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Esta séptima y última aparición de Mijaíl Botvínik (1911-1995) en El Rincón de los Inmortales causa una honda impresión por la gran armonía y coherencia del juego del patriarca soviético para doblegar con aparente facilidad a un rival de postín, Lajos Portisch, en 1968. El húngaro peca levemente de impreciso y es sometido a una tremenda presión en el ala de dama. Entonces comete un error táctico muy comprensible al intentar liberarse. Botvínik aprovecha ese momento para crear una combinación antológica y rematar por las casillas blancas del flanco de rey.
El multicampeón del mundo se retiró de la competición dos años después. Pero no de la intensa actividad intelectual. Como entrenador formó a varias estrellas, y especialmente a Gari Kaspárov. Y también dedicó muchas horas al intento de crear un ajedrecista inhumano, lo que le causó gran frustración: “Cualquier estudiante en Pekín cuenta hoy con computadoras más potentes que las mías”, se lamentaba ante el autor de estas líneas en enero de 1988, aún en plenas facultades mentales. Pero ésa es sólo una anécdota, un pequeño garbanzo negro en uno de los campeones más influyentes y productivos de la historia del ajedrez.
Esta séptima y última aparición de Mijaíl Botvínik (1911-1995) en El Rincón de los Inmortales causa una honda impresión por la gran armonía y coherencia del juego del patriarca soviético para doblegar con aparente facilidad a un rival de postín, Lajos Portisch, en 1968. El húngaro peca levemente de impreciso y es sometido a una tremenda presión en el ala de dama. Entonces comete un error táctico muy comprensible al intentar liberarse. Botvínik aprovecha ese momento para crear una combinación antológica y rematar por las casillas blancas del flanco de rey.
Fuente: El país