Tras las nuevas restricciones para contener la propagación del covid-19 en Rusia, desde hoy comenzó su semana de vacaciones pagadas por decreto del presidente Vladimir Putin, pues quiere frenar el avance de la pandemia en medio de récords diarios por muertes y casos.
El presidente ruso aprovechó el puente del Día de la Unidad del Pueblo de Rusia el 4 de noviembre para estirar los días no laborables en todo el país en donde las autoridades sanitarias informaron de 40 mil 251 nuevos casos, siendo el más alto desde el inicio de al pandemia.
Rusia se ha visto obligada a imponer fuertes medidas para frenar el aumento de casos desde el final del breve confinamiento a principios de la pandemia, pese a poner todas sus esperanzas en el lanzamiento de varias vacunas propias, como la Sputnik V.
A pesar de que varios fármacos están disponibles de manera gratuita desde hace meses, sólo el 32,5 por ciento de la población ha sido vacunada, según las estadísticas del Gobierno este sábado.
El Kremlin indicó a comienzos de esta semana que los epidemiólogos habían expresado sus "preocupaciones" después de que las encuestas difundidas por las agencias de noticias mostraran que un tercio de los rusos planeaban viajar durante el periodo de vacaciones.
Las regiones de todo el país han impuesto algunas restricciones contra el covid-19, pero las más estrictas comenzaron a aplicarse esta semana en Moscú, el epicentro del brote en Rusia, con los servicios esenciales cerrados.
Las autoridades sanitarias han sido acusadas de restar importancia a la pandemia. La agencia de estadística Rosstat reveló el viernes que 44 mil 265 personas han muerto en septiembre por covid, casi dos veces más que las notificadas por el Gobierno.
Cifras catastróficas
Estas cifras elevarían el número de fallecimientos por covid-19 a casi 450 mil, el dato más catastrófico de Europa. Hasta ahora las autoridades rusas han evitado imponer un confinamiento y el cierre de la economía como hizo durante algunos meses en 2020.
El líder ruso dio a las regiones la opción de adelantar unos días y prolongar más allá del 7 de noviembre las vacaciones retribuidas según su situación epidémica.
En seis regiones, Voronezh, Nizhny Novogorod, Novogorod, Kursk, Samara y Perm, los días no laborables entraron en vigor el pasado día 25, mientras que en otras siete, en particular en Moscú y la región de Moscú, el enclave báltico de Kaliningrado, Adigueya, Jakasia, Smolensk y Rostov, la medida comenzó ya el jueves.
En la mayoría de las entidades rusas se han implantado junto a las vacaciones retribuidas medidas como el cierre de comercios y empresas no esenciales, como es el caso de Moscú.
También se prohíben eventos deportivos, culturales y de entretenimiento masivos, se han cerrado guarderías y colegios, y se obliga a los visitantes de museos y teatros -que solo pueden acoger la mitad del aforo- a mostrar el código QR que demuestra que están vacunados o han pasado la enfermedad.
Baja tasa de vacunación
Las autoridades atribuyen el incremento de los casos y de la mortalidad a la agresividad de la variante delta y al laxo cumplimiento de las medidas sanitarias, dado que muchos ciudadanos llevan, por ejemplo, lel cubrebocas por debajo de la nariz.
En los últimos días se han detectado en el país cinco casos de la nueva subvariante de delta, AY.4.2, según el organismo sanitario de Rusia Rospotrebnadzor.
Pero a las autoridades les inquieta sobre todo la baja tasa de vacunación, que está lejos de ser suficiente para formar la inmunidad de rebaño en el país que registró la primera vacuna del mundo y que es especialmente reducida entre los mayores de 60 años.
A día de hoy 50,96 millones de ciudadanos se han vacunado con la pauta completa en Rusia, lo que sitúa la inmunidad colectiva solamente en el 46,8 por ciento, según los datos oficiales.
El Kremlin se niega a imponer la vacunación obligatoria, coincidiendo con el 77 por ciento de los rusos que creen que se trata de un asunto privado.
La jefa sanitaria de Rusia, Anna Popova, considera que actualmente tampoco no es necesario cerrar de nuevo las fronteras, porque la mayor distribución del coronavirus se produce dentro del país y no son importados, pues en marzo de 2020, Rusia cerró sus fronteras externas y el tráfico aéreo con otros países.
Desde entonces ha ido abriendo paulatinamente las comunicaciones con aquellos países que tienen una situación epidémica favorable. A día de hoy lo ha hecho con más de 60 países.