Para el momento en que este fallecimiento se reportó, este hotel pertenecía a uno de los empresarios más influyentes del estado, Héctor José Navarrete Muñoz, director de la cadena de aeropuertos Asur.
Según la autopsia realizada por la Fiscalía del estado, José Guillermo murió por “fibrilación ventricular”, provocada por un “choque eléctrico” cuya intensidad osciló entre los 10 y los 120 wats (es decir, una descarga de baja tensión, que le provocó un paro cardiaco).
Tal como consta en los peritajes realizados en el hotel Embajadores del Mar, el cuarto en el que este joven turista fue hospedado presentaba electrificación de muros y piso, a causa de una instalación eléctrica deficiente y, de hecho, se tomó registro fotográfico del punto en la pared del balcón desde donde salió la descarga eléctrica que le quitó la vida, así como de las anomalías del sistema eléctrico del inmueble.
Todas estas evidencias fueron integradas al expediente del caso, sin embargo, a la hora de presentar resultados, las autoridades estatales difundieron una versión de los hechos distinta a la que las pruebas indicaban: oficialmente, la versión de las autoridades fue que José Guillermo había tocado los cables de alta tensión que pasaban frente al balcón de su recámara, y que fue por su culpa que perdió la vida.
No obstante, al fabricar esa versión de los hechos, las autoridades de Yucatán y el propietario del hotel no contemplaron un detalle: que el padre del joven José Guillermo Ascencio Lara es un experto en líneas eléctricas de alta y baja tensión, con 30 años de experiencia trabajando para la Comisión Federal de Electricidad.
Es decir, afirma don José Luis en entrevista, que “a mi no me pudieron engañar”.