Así lucía el Paseo de Montejo de Mérida hace unos momentos: limpio, tranquilo, libre de puestos, vallas y tarimas.
Quienes habitan o trabajan por el rumbo estuvieron exentas del bullicio de las conjuntos musicales y de los enormes equipios de sonido.
Las plantas de los camellones y de los jardines laterales se mantuvieron intactas, nadie la pisoteó.
Y tampoco hubo gente alcholizada que, años antes hacía sus necesidades en plena vía pública.
Quienes habitan o trabajan por el rumbo estuvieron exentas del bullicio de las conjuntos musicales y de los enormes equipios de sonido.
Las plantas de los camellones y de los jardines laterales se mantuvieron intactas, nadie la pisoteó.
Y tampoco hubo gente alcholizada que, años antes hacía sus necesidades en plena vía pública.