La cara de los menesterosos en Mérida

29 julio 2012
Noticias de Yucatán ()

Las autoridades permanecen enla indiferencia
Publicada: Domingo, 29 de julio de 2012 3:05 am  |  Exclusivas Central 9

Imagen de la mendicidad, a las puertas de la Catedral meridana
La mendicidad se extiende fuera del primer cuadro de la ciudad
Ante la indiferencia de las autoridades municipales y estatales, quienes ni siquieran tienen un censo de las personas que se dedican a esa actividad, el problema de la mendicidad en Mérida, que durante mucho tiempo se concentró en el primer cuadro, ahoraempieza a extender sus tentáculos hacia otros sectores de la ciudad.
En avenidas principales, camellones y cruceros se observa a limosneros, limpiaparabrisas y “cirqueros” que se afanan por recibir unos pesos de los conductores, a quienes en muchas ocasiones prácticamente acosan y toman por sorpresa.
El Centro Histórico, sin embargo, sería aún el sector donde más indigentes, vagabundos y ebrios consuetudinarios habría, pese a los programas de la Policía Municipal para contrarrestar el problema.
De acuerdo con un reportaje de Central 9, la Unidad de Investigación Periodística de Grupo Megamedia, 11 calles siguen siendo los lunares.
La calle 60 entre 67 y 65 es la que reúne al mayor número de pordioseros, pero también hay en los mercados de San Sebastián, Santa Ana, Santiago de Chuburná y Chembech, donde los locatarios se quejan de que hostigan a los clientes de puestos de comida y cometen robos pequeños.

De boxeador a menesteroso 
"No espero nada de la vida", dice un indigente
Publicada: Domingo, 29 de julio de 2012 3:00 am  |  Exclusivas Central 9
Rosita Aké Chi ya tiene su "ruta" en las colonias del norte de la ciudad que recorre lunes, miércoles y viernes. En la imagen de la izquierda, Elio Jeová Interián Puc, de 70 años de edad, carga una bolsa por un pasillo del área de frutas y verduras de mercado Lucas de Gálvez
A las tres de la mañana Elio Jeová Interián Puc se levanta de la acera donde duerme todas las noches, a dos esquinas del parque de Santiago, y va al mercado Lucas de Gálvez a comprar frutas, las mete en una bolsa de basura y más tarde las vende en el mismo centro de abasto.
Tiene que madrugar porque a esa hora llegan los cargadores y consigue la fruta un poco más barata.
De eso, y de la caridad de la gente, que le regala unos pesos, sobrevive Elio, uno de los decenas de menesterosos que pululan en Mérida.
A sus 70 años de edad, su vida es muy “simple”.
Al mediodía come cuando hay, la tarde la mata leyendo cuentos de vaqueros y en la noche, antes de dormir, se gasta media botella de ron barato junto con otras dos personas con quienes comparte “dormitorio” sobre la banqueta.
¿Qué esperas de la vida?
“No espero nada”, dice con voz cansada y mirada triste, sin soltar ni un instante la bolsa de basura que lleva sobre la espalda.
Elio lleva en la nariz la marca del boxeo: tabique hundido y una cicatriz que le cruza el puente nasal.
Durante su infancia vivió en la calle 60 Sur y trabajó en un puesto de madera que tenía su madre en el Lucas de Gálvez, hasta que ésta enfermó y lo vendieron para pagar su atención médica.
Por necesidad boxeó cuatro años -de los 16 a los 20- en el gimnasio de “Leoncito” Peralta padre, en la calle 50 Sur. “Me decían ‘Kid Atolío’ porque me gustaba el atole. Peleé por necesidad y gané algunas peleas, al ‘Indio Gerónimo’, a ‘Kid Relámpago’, al que le decían ‘el Mot’, pero un día ya no me gustó y lo dejé”.
Tampoco le gustan los albergues y dice que por vergüenza no pide caridad.
“La gente me regala a veces 10 ó 20 pesos, pero yo no lo pido”, insisite.
“A los albergues no voy porque te ponen a trabajar y te piden 50 pesos al día…”.
¿Alguna autoridad te ha ofrecido ayuda?
“La autoridad no me da nada”, asegura.
Otro caso es el de Rosita Aké Chi, quien pide limosna en casas del norte de la ciudad. Lo hace, dice, para completar el gasto doméstico.
Los martes, jueves y sábado lava y plancha en una casa de la 42 sur y con lo que reúne mantiene a sus dos hijos: José, de 12, y Roberto, de 10. El primero entrará este año a secundaria y el segundo estudia la primaria.
Con habla dificultosa, Rosita, de 52 años, explica que es madre soltera y que desde hace tres años sale a las 7 de la mañana de su casa, en San Pedro Chimay, para pedir limosna. Recorre las calles de 9 a una de la tarde y junta de 100 a 120 pesos al día. “Con eso comemos frijol, arroz y, cuando hay, compro pollo”.
Rosita no estudió la primaria y espera que José trabaje cuando termine la secundaria. “Creo que quiere estudiar algo de comercio. No me acuerdo cómo dice… creo que lo voy a poner a trabajar…
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