En la Sierra Madre Occidental, a sólo 160 kilómetros de Culiacán, se ubica un pueblo colorido de calles angostas y empedradas, un caluroso verdor y una exquisita arquitectura que, entre la década de los 60 y los 70, fue testigo del origen de Joaquín ‘El Chapo’ Guzmán como narcotraficante.
De los pocos datos hechos públicos de la infancia del ahora exlíder del Cártel de Sinaloa destaca la historia de cómo inició en el negocio de las drogas. Algunas versiones refieren que fue la misma madre del capo, María Consuelo Loera Pérez, quien contó en su natal pueblo, La Tuna, el origen de su hijo como uno de los criminales más poderosos de México.
Guzmán Loera nació el 4 de abril de 1957 en Badiraguato, Sinaloa. Su padre fue Emilio Guzmán Bustillos, un hombre que se dedicaba a la siembra de amapola para mantener a su numerosa familia y, a la par, sostener su vicio: el alcohol.
Según refiere la periodista Anabel Hernández, durante sus primeros años de vida ‘El Chapo’ vivió en extrema pobreza, razón por la que no pudo concluir sus estudios básicos pues, como sucede con la mayoría de las niñas y niños de Badiraguato, tuvo que salir de la primaria para comenzar a trabajar y apoyar así a la economía familiar.
Aunque la comunicadora mexicana indica que la mayoría de los menores del ‘Triángulo Dorado’ ―la región montañosa de difícil acceso que se extiende entre los estados de Sinaloa, Chihuahua y Durango― inician en la siembra de la droga a los seis o siete años, se cree que Guzmán Loera comenzó alrededor de los 11-12.
De la siembra en La Tuna a la venta en Cosalá; así es el pueblo mágico
Según refieren los reportes, al ser el mayor de los varones, Guzmán Bustillos comenzó a llevar todos los días a ‘El Chapo’ a trabajar junto a él bajo el intenso sol.
Después de la cosecha, Guzmán Loera acompañaba a su padre a Cosalá, separado por 250 kilómetros de recorrido si se usa la carretera Culiacán-Mazatlán de Badiraguato.
Ahí vendían el producto del arduo trabajo físico y obtenían su recompensa, suficiente para que el líder de la familia comprara una despensa y gastara el resto del dinero en alcohol y mujeres.
“Fue en el hermoso pueblo de Cosalá donde ‘El Chapo’ Guzmán se interesó por primera vez en el negocio del narcotráfico, según contaba doña Consuelo. Inmerso en el hambre y la miseria, descubrió la vida que les esperaba a aquellos que vendían sus cultivos de enervantes”, destacó Hernández en su libro ‘Los Señores del Narco’.
Años después de convertirse en el escenario que dio vida a la vida criminal ‘El Chapo’, Cosalá fue nombrado pueblo mágico (2005) y se convirtió en una de las cinco zonas del estado que ostentan este reconocimiento.
De acuerdo con el gobierno estatal, actualmente alberga a seis mil 557 habitantes y se ha convertido en una de las paradas obligatorias para los turistas.