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Ante el uso desmedido de pesticidas prohibidos, especialistas de la Universidad Autónoma de Yucatán (Uady) realizan un censo en diversos municipios del Estado para identificar el impacto de las malformaciones congénitas así como la muerte fetal e infantil informó e investigador de la Máxima Casa de Estudios, Ángel Polanco Rodríguez.
Reconoció que estas sustancias nocivas artificiales son la principal causa del incremento del cáncer de mama y cervicouterino, dada la alta contaminación que las mujeres presentan en la sangre y leche materna.
Explicó que los trabajos científicos cubren un total de 29 municipios de áreas rurales de la entidad, labor que se realizó con financiamiento del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt).
El proyecto de investigación advierte que, en Yucatán, el uso de estos plaguicidas es frecuente en la producción de chile habanero, papaya, frijol, calabaza, tomate, pepino, sandía, melón, maíz y cítricos, entre otros.
“Los agroquímicos organoclorados que se han detectado y que presentan alto riesgo para la salud son: DDT, aldrín, endrín, dieldrín, endosulfán I, endosulfán II, heptacloro, alfa lindano, beta lindano, gama lindano y delta lindano”, acotó.
Remarcó que los pesticidas prohibidos están controlados en naciones de primer mundo por sus impactos en la salud y en el medio ambiente.
Sin embargo, en México como en países en desarrollo permanecen sin vigilancia y continúan su uso, a pesar de que existen normas oficiales, añadió el especialista del Centro de Investigaciones Regionales “Dr Hideyo Noguchi” de la Uady.
Comentó que en el estudio de campo se demostró que en el Estado aún se manejan agroquímicos prohibidos y/o restringidos, en especial, los denominados organoclorados, los cuales son compuestos químicos orgánicos que fueron modificados reemplazando algunas de sus partículas por átomos de cloro.
Explicó que los organoclorados conforman un grupo de pesticidas artificiales desarrollados principalmente para controlar las poblaciones de insectos plaga.
Indicó que estos pesticidas, una vez aplicados en actividades agrícolas pueden subsistir por años o décadas en el aire, en los suelos y en el agua, por ello se les conoce como “Contaminantes Orgánicos Persistentes” (COP).
“La llamada ‘revolución verde’ a nivel internacional usó grandes cantidades de pesticidas para asegurar la autosuficiencia alimentaria, sin embargo, actualmente se pagan costos muy altos en materia de salud pública y medio ambiente”, por lo que Yucatán no es la excepción, abundó.
Polanco Rodríguez añadió que estos pesticidas son productos sintéticos que imitan las funciones de las hormonas naturales del ser humano, y pueden entrar al cuerpo a través del agua que se bebe, los alimentos que se consumen, por vía cutánea o por inhalación, por lo que acumula en el tejido graso.
Al empezar a actuar en el ser humano, inician un proceso químico-biológico que va suplantando la acción natural de las hormonas, interfiriendo en su producción, liberación, transporte y unión a receptores específicos.
De igual forma, bloquea la acción hormonal natural, y predisponiendo al desarrollo de procesos cancerígenos.
“Estas alteraciones pueden desarrollar problemas de salud pública como cáncer cervicouterino o mamario, malformaciones congénitas, muerte fetal o infantil”, abundó.
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