México: Venezolana que entró en labor de parto en el techo de un vagón de La Bestia

27 septiembre 2023
Noticias de Yucatán. 

Johandri Pacheco abordó el tren con dolor de barriga.

Una barriga de ocho meses y medio.

No entró por la puerta del vagón para sentarse en una silla y mirar el paisaje entre Irapuato y Matamoros, desde el centro hasta el extremo oriental de México, en la frontera con Estados Unidos.

Trepó por una escalera lateral del vagón hasta el techo de un tren de carga que pertenece al sistema ferroviario mexicano, una vieja red de trenes conocida como La Bestia.

La migrante venezolana de 23 años estaba exhausta. Junto con su pareja José Gregorio y su hijo Gael, de 4 años, esperaron la llegada del tren durante cinco días en un puente en Irapuato.

Otros migrantes dijeron que aquel tren era conocido como El Bolichero, por unas pequeñas bolas de metal que se almacenan en el techo y que debían cubrir con cartones para descansar durante el trayecto.

Johandri y su novio recolectaron cartones para el viaje y se alimentaron con la comida que activistas y espontáneos repartían en el puente.

La pareja y el niño recorrieron una decena de países durante mes y medio para lograr que Mía, la bebé que Johandri llevaba en su vientre, naciera en Estados Unidos.

“Una amiga me metió miedo, me dijo que si daba a luz en México me iban a devolver a la frontera con Guatemala e iban a registrar a mi hija como guatemalteca”, cuenta desde un refugio de migrantes ubicado en Aguascalientes, en el centro de México.

“Mi miedo era ir al hospital y que Migración me devolviera”.

El tren llegó a Irapuato en la medianoche del viernes 25 de agosto. Faltaban 12 días para el parto, según la estimación del médico que le hizo el último control prenatal.

“Váyase a su país”

Johandri se crió en Las Adjuntas, una barriada popular al suroeste de Caracas.

Apenas cumplió 18 años, emigró a Perú poco antes de la pandemia, sin haber culminado el bachillerato ni tener experiencia laboral. “Yo quería conocer el mundo por mis propios medios, conseguir lo mío con mi propio esfuerzo”.

La crisis económica, la falta de acceso a servicios públicos y la violencia en Venezuela impulsaron la migración de más de siete millones de personas desde 2015, según la Agencia de Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR).

Johandri tuvo su primer empleo en Perú como dependienta en una tienda de zapatos. “Váyase a su país, ustedes los venezolanos vienen a joder”, le decían algunas clientas, según cuenta. Ella fingía que no escuchaba y se daba la vuelta en silencio.

“Esos comentarios no me afectan”, dice al recordar los insultos que recibió en aquella tienda. “Yo estoy luchando por mí y por mi familia”.

En Perú dio a luz a Gael, su primer hijo.

Sin embargo, a mediados de 2021 cambió su perspectiva de futuro. Los precios se incrementaron y su sueldo no bastaba para pagar el arriendo y la comida.

Con menos de US$100 en el bolsillo, Johandri descartó la opción de regresar a la casa familiar en Las Adjuntas y emigró a Chile pidiendo aventones en las carreteras.

Consiguió trabajo como empleada de limpieza en una clínica pequeña en Santiago. Vendía ropa por su cuenta y servía tragos en un bar. Cuando pensó que había conquistado la estabilidad económica, subió la renta de su nuevo departamento y temió verse obligada a regresar a Las Adjuntas.

“Decidí que debíamos irnos de Chile cuando tenía siete meses de embarazo”, recuerda.

“Con la niña en la barriga, tenía mis dos brazos y mis dos piernas para agarrarme de los árboles y atravesar los ríos del Darién, que era una de las partes más difíciles del recorrido. Pero si la llevaba en brazos sería imposible”.

Los migrantes que cruzan la peligrosa selva del Darién atraviesan ríos y afrontan amenazas de grupos armados.

“Todo el mundo quiere robarte”

La pareja tenía US$700 para hacer la travesía por tierra junto con Gael hasta Estados Unidos a través de Chile, Perú, Colombia, Panamá, Costa Rica, Nicaragua, Honduras, Guatemala y México.

Hicieron el primer tramo del recorrido en autobús, desde Chile hasta Capurganá, un pueblo colombiano fronterizo con Panamá y una de las principales entradas hacia el Tapón del Darién, la intrincada selva por donde transitaron casi 249.000 migrantes durante el primer semestre de 2023, el mayor flujo migratorio registrado hasta el momento por las autoridades panameñas.

Al ver a tantos niños con fiebre, vómitos y erupciones en el trayecto por el Darién, Johandri se alegró de haber tomado la decisión de viajar embarazada. Sin embargo, nunca pensó que el tramo más difícil les esperaba en México.

“En el Darién puedes tomar agua de los ríos y refugiarte bajo la sombra de los árboles. Pero en México nos tocaba caminar cada día durante cinco o seis horas bajo el sol. Todo el mundo quiere robarte, estafarte. Intentamos seguir en autobús y la policía siempre nos bajaba porque no teníamos papeles”.

Después de viajar durante un mes y medio, abordar El Bolichero en Irapuato y llegar a Matamoros era el último paso para cruzar a Estados Unidos.

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