La epidemia de sarampión en Filipinas ha
causado ya 203 muertes desde comienzos de año, tiempo en el que se han
registrado 13.470 casos de la enfermedad, según datos difundidos hoy por el
Departamento de Salud. La mayoría de las víctimas son niños sin vacunar, ya que
Filipinas ha sufrido un fuerte descenso de la tasa de inmunización, en parte
causado por el escándalo de Dengvaxia, una vacuna contra el dengue que se
aplicó en escuelas entre 2016 y 2017 y que se vincula con la muerte de varios
menores.
El fabricante de la vacuna contra el
dengue, la farmacéutica francesa Sanofi Pasteur, tuvo que admitir en 2017 que
acarreaba efectos adversos y que las personas vacunadas que contrajeran dengue
por primera vez sufrirían síntomas mucho más severos. La situación es
especialmente grave en el área metropolitana de Manila, capital muy densamente
poblada con 13 millones de habitantes, alrededor de un tercio en asentamientos
ilegales y a menudo insalubres donde la enfermedad se propaga rápido.
Con la intención de contener el brote para
abril, las autoridades sanitarias han emprendido una campaña de inmunización
masiva en todo el país, ya que se estima que unos 2,6 millones de niños no estaban
vacunados antes del brote.
En total se pretende inmunizar, bien por
primera vez o con una segunda vacuna de refuerzo, a unos 12 millones de niños
para evitar que aumente la propagación de esa enfermedad, muy contagiosa porque
se transmite por el aire y que también está afectando a adultos.
Las autoridades han lanzado además una
campaña de información para restaurar la confianza pública en las vacunas,
iniciativa que cuenta con el apoyo de conocidas figuras como el popular senador
y boxeador Manny Paquiao o el propio presidente, Rodrigo Duterte.
El sarampión es una enfermedad que infecta
el aparato respiratorio y sus complicaciones incluyen diarrea severa, neumonía,
ceguera e incluso la muerte.