Noticias de Yucatán
El boicot al plan AT&T-Huawei para comercializar
teléfonos en todo el territorio estadounidense es sólo un apunte más a la larga
lista de bloqueos que han frenado los sueños de las tecnológicas chinas por
expandirse en Estados Unidos desde hace una década. Las excusas han sido, otra
vez, las posibles vulneraciones a la seguridad nacional de ese país en materia
informática, pero en el trasfondo estarían los planes de Washington por obligar
a China a negociar nuevas reglas en economía, política monetaria y comercio
internacional; todo un tema geopolítico del que Huawei —y quizá pronto ZTE— es
sólo un acicate para llamar la atención de Pekín.
AT&T abandonó el martes un acuerdo que hubiera
acercado a los celulares de Huawei Technologies Co. a un potencial mercado de 130 millones de usuarios en Estados Unidos,
la cuota que esa operadora tiene solamente en el mercado móvil de aquel país y
tanto como el equivalente a toda la población mexicana. No ha quedado clara la
retracción de AT&T a su alianza comercial con Huawei, pero el hecho ocurrió
tres semanas después de que el regulador FCC votó por el desmantelamiento de
las reglas de la neutralidad de la red, promovida, entre otros, por Verizon y
AT&T, éste último, quien también pelea con más fuerza por estos días en los
tribunales de su país para quedarse con Time Warner.
Huawei, que antes del 8 de enero había advertido sobre
una gran noticia relacionada con el segundo operador de Estados Unidos, salió
incómoda al escenario del CES de Las Vegas para informar que su nuevo celular
insignia, el Mate 10 Pro, también llegará al consumidor por canales de
distribución como Amazon y otros del comercio electrónico; de esta manera, otra
vez una compañía china se quedó en el camino de lograr un trato con un gigante
estadounidense de las telecomunicaciones como AT&T, ante las preocupaciones
de Washington por el espionaje chino y por las posibilidades que tiene Pekín de
influir en las decisiones de sus empresas multinacionales.
El resquemor de Estados Unidos hacia las tecnológicas
chinas es de largo cuento. Uno de los casos más sonados y que además tuvo a
Huawei como actor principal, ocurrió cuando Cisco demandó en el 2003 a esa
empresa por supuestas violaciones a su propiedad intelectual. Para la anécdota
también queda el estallido del Intelsat 708, el polémico caso de un satélite
de telecomunicaciones construido por la estadounidense Space Systems-Loral para
el operador Intelsat y lanzado desde China, pero que se malogró y con la
acusación de Washington de que información sensible relacionada con este
satélite fue compartida ilegalmente con el gobierno chino, por lo que redefinió
sus políticas de protección a su industria satelital.
Desde el 2014, Estados Unidos acusa con mayor regularidad
a China de realizar prácticas de espionaje digital y Huawei, ZTE, China Mobile,
China Unicom y China Telecom ven más difícil entrar a ese mercado. Y otras
naciones consideran a esas empresas como agentes de Pekín, aunque si bien sí
han podido expandirse por América Latina.
“Este asunto trastoca el mercado de los teléfonos ahora,
pero tiene conexión con otros factores que presionan la relación de Estados
Unidos con China”, dice Adolfo Laborde, internacionalista y profesor
investigador de la Facultad de Economía y Negocios de la Universidad Anáhuac.
“En el mapa geopolítico todas las fichas cuentan y la lucha es por la
influencia en todas las regiones del mundo; en este caso, se baja más hacia el
nivel de Asia-Pacífico, donde el ambiente está candente. Allí los temas son las
presiones de Washington porque Pekín revalué su moneda, el yuan, ante los
desequilibrios del tipo de cambio y el comercio; está también el hecho de la
expansión china por las aguas del Pacífico con la construcción de portaviones
que amedrenta a los aliados de Estados Unidos en la región, y el tema de
Norcorea tampoco está excluido: Trump quiere de Pekín una postura más firme”.
“El origen de todo esto, las vulneraciones a la seguridad
informática, puede estar bien fundado, pero también está siendo usado por
Estados Unidos para llamar a China a las pláticas. Entonces este es un tema de
tablero geopolítico y Estados Unidos está mandando un mensaje de que primero
será un castigo para las empresas chinas, por lo que bien pudiéramos estar ya
ante el inicio de un nuevo capítulo entre ese mano a mano que se traen estos
dos grandes peleadores. Por lo pronto, Huawei no está viendo sus sueños
cumplirse allí”, añadió Laborde.
El sueño americano de Huawei planea de México hasta
Argentina
Huawei, junto con Xiaomi, fue a mitad del 2017 la marca
con mayor crecimiento fuera de China. En el segundo trimestre de ese año vendió
la misma cuota de smartphones que Apple en el mundo: cerca de 40 millones de
celulares; la diferencia, según datos de Counterpoint, es que mientras Apple creció
2% sus ventas año contra año, Huawei las creció en diez veces más.
