Es pelón en Twitter —y, por lo visto, en todas sus
actividades— el propietario de TV Azteca.
Don Ricardo Benjamín tiene vocación de gamberro.
Ni duda cabe. Lo suyo es la camorra, está más que demostrado.
El señor Salinas Pliego, en la última etapa de su vida,
enriquecido, satisfecho por todo lo que logrado en los negocios, después de
haber disfrutado muchos de los placeres de la vida —especialmente los que se
pagan con fuertes cantidades de dinero—, en su tercera edad ha decidido divertirse
escandalizando. Personalmente, le agradezco el espectáculo tan entretenido.
Lo malo es el ejemplo, absolutamente inadecuado. Un líder de
su estatura económica debería actuar con mayor responsabilidad.
Mientras el mundo entero se pone el cubrebocas y
guarda la sana distancia, él organiza grandes pachangas con sus
esclavos de la televisora que es suya con todo lo que hay dentro,
incluyendo las personas; así lo cree, así actúa.
¿Insulto a los empleados de TV Azteca al llamarlos esclavos? Seguramente
sí, y me disculpo. Pero no resistí la tentación de usar las palabras del propio
empresario.
Don Ricardo Benjamín quiso acabar con la imagen
de Sabina Berman llamándola esclava.
Sabina colaboró en la empresa de don Ricardo y la abandonó.
Cobró por ello, como debe ser en el capitalismo, el sistema que Salinas
Pliego defiende —y yo también, creo que no hay mejor forma de organizar a la
sociedad—.
Después de alejarse de TV Azteca, ejerciendo su
libertad, la señora Berman ha decidido cuestionar a Salinas
Pliego, quien se ha defendido con el más barato de los recursos, el insulto.
Alguien tan rico como Salinas Pliego pudo haber comprado —en
el mercado de las ideas, que existe y al que es legítimo recurrir—, argumentos
más sofisticados que simplemente burlarse de una mujer que fue, dijo, su esclava.
Creo que Sabina Berman nunca ha sido esclava de nadie. Pero
suponiendo —sin conceder, desde luego— que vivió esclavizada en TV Azteca, ya se
liberó, y eso es valioso.
Quienes no se han liberado son los otros esclavos, las
otras esclavas de Ricardo Salinas —seguramente así les considera el
pendenciero potentado—; periodistas y gente de la farándula que han sido
noticia en estos días porque asistieron a la cena navideña de TV Azteca,
donde se les vio sin mascarillas y sin respetar la distancia aconsejada
por los expertos para evitar los contagios.
Se les criticó bastante, y con toda razón, por irresponsables.
Algunos de ellos, como el columnista Manuel López San Martín, se
defendieron diciendo que acudieron “voluntariamente” a la pachanga.
Sería más respetable el citado reportero si dijera que se
vio obligado a cumplirle el capricho a su patrón, Salinas Pliego.
Porque si en serio estuvo en la fiesta por su propia
voluntad, entonces el señor López San Martín es, además de irresponsable, hipócrita.
Es que se la pasa diciendo en los medios en los que participa que para combatir
a la pandemia del coronavirus lo que más ayuda es hacer exactamente
lo contrario a lo que él hizo: no quitarse el cubrebocas, no asistir a
eventos con más de diez personas y mantenerse a más de dos metros de distancia
del resto de la gente.
Me dio pena ver a Jorge Fernández Menéndez en las
fotos, difundidas por el propio don Ricardo Benjamín. Siempre he pensado que
Jorge es un periodista muy serio y de gran talento.
Fernández Menéndez entiende lo que debe hacerse en la
pandemia (cito algo publicado por él en Excélsior):
"Las medidas de prevención siguen siendo claves: uso de
cubrebocas, de sana distancia, lavado frecuente de manos y evitar alta
concentración de personas".
Jorge Fernández Menéndez
La fuerza del patrón obligó a uno de los periodistas más
sensatos a verse absolutamente cantamañanas —recurro a un sinónimo de
irresponsable no muy utilizado en México para no hacer sentir tan mal a
Jorge—.
Qué desgracia ver a personas inteligentes traicionarse a sí
mismas para complacer los antojos del jefe que se divierte jugando
al niño rebelde porque se ha aburrido en la pandemia.
Fuente: SDP