El
sarampión es un virus contagioso, causa
síntomas respiratorios graves, fiebre y sarpullido. Los más propensos a contagiarse son los bebés
y niños. Está resurgiendo en países como Venezuela, Ucrania y Madagascar, pero
también en un suburbio de Nueva York, debido a un retroceso de la vacunación en
los países ricos y a una falta de acceso en los pobres.
¿Qué es el
sarampión y cuáles son sus síntomas?
El
sarampión es una enfermedad viral que puede prevenirse a través de la
vacunación, sobre todo teniendo coberturas altas entre la población. El grupo
más susceptible de adquirir esta enfermedad es el de los bebés, niños y las mujeres embarazadas que no han
sido vacunadas.
Los
síntomas del sarampión cambian conforme se desarrolla la enfermedad. El primer
signo es la fiebre alta que dura entre 4 y 7 días, y se presenta después de 10
o 12 días de estar en contacto con el virus.
Durante la
fase inicial del sarampión puede haber congestión nasal, tos, ojos rojos y con
secreciones y manchas blancas en la parte interior de las mejillas.
Posteriormente
se produce exantema, es decir, una erupción rojiza en la piel que dura de 5 a 6
días e inicia en la cara y parte superior del cuello, se extiende hasta cubrir
el cuerpo en un periodo aproximado de 3 días y luego desaparece.
El
sarampión puede tener complicaciones graves, incluso ser mortal. Algunas de las
complicaciones son neumonía, encefalitis, diarrea grave e infecciones del oído
y respiratorias.
Cómo se
transmite y cuál es su tratamiento?
En una
persona infectada con sarampión, el virus se encuentra en las secreciones de la
nariz y la faringe. Cuando tose o estornuda, las gotitas de saliva que expulsa
pueden transmitir el virus y causar la enfermedad.
No existe
un tratamiento antiviral específico para el sarampión. Sin embargo, para evitar
complicaciones graves la atención incluye una nutrición adecuada, la ingesta de
líquidos, el tratamiento de los cuadros de deshidratación, la prescripción de
antibióticos en caso de ser necesarios (por infecciones de ojos, oídos o
neumonía) y la suplementación de vitamina A. Este último, con un comprobado efecto
para reducir la mortalidad.
¿Cómo
prevenir el sarampión?
La
vacunación y la vigilancia epidemiológica son dos de las principales herramientas
para prevenir el sarampión.
La
vacunación es segura, eficaz y económica. El esquema para la vacuna triple
viral (SRP) que protege contra sarampión, rubeola y parotiditis, indica la
aplicación dos dosis: la primera a los 12 meses cumplidos y un refuerzo a los 6
años.
Los
adolescentes y adultos que no cuentan con las dos dosis de la vacuna SRP pueden
recibir la vacuna contra sarampión y rubeola (SR). Por otro lado, la vigilancia
epidemiológica es fundamental para identificar posibles casos de sarampión y
tomar acciones. En el mundo, las muertes por sarampión disminuyeron 84% del año
2000 al 2016, sobre todo, gracias a la vacunación.
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