Si Estados Unidos supone el purgatorio para Huawei,
México representa la gloria. Huawei empezó aquí su historia con cinco empleados
dos décadas atrás y eso todavía lo recordó el jefe de Huawei México en
diciembre pasado en plática navideña con reporteros, al enfatizar que la
plantilla de la empresa se mide hoy por miles de trabajadores.
En México, Huawei ganó en 2017 el contrato para construir
la mitad de la Red Compartida de servicios móviles mayoristas que el 31 de
marzo próximo lanzará su primera señal al aire, según la promesa de su operador
Altán Redes.
Huawei está proveyendo ya toda la tecnología para
conectar la Red Compartida por el centro y el sur de México, por las regiones
que el Instituto Federal de Telecomunicaciones (IFT) señala como la 6 a la 9,
donde se halla el tan lucrativo mercado de la Ciudad de México por sus 25
millones de usuarios móviles. La parte norte del país, la que empata con
Estados Unidos, será construida por Nokia.
Huawei logró así en México, el negocio que su
paisana China Telecom no pudo con la Red Compartida, un proyecto de
telecomunicaciones por 7,500 millones de dólares, y mejor prefirió ir a Brasil
a buscar una oportunidad con la atribulada Oi, el cuarto
operador de ese mercado, donde, por cierto, Huawei también está creciendo.
“La empresa está viendo en México un avance como no en
otros mercados y lo que está ocurriendo en Estados Unidos, sí puede beneficiar,
en principio, a los consumidores mexicanos y de otros lugares, porque cuando se
pierde un mercado y tan grande como ese, se tiene que abrir otros y entonces la
derrama de tecnología podría llegar más pronto y sencillo a consumidores de
otros países”, plantea Víctor Pavón-Villamayor, presidente ejecutivo de Oxford
Competition Economics.
“Por un lado, Huawei, ahora, puede crecer su marca,
posicionarla en nuevos nichos, pero también es un tema de costos; de cuánto
podrá Huawei, al tener un mercado menos y estimado previamente en su
producción, resistir a este efecto, antes de encarecer su producción,
provocando entonces que los consumidores tengan que pagar más”.
Huawei es ya el segundo jugador mundial de los teléfonos
celulares; con el tiempo ha ido rebasando a las legendarias Nokia, Sony,
Motorola, LG y lo está haciendo con Apple; pero aún está lejos de brincar a
Samsung y en Estados Unidos su participación de mercado es prácticamente nula,
porque allí las ventas de teléfonos las hacen, en un 85%, los operadores, por
lo que Amazon significa apenas un paliativo para Huawei.
Estados Unidos ha bloqueado el plan de Huawei, y China
puede hacer lo mismo con Apple.
Los iPhone fueron los segundos equipos más vendidos del
2017 en China, haciendo de Apple la marca extranjera más vendida en territorio
chino, según IDC y Counterpoint, una clave para la respuesta de Pekín
a Washington, antes de tocar la puerta de la Organización Mundial de Comercio
(OMC) a la que tanto ha acudido Estados Unidos contra China.
“Por ahora, lo más cercano que China puede hacer es
respondiendo con un tema de salvaguardas; imponiendo prácticas similares a la
venta de teléfonos de marcas extranjeras y argumentando que es por protección
de sus marcas nacionales”, comenta Víctor Pavón, de Oxford Competition
Economics. “La OMC tiene principios y mandatos muy definidos. China podría
argumentar que Estados Unidos está fincando prácticas de carácter arbitrario,
alejándose de las reglas del comercio internacional y entonces China tendría,
en principio, un elemento de razón. Pero este es más un tema con otras
conexiones que se tratan al más alto nivel y más allá del aspecto económico”.
En el más alto nivel del gobierno estadounidense,
una fracción del Senado ya fragua en Washington un plan que, de
prosperar, impedirá a dependencias federales comprar equipo tecnológico de empresas
chinas, tal como lo ha venido haciendo Pekín al no comprar equipos
de la californiana Cisco Systems, por ejemplo.
“En China hay un tema de que no está permitido descargar
todas las apps del iPhone; es un tema prácticamente de censura eso y no se
permiten algunas aplicaciones de Google allí; eso ya lo hacen los chinos y los
norteamericanos responden por su lado. Se están mandando avisos y vamos a ver
quién cede. Estados Unidos está golpeteando la mesa, queriendo obligar a China
a negociar”, agrega Adolfo Laborde, de la Universidad Anáhuac. “Los dos tienen
argumentos válidos, pero hoy Estados Unidos tiene un arma más, por mucho que
Pekín tenga bonos de deuda de Washington: la reforma fiscal de Trump tiene ese
objetivo de repatriar inversiones y los estadounidenses están en los
principales inversores en China. Por eso esto es un tema de geopolítica”. El Economista.