaba muerta.
Tuvieron que pasar 28 años para que se supiera qué fue de su vida.
La reaparición de la actriz
A comienzos del año 2022 el Instituto Nacional de Geografía y Estadística (Inegi) dio a conocer que el estado de Campeche era la entidad peor calificada del sureste mexicano en materia de alumbrado público. La población reprobó el deficiente servicio de luminarias y se quejó de la manera en que perjudica al desarrollo de actividades al exterior al oscurecer.
Poco después de esa información una culta y experimentada empresaria apareció en un programa de radio de Ciudad del Carmen, Campeche, para hablar del proyecto de iluminación pública que impulsaba en la ciudad con el propósito de beneficiar a la comunidad local y al turismo que visita el lugar. Esta empresaria es Rosario Escobar.
La actriz se fue a radicar a esa isla del sureste en 1999 por amor. Haciéndole caso a su corazón partió a aquella entidad para establecerse definitivamente ahí. Fue en este lugar donde formó una familia con sus dos hijas y donde la vida la puso a prueba con un cierre de ciclos digno de cualquier ficción pero que en su realidad ha sido doloroso: “Esas cinco pérdidas me hicieron forjarme en la mujer que soy”.
Escobar enviudó en cinco ocasiones. Sí, se casó cinco veces, mismas veces en que sus amores han fallecido. A sus 68 años asume esa experiencia y circunstancia de su destino en aprendizaje para ayudar a otros. Integrante de la Asociación Mexicana de Mujeres Empresarias (Amexme), la actriz ha volcado sus procesos de duelo y luto en cooperar con la sociedad de Ciudad del Carmen para tener una vida digna. Una manera de hacerlo es otorgando oportunidades laborales en sus empresas, una de las cuales es dentro del ramo de la comunicación.
Pese a su tragedia, Escobar cree en la belleza del romance y la pasión. Por eso es que se ha convertido en una promotora de la sexualidad sana: “Quiero invitar al auditorio a vivir una sexualidad plena, disfrutarse completamente y ser portavoz de lo que estoy diciendo”.
Asumiéndose como una mujer adulta mayor en plenitud de facultades físicas y mentales, la actriz defiende la idea de sexualizar en armonía y con plena conciencia de que el cuerpo está hecho para hacerlo disfrutar. En su cotidianidad, ella define al sexo como un aliciente que le anima el organismo y le propicia mejor circulación. “Hay que tener esa capacidad de mantener esa mente libre, el cuerpo sano y una sexualidad sana”, difunde en su defensa por la práctica sexual responsable.
No olvida su pasado. Por el contrario, se siente en deuda con él porque los desnudos en el periodo del denominado ‘cine de ficheras’ le dieron todas las herramientas y recursos para poder desenvolverse hoy día como la empresaria que es: “Ese cine fue satanizado, y sigue siendo satanizado. Es un cine muy criticado, muy juzgado también. Sin embargo, a mí en lo personal, le estoy totalmente agradecida porque le dio vida a mi familia, a mis dos hijas. Le agradeceré toda la vida a ese tipo de cine”.