Crónica de un despido masivo no anunciado en el SAT

23 diciembre 2018
Noticias de Yucatán. 

(proceso.com.mx).- Jueves 20 de diciembre por la tarde. Trabajadores de la Administración Central de Fideicomisos del Sistema de Administración Tributaria (SAT) estaban por terminar su jornada laboral, cuando sus superiores les pidieron que no se fueran porque les iban a presentar a sus nuevos jefes.

Víctor Hugo Ruiz, empleado de confianza de la dependencia donde trabaja desde hace 20 años, esperó paciente la indicación. En el edificio ubicado en la calle Sinaloa 43, colonia Roma, alcaldía Cuauhtémoc, observó cómo las autoridades llamaban “uno por uno” a los trabajadores a la sala de juntas.

Los murmullos se comenzaron a escuchar. Nació la incertidumbre y en algunos, el miedo. En la semana que estaba por terminar hubo denuncias por posibles despidos en otras dependencias del gobierno federal.

Cuando fue su turno, las autoridades lo sorprendieron con una carta de renuncia que debía firmar con el argumento de un recorte de personal ordenado desde el gobierno federal.

En entrevista con apro¸ Víctor Hugo Ruiz cuenta que el documento decía que el SAT no le debía nada de dinero y que él no procedería legalmente contra la dependencia.

Conocedor de sus derechos laborales y del procedimiento de este tipo de medidas, se negó a signar la supuesta renuncia voluntaria con tres argumentos: se recupera de un accidente de trabajo, tiene pendiente el pago por “compensación de gratificación” que año con año les dan a los trabajadores de confianza y está en trámite su incorporación a su base sindical.

Ante su negativa, la situación subió de tono. Las autoridades le advirtieron que podían tramitar su “cese por pérdida de confianza”. Es más, dos personas del Área Jurídica llegaron a la sala de juntas para entregarle un oficio de terminación de relación con el SAT; pero él no se los recibió.

El viernes 21 se presentó a laborar en su horario normal y se dio cuenta que en su lugar de trabajo ya faltaba una diadema electrónica que diariamente usaba para realizar sus labores. Otros compañeros de oficina que también se negaron a firmar o que aún no les llegaba ese aviso, observaron que faltaban dispositivos USB y otros elementos con los que trabajan a diario en sus computadoras.

Ruiz intentó hablar con su jefa para aclarar la situación y saber qué camino seguirían, pero ella no supo responderle. Le dijo que tampoco sabía qué hacer.

Y así, en la incertidumbre laboral pasó el día, mientras que sus compañeros de área que sí firmaron la renuncia ya no se presentaron a trabajar.

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