Noticias de Yucatán
En Madrid ciudadanos y organizaciones
impulsan la campaña “Rompe un muro” y trabajan cada día por derribar esas barreras injustas que están
destruyendo la vida y la infancia de miles de niños y niñas que están en Europa
o intentan llegar hasta ella.
Para miles de niños, la única solución
para reunirse con sus familias o seguir su viaje, incluso dentro de Europa, es
recurrir a los traficantes, ya que no tienen información, respuestas rápidas,
atención o protección suficientes. Aún quedan muchos niños en Grecia, Italia, Bulgaria
y Alemania separados de sus familias, sin abogados ni tutores, sin ir a la
escuela. Sin que un psicólogo trate su ansiedad o depresión infantil derivada
de las grandes barbaridades que han visto ya sus pequeños ojos o de la
incapacidad de gestionar incertidumbres y soledades que nos quitarían el sueño
de por vida a cualquier adulto.
Ladrillo a ladrillo, el discurso anti-inmigración y
anti-refugiados se está extendiendo en el mundo y en Europa, y también en las
mentes de muchas personas. Esta forma de interpretar la realidad está inundada
de mitos. Presenta a los inmigrantes y refugiados como “invasores” y
responsables de casi todos nuestros problemas económicos, sociales y de
seguridad, y consigue hacer creer a muchos que no todos tenemos los mismos derechos
como seres humanos, ni tan siquiera cuando hablamos de niños y niñas.
Estas ideas han conseguido calar en textos
legales de toda Europa, contraviniendo Tratados Internacionales e incluso
Constituciones nacionales. La discriminación de los niños migrantes y refugiados se produce a plena
luz del día y con cobertura legal.
Desde el año pasado se han ahogado en el
mismo mar en el que muchos europeos vacacionarán este verano una cifra indeterminada
de niños. Se estima que han podido ser casi mil. ¿Las razones? Insuficientes
vías de acceso para poder refugiarse de la guerra en Europa y migrar de forma
segura, por ejemplo con el fin de reunirse con un familiar.
Hay niños encerrados en centros de
detención en Europa por períodos indefinidos, solo por ser migrantes. Niños a
los que se limita la asistencia sanitaria en algunos países porque se utiliza
la salud como herramienta para intentar disuadir a otras personas de que vengan
aquí.
Muchos menores de edad continúan sin ser
identificados y protegidos correctamente a las puertas de Ceuta y Melilla
porque se les bloquea el paso sin tan siquiera preguntarles qué edad tienen o
si huyen de algo.
Estos niños y niñas, además, son víctimas
del rechazo social en muchos puntos de Europa. La policía alemana estima que se
producen 10 ataques racistas al día a centros de refugiados, donde también hay
menores de edad. En España, 32 niños y niñas extranjeros fueron víctimas de
delitos de odio en 2016.
“Estas barreras legales, administrativas y
sociales siguen en parte ahí porque aún existen muros al interior de nosotros
mismos que impiden que todos alcemos la voz contra esta injusticia para decir
de forma unánime y sonora que los niños migrantes son, ante todo y sobre todo,
niños. Y por eso deben ser protegidos. Tienen que salir inmediatamente de los
centros cerrados que los retienen sin motivos, tienen que poder ir al médico
cuando tengan gripe o necesiten insulina, tienen que ir a la escuela y tienen
que vivir en lugares adecuados donde reciban atención adaptada y cariño, más
aún si están solos.
Estos muros pueden surgir porque sus
realidades nos resultan demasiado lejanas, por el miedo ante lo desconocido,
por los prejuicios o estereotipos que tenemos en nuestra cabeza. Pero se pueden derribar.
De hecho, gracias a muchas personas que han roto estos muros, hay cada vez más
niños con historias positivas que contar, como Malik, Nora, Sammy, Nour, Ilyas e Ihab.
Días antes de lanzar esta campaña, los
ciudadanos que impulsan la campaña salieron a la calle a recoger las reacciones
espontáneas de vecinos y vecinas de Madrid. A todos les contaron la historia y
les mostraron la foto de un niño migrante de Nigeria, Obasi. Todos tuvieron la
oportunidad de encontrarse con él minutos después.
El encuentro lo cambió todo, fue una
explosión de humanidad, porque no es lo mismo un niño migrante que un niño cuyo
nombre y rostro conocemos; no es lo mismo no saber nada, que conocer su
historia; no es lo mismo tocar directamente a una persona o una realidad, que
no hacerlo.
Los impulsores de la campaña Rompe un muro
señalan a El diario.es “Desde
que se conoció la tragedia del pequeño Aylan, muchas personas nos han
preguntado qué podían hacer ante el drama que siguen viviendo los migrantes y
refugiados en Europa. La ayuda económica sigue siendo imprescindible para
nuestro trabajo en Siria, en Grecia y en decenas de los países en los que actuamos,
pero con esta acción hemos querido dar una respuesta más: la necesidad de mirar
a nuestro alrededor, tomar conciencia de los niños y niñas que ya están aquí,
niños que vemos por la calle, vecinos, compañeros de clase de nuestros hijos o
nietos…, y hacernos una pregunta cuando pasan por nuestro lado: ¿realmente
vemos antes a un niño que a un extranjero? ¿Realmente entendemos y sentimos que
todos los niños son niños?”
Con información de el
diario.es