Pena de muerte al que asesinó y torturó a niño por creer que era gay

14 diciembre 2017


El 24 de mayo del 2013, en Los Ángeles, un equipo de médicos llegó a casa de Gabriel Fernández, niño de ocho años, quien se encontraba inconsciente, con el craneo fracturado, costillas rotas y quemaduras en la piel. Inmediatamente los paramédicos lo declararon con muerte cerebral, lo llevaron al hospital y a los dos días falleció. Esa semana el jurado comenzó con un juicio contra el novio de la madre, Isauro Aguirre, a quién se le pidió la pena de muerte después de considerarlo culpable por asesinato en primer grado.

Durante ocho meses, el novio de la madre y ella hicieron que viviera un infierno en su casa. Los detalles han surgido poco a poco en el juicio contra Aguirre y los propios miembros del tribunal, la fiscalía, investigadores y espectadores advierten que las imágenes mostradas en la sala son muy fuertes e irreproducibles.

Isauro Aguirre, de 37 años, mide cerca de 1.90 metros, pesa más de 120 kilos y trabajaba como guardia de seguridad. Isauro disfrutaba de pegarle y maltratar al menor. El mismo confesó que lo hizo decenas de veces porque creía que el pequeño era gay. Su abogado defensor nunca argumentó lo contrarió pero si negó que la muerte fuera culpa de Aurelio, declararon que había sido accidental. El ayudante del fiscal del distrito, Jonathan Hatami, que lideró la acusación en el caso, hizo su declaración final con una foto del cuerpo del niño en la mesa del forense, cubierto de heridas de pies a cabeza.

La madre todo el tiempo fue complice de Isauro Aguirre. Obligaban a Gabriel a dormir en una caja, atado en un armario. Le pedía que comiera las heces del gato, las suyas y su vómito. Entre los dos le privaban la comida, lo golpeaban, insultaban, humillaban, acosaban, le decían gay. Le sacaron los dientes a golpes. Gabriel vivía en condiciones inhumanas.

Ezequiel, el hermano mayor de Gabriel, declaró que su madre participaba en las palizas y que, a pesar de tener espacio suficiente, lo obligaban a dormir en una caja. Si alguien intentaba ayudarlo era golpeado


“Teníamos gatos y una caja de arena y cuando le castigaban mi madre le decía que se comiera una mierda”, declaró Ezequiel para NBC.

El caso ayudó a revelar el mal funcionamiento de los servicios sociales. Los maestros atestiguaron que la situación del pequeño era evidente y cuatro trabajadoras se enfrentan a un juicio por supuesta negligencia al saber de la situación y no hacer nada. Una acusación sin precedentes. Por otro lado, dos sheriffse encuentran en proceso de juicio por no haber hecho nada después de visitar la casa meses antes de la muerte de Gabriel.

El 15 de noviembre el jurado emitió el veredicto que culpaba a Aguirre y el pasado miércoles 13 de diciembre se recomendó la pena de muerte tras la fase de sentencia de juicio. La sentencia definitiva será en marzo de 2018. La madre de Gabriel también es juzgada en un juicio diferente pero también se pide la pena de muerte para ella.

En el estado de California en 1974 se reinstauró la pena de muerte, sin embargo, desde hace más de diez años no se practica. El año pasado, por segunda vez, se rechazó la abolición de la pena de muerte.
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