Noticias de Yucatán
La primera vez que Imre Marton la identificó, ella era
pasajera del autobús que él manejaba por Oxford, al sur de Inglaterra.
“Viajaba mucho”, cuenta el húngaro de 31 años en el
documental Stalkers (“Acosadores”) de la BBC.
“Empezó a hacer el recorrido entero sin ir a ningún lado.
Al principio pensé que solo estaba un poco aburrida”.
Un día la mujer se le acercó y lo invitó a una cita.
Cuando él la rechazó, ella se lanzó a llorar.
“Ese fue el principio de esta
pesadilla”, dice.
Durante 4 años, Charlie Howells, de 22 años, una completa
desconocida para Marton, lo acosó en su trabajo, su casa, sus salidas sociales
y sus redes sociales.
Lo perseguía por la calle, lo esperaba en la puerta de
los lugares a los que entraba y hasta se hizo pasar por su novia frente a
compañeros de trabajo para así conseguir información sobre él.
También lo empezó a amenazar: “Me dijo que si me rehusaba a estar con ella,
me iba a matar”.
“Es una mujer peligrosa”, agrega.
Marton hizo más de 100 denuncias a la Policía y
testificó otras 40. Incluso consiguió que le impusieran varias órdenes de
restricción prohibiéndole contactarle, ingresar al centro de Oxford y hasta
viajar en autobús.
Pero Howells las quebró una y otra vez.
Cuando George pasó a ser Imre
Marton vivió varios problemas en el trabajo y perdió a su
novia antes de que la Policía actuara.
No en vano más de 1 millón de personas son acosadas en
Reino Unido cada año y menos del 1% de los casos terminan en procesamientos,
según datos oficiales.
De hecho, fueron los propios policías los que le dieron a
Howells el nombre completo de la víctima escrito en una orden de restricción.
Hasta ese momento ella le llamaba “George”, un nombre que simplemente había
inventado.
Gracias a esa información, la
joven pudo averiguar mucho más sobre él.
“Sé tu nombre, sé tu dirección y tu número de teléfono,
tu fecha de nacimiento, tu dirección de correo electrónico, tu número de
registro del carro, todos los horarios y recorridos de los autobuses…”, le dijo
ella una vez.
Para Marton la Policía solo empeoró la situación, incluso
después de que Howells fuera sentenciada a 2 años de prisión por acoso.