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Entre 2013 y 2016, un virus provocó una epidemia en África que contagió de miedo a los países más desarrollados. El ébola provocó más de 11.000 muertos en aquel continente, pero la llegada de algunos enfermos a Europa y casos de contagio dentro España como el de la auxiliar Teresa Romero alentaron el miedo a un gran brote en países poco acostumbrados a esta enfermedad. Liberia, Sierra Leona o Guinea soportaron la principal carga de sufrimiento por el brote, pero la amenaza sobre occidente puede tener beneficios globales.
En Madrid, en el Hospital 12 de Octubre, la sangre de tres supervivientes al virus puede ayudar a desarrollar vacunas más eficaces para combatir nuevos brotes de ébola como el que ha golpeado Congo desde mayo. Estos pacientes han desarrollado un tipo de anticuerpos que atacan al ébola en su fase más vulnerable y esos anticuerpos pueden servir para desarrollar una vacuna que no solo ataque a la versión Zaire, la del brote de 2013, sino a otras como la Sudán o la Bundibugyo que provocan síntomas similares.
Rafael Delgado, jefe del Servicio de Microbiología del Hospital 12 de Octubre, explicaba el mecanismo para desarrollar una vacuna como una táctica bélica contra un invasor que tiene muy pocos puntos débiles. El virus del Ébola se pega a las células de su víctima y la invade, en principio protegido por una capa de proteínas que actúa como un caparazón. El organismo genera anticuerpos para intentar hacer mella en esa capa, pero no suele tener éxito. Pero después, cuando avanza en la invasión celular, tiene un momento de debilidad en el que necesita despojarse de su capa protectora y deja al descubierto otra capa de proteínas más vulnerable. El organismo de los pacientes que sobrevivieron al ébola y han sido seguidos en España fue capaz de producir los anticuerpos necesarios para causar daño al invasor justo en ese momento.
“Estos anticuerpos son muy activos y tienen mucha capacidad de protección, pero se producen en muy poca cantidad”, explica Delgado. Su rareza hace que algunos los hayan bautizado como anticuerpos Unicornio. La idea de Delgado y los miembros de su equipo consiste en crear una vacuna que induzca la producción de un mayor número de estos unicornios para que aniquilen al virus en el tiempo durante el que baja la guardia.
El trabajo de investigación, que se ha realizado en colaboración con la Unidad de Enfermedades Infecciosas del Hospital de La Paz, también en Madrid, se publica en la revista The Journal Of Infectious Diseases y sus responsables ya están avanzando hacia la creación de una vacuna universal en colaboración con el equipo de Mariano Esteban, del Centro Nacional de Biotecnología. La idea de atacar al virus cuando no tiene protección también podría, según Delgado, servir como estrategia frente al VIH o la gripe, que tienen comportamientos similares. En un año, este estudio, desarrollado en cultivos celulares, podría tener ya un modelo en ratones.
Entre 2013 y 2016, un virus provocó una epidemia en África que contagió de miedo a los países más desarrollados. El ébola provocó más de 11.000 muertos en aquel continente, pero la llegada de algunos enfermos a Europa y casos de contagio dentro España como el de la auxiliar Teresa Romero alentaron el miedo a un gran brote en países poco acostumbrados a esta enfermedad. Liberia, Sierra Leona o Guinea soportaron la principal carga de sufrimiento por el brote, pero la amenaza sobre occidente puede tener beneficios globales.
En Madrid, en el Hospital 12 de Octubre, la sangre de tres supervivientes al virus puede ayudar a desarrollar vacunas más eficaces para combatir nuevos brotes de ébola como el que ha golpeado Congo desde mayo. Estos pacientes han desarrollado un tipo de anticuerpos que atacan al ébola en su fase más vulnerable y esos anticuerpos pueden servir para desarrollar una vacuna que no solo ataque a la versión Zaire, la del brote de 2013, sino a otras como la Sudán o la Bundibugyo que provocan síntomas similares.
Rafael Delgado, jefe del Servicio de Microbiología del Hospital 12 de Octubre, explicaba el mecanismo para desarrollar una vacuna como una táctica bélica contra un invasor que tiene muy pocos puntos débiles. El virus del Ébola se pega a las células de su víctima y la invade, en principio protegido por una capa de proteínas que actúa como un caparazón. El organismo genera anticuerpos para intentar hacer mella en esa capa, pero no suele tener éxito. Pero después, cuando avanza en la invasión celular, tiene un momento de debilidad en el que necesita despojarse de su capa protectora y deja al descubierto otra capa de proteínas más vulnerable. El organismo de los pacientes que sobrevivieron al ébola y han sido seguidos en España fue capaz de producir los anticuerpos necesarios para causar daño al invasor justo en ese momento.
“Estos anticuerpos son muy activos y tienen mucha capacidad de protección, pero se producen en muy poca cantidad”, explica Delgado. Su rareza hace que algunos los hayan bautizado como anticuerpos Unicornio. La idea de Delgado y los miembros de su equipo consiste en crear una vacuna que induzca la producción de un mayor número de estos unicornios para que aniquilen al virus en el tiempo durante el que baja la guardia.
El trabajo de investigación, que se ha realizado en colaboración con la Unidad de Enfermedades Infecciosas del Hospital de La Paz, también en Madrid, se publica en la revista The Journal Of Infectious Diseases y sus responsables ya están avanzando hacia la creación de una vacuna universal en colaboración con el equipo de Mariano Esteban, del Centro Nacional de Biotecnología. La idea de atacar al virus cuando no tiene protección también podría, según Delgado, servir como estrategia frente al VIH o la gripe, que tienen comportamientos similares. En un año, este estudio, desarrollado en cultivos celulares, podría tener ya un modelo en ratones.
Fuente: El País