Un antibiótico desarrollado en la década de 1950 y en gran medida suplantado por medicamentos más recientes se dirige eficazmente a las células cancerosas con un defecto genético común y las mata, según muestra una investigación de laboratorio realizada por científicos del Instituto del Cáncer Dana-Farber publicado en la revista Nature Cancer.
Los expertos han descubierto que, en líneas celulares de laboratorio y modelos tumorales, la novobiocina mata selectivamente las células tumorales con genes BRCA1 o BRCA2 anormales, que ayudan a reparar el ADN dañado. Estas mutaciones del BRCA se encuentran en un porcentaje considerable de cánceres de mama, ovario, próstata y páncreas.
El doctor Alan D’Andrea es director del Centro Susan F. Smith para Cánceres Femeninos y del Centro de Daño y Reparación del ADN de Dana-Farber y, junto con el doctor Raphael Ceccaldi, del Instituto Curie de París, son los coautores de este nuevo estudio.
D’Andrea y su equipo, en un estudio publicado en 2015, descubrieron que los tumores con genes BRCA1 y -2 que funcionan mal son excesivamente dependientes para su crecimiento y supervivencia de una enzima conocida como POLQ.
Posteriormente, iniciaron este nuevo estudio, para el que examinaron miles de moléculas en tumores con deficiencia de BRCA para ver si alguna tenía un efecto sobre el crecimiento del tumor. Algunas de estas moléculas eran nuevas y otras se utilizaron en medicamentos antiguamente aprobados.
De entre la multitud de moléculas y fármacos probados, uno destacó por su capacidad para eliminar las células tumorales y dejar indemnes las células normales: la novobiocina.
El fármaco se usó en los 90 para un ensayo clínico en pacientes con cáncer
Cuando los investigadores buscaron en la literatura médica sobre la novobiocina, se encontraron con una sorpresa, pues se desarrolló y utilizó como antibiótico e incluso se había probado a principios de los años 90 en un ensayo clínico para pacientes con cánceres difíciles de tratar. Los resultados de ese ensayo clínico concluían en que la mayoría de los pacientes no se beneficiaron del fármaco y en un pequeño número el cáncer remitió o se estabilizó.
“En aquel momento, nadie sabía cuál era el objetivo del fármaco”, explica D’Andrea, quien asegura que ahora lo saben, por lo que tienen “una indicación de qué pacientes pueden beneficiarse de él”.
Así, los resultados de este estudio han impulsado a los investigadores a abrir un nuevo ensayo clínico de este fármaco, la novobiocina, para los pacientes cuyos tumores presentan esta anomalía.
El doctor D’Andrea asegura que como es “un fármaco oral seguro y aprobado para el tratamiento de otra enfermedad, la novobiocina ofrece varias ventajas como agente de estudio”.
Por ello, los expertos dicen que, ahora, están deseando probar la novobiocina “sola y en combinación con otros agentes, en pacientes cuyos tumores presentan características moleculares que indican una probable respuesta al fármaco”.