Si comparan las tarifas especializadas que ayer subió drásticamente la CFE a cargo de Manuel Bartlett con las que pagan los estadounidenses, quedarán en un nivel similar… y eso puede parecer justo, pero no es así de fácil.
Hablamos de tarifas de transmisión de electricidad. Las que cobran en la industria por llevar energía a través de ciudades por medio de altas torres que cargan seis u ocho cables y que terminan pagando ustedes en su recibo... o cuando compran unas papas que incluyen ya el costo.
Bartlett consiguió que subieran entre 400 y 800 por ciento en un solo día para un tipo específico de empresas consumidoras.
Con ello, las tarifas de transmisión alta y media tensión pasarán para éstas de 4.9 centavos, a 27.85 y 25.86 centavos por kilowatt hora. Dimensionemos: si prenden un horno eléctrico durante una hora, es posible que consuman un kilowatt hora.
En Estados Unidos este año esas tarifas de transmisión promedian un precio de 1.4 centavos de dólar o unos 29 centavos de peso por kilowatt hora, de acuerdo con la Energy Information Administration del país vecino.
Las tarifas de baja tensión también subieron ayer en la CFE, de 9.7 a 89.28 centavos por kilowatt hora. Se cobran por usar más equipo, como esos transformadores que tienen en los postes cercanos a la casa y ahí sí, la CFE parece haberse servido con pala: 67 centavos de peso es el equivalente a los 3.1 centavos de dólar que promedia el servicio en la nación vecina. Sólo por tener una referencia.
¿A quiénes les subieron las tarifas? Aquí avisé antes que el impacto va dirigido a un listado de empresas como las siguientes: Peñoles, Bimbo; la dueña de los Oxxo, FEMSA; Grupo México, Nissan, Walmart, Cinépolis, 7-Eleven, Soriana, Kimberly Clark, Banco Santander, Banamex, Farmacias Guadalajara, General Motors, Bosch, Cemex, Heineken, Arca Continental, Pepsico, Grupo Modelo, Bachoco y Alsea, la de Starbucks y Domino’s, por ejemplo.
¿Por qué? Antes de la reforma energética de 2013, empresas como las mencionadas cambiaron a la CFE por sistemas independientes para su propio abasto eléctrico.
Abandonaron a la entonces paraestatal y contrataron compañías especializadas que les instalaron grandes plantas de generación de electricidad que registraron legalmente ante la Comisión Reguladora de Energía (CRE) bajo un esquema llamado 'autoabasto'. Muchas de esas plantas funcionan con energía renovable como la del viento, otras usaron eficientes turbinas a gas natural. Obviamente, la CFE perdió grandes clientes.
Pero volvamos al asunto de las tarifas que se comparan con las de Estados Unidos. Eso no significa que sean comparables.
Las plantas de autoabasto fueron instaladas muchas veces muy cerca del lugar en donde habrían de consumir la energía. En Monterrey eso es común, por ejemplo.
El servicio de transmisión que hace la CFE en esos casos es para distancias cortas –algunas veces unas cuadras– y eso es muy diferente a la transmisión común que lleva la electricidad, digamos, de Veracruz a la Ciudad de México o de Nevada a California.
Eso parte de algunos abusos que posiblemente motivaron la furia de Bartlett. Un caso de pago de justos por pecadores.
Hubieron quienes al parecer aprovecharon la existencia de bajas tarifas de transmisión establecidas en reglamento y registraron como autoabasto plantas que están a kilómetros de distancia, posiblemente en otros estados.
Por eso, la reforma energética detuvo ese esquema desde 2014.
Es muy posible que las empresas combatan a la CFE en tribunales y ganen por tratarse de derechos adquiridos. El director de la CFE sabe de leyes y lo más probable es que su meta sea la de sentar en calidad de adversarios a sus clientes, para negociar. Ése es el trato que los monopolios suelen dar a sus compradores.