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Algunos aceptarían vender en el nuevo mercado, otros no
Teodoro Ríos Vadillo tiene 72 años de edad y más de 40 como vendedor de artesanías, tarea que desempeñaba en el segundo piso del mercado Lucas de Gálvez, donde había una sección especial para esos productos que demandaban los turistas.
Afirma que esa época de bonanza desapareció a raíz del proyecto de construir en ese sitio el mercado de La Pepita. Hoy día él es un vendedor callejero, está en el pasillo que divide a Los Portales del Museo de la Ciudad.
-Aquí no puedo exhibir toda mi mercancía, ya me robaron siete veces, los turistas no se detienen a comprar y mis ventas son mínimas -lamenta Ríos Vadillo, quien recuerda que tenía cinco espacios en el antiguo Bazar de Artesanías.
-Cuando me sacaron de ahí me prometieron que regresaría en tres meses, al terminarse la construcción de La Pepita, que sería un edificio amplio, cómodo y bonito. No me cumplieron, los locales del nuevo mercado son una porquería, es un cuartito con una mesetita, no sirve para nada, ahí no cabe ni una de mis vidrieras.
El veterano comerciante se queja además de que el puesto provisional que le dieron en la calle no tenía ninguna protección, él puso la estructura metálica que hace las veces de paredes y techo para proteger la mercancía.
Afirma que terminó en el hospital por los disgustos generados por esa situación así como por los robos y sus bajas ventas.
Como solución al problema de los 20 artesanos que dejaron sus antiguos espacios en el segundo piso del edificio que fue demolido para construir La Pepita, sugiere remozar dos secciones del Lucas de Gálvez que están vacías, donde puede habilitarse puestos más grandes para todos ellos.
En contraste, Jorge Francisco Braga, joyero que ocupaba la parte inferior de lo que ahora es La Pepita, dice que él sí acepta ocupar los puestos del nuevo mercado.
Afirma que lo mismo harían otros comerciantes que fueron sacados de ahí y desean regresar al sitio.
En la sección que fue demolida para hacer el nuevo edificio habían 41 comerciantes: 21 abajo y 20 arriba, en el Bazar de Artesanías, continúa el entrevistado.
Agrega que once de los que estaban abajo y cinco de los vendedores de arriba se ampararon cuando el entonces alcalde Manuel Fuentes intentó demoler el inmueble para levantar La Pepita. El concejal logró que los de abajo desistieran del proceso legal, pero no consiguió lo mismo con los de arriba.
En el gobierno de Angélica Araujo se resolvió el problema. En representación de aquella, Diana Castañeda Medina ofreció dar a los desalojados los mismos espacios que ocupaban si aceptaban que se hiciera el nuevo predio.
Pero la obra se atrasó, tan sólo la demolición del viejo predio duró cinco meses.- Hansel Vargas Aguilar
La Pepita | Difieren comerciantes
Parte de los desalojados acepta regresar a ese sitio, pero otros rechazan la idea.
Los artesanos
Algunos comerciantes del Bazar de Artesanías dicen que los nuevos espacios de La Pepita son reducidos en comparación con los que tenían.
Otros comerciantes
Vendedores de la planta baja sí aceptan los nuevos espacios. Jorge Francisco Braga afirma que desde el 16 de octubre pidieron al subdirector de Mercados, José Collado, la reubicación.
Presunta preferencia
José Braga acusa al funcionario de aliarse y favorecer a dos de los 15 líderes que hay en los mercados. Dice que los beneficiados son Felipe Estrella Baas, de la Unión de Pequeños Comerciantes, y Enrique Sánchez Dzul, de la Unión de Baratilleros. “Para Collado no existe el resto de los dirigentes de los locatarios”.