Noticias de Yucatán
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Blanca Estrada Mora (*)
Y ahora resulta…
Los ciudadanos yucatecos se encuentran padeciendo una nueva ola de engaños, simulaciones y burlas de funcionarios y políticos del gobierno estatal, el ayuntamiento de Mérida y sus respectivos partidos.
A raíz de la denuncia contra la anterior administración municipal y el lamentable manejo que realiza el actual ayuntamiento en el asunto del alumbrado público, los yucatecos nos encontramos en medio de un atroz maniqueísmo mediante el cual ambas partes pretenden convencernos de que unos son los buenos y los otros los malos.
Con una desfachatez absoluta, ambos bandos tratan de demostrar que cada uno es transparente y el otro, practicante de la opacidad. Declaraciones van y vienen, acusaciones y réplicas se multiplican, y todos aseguran que tienen la razón y actúan correctamente.
Recordemos que la transparencia es una característica que abre la información de las organizaciones políticas y burocráticas al escrutinio público, mediante sistemas de clasificación y difusión de la información de los gobiernos. La transparencia es la práctica de colocar en la “vitrina pública” toda la información generada, sin que medie solicitud expresa al respecto.
La rendición de cuentas es el acto por el cual los funcionarios públicos responden a los representados sobre el uso de sus poderes y facultades, aceptando su responsabilidad en caso de errores, incompetencia o engaño.
Y ahora resulta que nos presume de transparente un Poder Ejecutivo estatal que ha mantenido como política pública prioritaria la de ser “tapadera perfecta” de los abusos y depredación del erario, cometidos por la administración de quien lo antecedió en el cargo, y es incapaz de informar siquiera la realidad del endeudamiento público de Yucatán.
Ahora nos enteramos de las denuncias en el cabildo meridano que realizan los regidores priistas, quienes -haciendo su trabajo de oposición partidista- señalan de manera cínica que por todo lo que se hizo mal no van a permitir que se continúen las mismas prácticas.
Ahora resulta que presume de transparencia y ciudadanización de procesos un alcalde que llegó al cargo generando expectativas de honestidad y claridad en el ejercicio del poder, con la promesa de erradicar los vicios de su antecesora, pero que en los pocos meses que lleva su administración ha generado sospechas y especulaciones en torno a la adjudicación directa de servicios por varios millones de pesos al inicio de su mandato, por el caso de la empresa Sana, por los resultados de varios concursos de obras y, ahora, por el empecinamiento de llevar a cabo por asignación directa la compra de luminarias por más de 200 millones de pesos, en franca violación al marco jurídico respectivo.
Nos receta la cantaleta de que se ha ciudadanizado el proceso de adquisición, luego de que al verse acorralado por las denuncias priistas encontró como única salida invitar a representantes de diversas organizaciones para conformar un comité de seguimiento.
Sólo falta que nos anuncie en pocos días que por indicaciones de los representantes ciudadanos se dividirá la ciudad en cuatro partes, adjudicando a sendas empresas la compra directa de lámparas, para “transparentar más el proceso”.
Por otra parte, no se ha informado cabalmente de dónde provendrán los recursos para la multicitada compra, pues esa erogación no se encuentra en el presupuesto de egresos municipales del año 2013. No vaya a resultar que recibamos la sorpresa de que tendrá que hacerse un nuevo empréstito para llevarla a cabo.
Los ciudadanos tienen el derecho inalienable de recibir información veraz y oportuna del manejo de los recursos públicos y de exigir a todos por igual -sin importar de qué orden de gobierno se trate o de qué partido provengan los funcionarios- una auténtica rendición de cuentas, premisa indispensable para lograr la transparencia.
Que nadie engañe y menos se burle de la buena fe o desconocimiento ciudadano sobre el manejo de los asuntos de la administración pública. Por si las dudas, tengamos presente que entre pillos no se imparte justicia, se lucha por el botín.-
