Payanazo

21 septiembre 2011
Noticias de Yucatán

 (aclaración, medida electorera)


Cartas al Diario
Publicada:  21 septiembre 2011

Ana Rosa Payán Cervera nos envió ayer una carta que dice lo siguiente:

  Al leer la columna "Plaza Grande" de ayer con sorpresa vi que en el último comentario de manera totalmente equivocada se hace referencia a mi persona.

  En primer lugar porque he sido una crítica del actual gobierno del Estado desde el principio, como se podrá checar en mis declaraciones y artículos publicados en el Diario, y porque en el desempeño de mi cargo como consejera del INAIP en todo momento señalé, las veces que fue preciso, las faltas cometidas por el Ejecutivo en materia de transparencia y rendición de cuentas.

  En cuanto a haber cobrado una quincena de más, jamás en mi vida he cobrado un sueldo que antes no haya merecido. En muchas ocasiones en mi desempeño como consejera incluso realicé gastos por los que nunca pedí reembolso, por considerar que estaba desempeñando mi responsabilidad con gusto y por fomentar una cultura de la transparencia que, por cierto, en Yucatán todavía estamos muy lejos de lograr a plenitud.

  Por otra parte, afortunadamente existe una Ley de Transparencia y Acceso a la Información Pública que perfectamente se puede aprovechar para solicitar todo lo referente a los cobros que realicé durante el tiempode mi cargo, donde se podrá constatar lo que hoy digo y sostengo.

En el caso de mi hermano Luis, viene desempeñando su trabajo con responsabilidad desde el gobierno anterior, independientemente del color de la administración estatal. Te puedo asegurar que no me debe a mí en lo absoluto su puesto, como no me lo debe nadie que haya trabajado en el antiguo régimen.

Respecto a Luis Aldana, es mi amigo; jamás he negado mi amistad con ninguna persona que haya sido o sea cercana a mí. Pero si hay un don preciado que debe tener la amistad es la libertad para decidir y para hacer del otro. No acostumbro poner condiciones a mis amigos sobre sus decisiones personales. Creo que vivimos en una etapa que como adultos, cada quien es responsable de sus propias acciones, y sólo Dios, al final de nuestras vidas, nos puede juzgar si vivimos y trabajamos con rectitud de intención y de acción, o fuimos falsos e hipócritas como los fariseos y en ese entonces, ahora sí, que Dios nos agarre confesados.

Lo único que tengo como mi gran capital es mi nombre y mi prestigio personales, y puedo asegurar que no lo cambio por una quincena ni por un millón de éstas. Si por algo soy conocida, independientemente de mis muchos defectos, es por ser una persona honrada y una funcionaria responsable
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