Abdel Hamid Alyousef no podía secarse las lágrimas que no dejaban de surcar su rostro. Ambos brazos estaban ocupados sosteniendo los cuerpos de sus dos hijos, los mellizos Aya y Ahmed, víctimas de tan solo 9 meses del abominable ataque químico sobre Idlib. Abdel, además, llora la muerte de su esposa y de otros 19 parientes que perdieron la vida en el bombardeo sobre el poblado sirio de Jan Sheijun.
En el camino al cementerio, el apesadumbrado padre acarició el cabello de sus bebés y murmuró a sus cuerpos sin vida: "Di adiós, bebé, di adiós". Allí los esperaban los pocos sobrevivientes de la familia para el masivo entierro. Cada rama del clan tuvo su propia fosa.
Más de 80 personas, incluidos 30 niños y 20 mujeres, murieron en el ataque con armas químicas, atribuido por la comunidad internacional al régimen de Bashar al Assad, y la cifra podría aumentar.
Los cohetes cayeron en las orillas de Harah Norte, un distrito donde radica gran parte del clan Alyousef. Los miembros del clan y sus vecinos huyeron, pasando de casa en casa para intentar encontrar a parientes
Cuando se produjo la barbarie, el padre estaba con sus mellizos, una niña y un niño. "Los saqué de la casa junto con su madre", dijo Abdel, propietario de una tienda, a la agencia AP. "Al principio estaban conscientes, pero 10 minutos después podíamos percibir el olor".
Los gemelos y su esposa, Dalal Ahmed, empezaron a sentirse mal. Los llevó con los paramédicos y, pensando que estarían bien, fue a buscar al resto de su familia. Halló los cadáveres de dos de sus hermanos, dos sobrinos y una sobrina, así como los de vecinos y amigos.
"No pude salvar a nadie. Todos están muertos", señaló a los sobrevivientes, que esperaban con una noticia aún peor para Abdul. Sólo después sus parientes pudieron armarse de valor para decirle que sus hijos y su esposa también habían muerto.
En el camino al cementerio, el apesadumbrado padre acarició el cabello de sus bebés y murmuró a sus cuerpos sin vida: "Di adiós, bebé, di adiós". Allí los esperaban los pocos sobrevivientes de la familia para el masivo entierro. Cada rama del clan tuvo su propia fosa.
Más de 80 personas, incluidos 30 niños y 20 mujeres, murieron en el ataque con armas químicas, atribuido por la comunidad internacional al régimen de Bashar al Assad, y la cifra podría aumentar.
Los cohetes cayeron en las orillas de Harah Norte, un distrito donde radica gran parte del clan Alyousef. Los miembros del clan y sus vecinos huyeron, pasando de casa en casa para intentar encontrar a parientes
Cuando se produjo la barbarie, el padre estaba con sus mellizos, una niña y un niño. "Los saqué de la casa junto con su madre", dijo Abdel, propietario de una tienda, a la agencia AP. "Al principio estaban conscientes, pero 10 minutos después podíamos percibir el olor".
Los gemelos y su esposa, Dalal Ahmed, empezaron a sentirse mal. Los llevó con los paramédicos y, pensando que estarían bien, fue a buscar al resto de su familia. Halló los cadáveres de dos de sus hermanos, dos sobrinos y una sobrina, así como los de vecinos y amigos.
"No pude salvar a nadie. Todos están muertos", señaló a los sobrevivientes, que esperaban con una noticia aún peor para Abdul. Sólo después sus parientes pudieron armarse de valor para decirle que sus hijos y su esposa también habían muerto.