Juicio a funcionarios por maltratar la máscara de Tutankamón

28 enero 2016
Ocho empleados museográficos egipcios serán enjuiciados por dañar la barba del rey Tutankamón.
En agosto de 2014, la barba fue desprendida de la máscara mortuoria de oro, y adherida nuevamente con pegamento epóxico. Pero a fines del año pasado, un equipo de expertos reparó la barba correctamente, retirando la sustancia epóxica y utilizando cera de abeja para fijarla otra vez.
BBC informa que “los conservadores del Museo Egipcio han dado versiones conflictivas sobre las circunstancias en las que se desprendió la barba”, las cuales varían desde que fue derribada accidentalmente hasta que la retiraron de manera deliberada porque ya se encontraba suelta. El diarioEgypt Daily News dice que los investigadores gubernamentales han determinado que el daño inicial ocurrió cuando la máscara fue transportada, inadecuadamente, por los empleados del museo. Ahora, el gobierno acusa a “dos restauradores, cuatro importantes expertos en restauración, [al] ex director de restauración, y al ex director del museo” de violar los estándares profesionales y científicos para manipular tan valioso artefacto.
La máscara volvió a ser exhibida en diciembre al concluir los esfuerzos de restauración más recientes. Dichos esfuerzos permitieron que los investigadores realizaran un estudio completo de la máscara utilizando como referencia los archivos del museo, cosa que no se había hecho con anterioridad.
Las inquietudes por la barba de Tutankamón datan de 1922, cuando se descubrió la tumba. “El estudio de la máscara reveló que la barba se desprendió una vez y volvió a fijarse hasta 1946”, informó Christian Eckmann, experto alemán que encabezó el equipo de restauración, en la conferencia de prensa durante la develación de la máscara restaurada. Eckmann es un conservador especializado en vidrio y metal, los dos componentes principales de la máscara de oro. Con anterioridad, realizó trabajos de restauración y conservación en varios artefactos egipcios; entre los más relevantes, dos estatuas de cobre del rey Pepy I, y la cabeza de oro de Horus.
“Se exageró el daño ocasionado en 2014 pues, como demostró el examen, la barba se había desprendido anteriormente”, agregó Friederike Fless, presidenta del Instituto Arqueológico Alemán de El Cairo, uno de los organismos alemanes y egipcios que colaboraron con el proceso de restauración.
Dicho proceso inició con un escaneo 3D completo, usando un escáner de luz estructurada para registrar y documentar la condición de la máscara; después se eliminó el pegamento aplicado inadecuadamente. No se utilizaron sustancias químicas para retirar la resina. En vez de ello, el equipo elevó la temperatura de la máscara y entonces, quitó el adhesivo epóxico con herramientas de madera, milímetro a milímetro. Solo este paso demoró más de cuatro semanas.
“El proceso reveló dos sorpresas. La primera es que la barba tiene un tubo interior que la conecta con el rostro de la máscara, y la segunda es que la reinserción de 1946 se hizo utilizando una soldadura blanda”, informa Mamdouh Eldamaty, del Ministerio de Antigüedades egipcio.
Se implementaron técnicas antiguas para el proceso de restauración. Como adhesivo, el equipo utilizó cera de abeja, porque era un material común en el antiguo Egipto y además, es materia orgánica que ofrece el menor riesgo de dañar el metal de la máscara.
La barba de la máscara no tiene el aspecto real del vello facial de Tutankamón. La barba falsa era un símbolo importante en el antiguo Egipto, un distintivo con el cual los reyes se identificaban con Osiris, el dios del inframundo. De hecho, en aquella época, el vello facial verdadero era indicativo de condición social baja, pero una barba falsa con la punta curvada hacia arriba, como la de Tutankamón, era un signo de divinidad.
La información obtenida de los escaneos de la máscara y los detalles de la restauración serán descritos en un libro de próxima publicación.
Durante el proceso de restauración se exhibió un holograma 3D de la máscara, mas a partir del 17 de diciembre, los visitantes del museo pueden disfrutar y retratar el artefacto real, junto con toda la colección del museo, durante un mes.
El rey Tutankamón ha experimentado un resurgimiento en el último año. El verano pasado, Nicholas Reeves, becario National Geographic, aventuró la hipótesis de que unas cámaras ocultas en la tumba del soberano podrían conducir al lugar de enterramiento de la reina Nefertiti. Los escaneos de la tumba revelan que, de hecho, podría haber dos cámaras ocultas detrás de las paredes. Se espera que, en los próximos meses, den inicio los exámenes ulteriores de dicho espacio.
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