Los panistas ya la vieron. Parece una película repetida en los últimos años. Como ocurrió con Josefina Vázquez Mota, ahora su candidato presidencial derrotado analiza con tiempo y prudencia volver a la vida política como candidato a gobernador, después de una campaña que lo dejó muy golpeado anímicamente.
Anaya encaró el último tramo de su pelea presidencial con el ánimo por el piso, y sus allegados intentaban justificar ese humor con el sufrimiento que le significaba estar lejos de su familia, entre tantas giras.
"En realidad, sabía que su vida política se complicaba muy rápido, con el fantasma de un retiro anticipado antes de los 40", resume a LPO uno de los hombres que integró su war room.
Ese panorama lo resumió con sutileza, pero mucha claridad, minutos antes de su acto de cierre en Guanajuato, cuando advertía antes sus aliados del Yunque que sus adversarios internos "se vendrían por la mala" a tomar el control del partido.
Recuperado del golpe, y evaluando una vida académica para los próximos dos años, Anaya empezó a sondear entre su círculo más íntimo su nuevo proyecto: pelear a mitad del sexenio de AMLO la gubernatura de Querétaro.
Todos saben que, en rigor, se trataba de su proyecto original, antes de recalar en la dirigencia nacional del PAN, punto cero de su candidatura presidencial. En 2015, Anaya aparecía como el nuevo aliado incondicional de Gustavo Madero, un lugar que le quedó asegurado después del famoso escándalo de los dipu-tables, que hundió a buena parte de la tropa de Madero.
Anaya pedía la gubernatura de Querétaro, igual de Francisco Domínguez. Claro, sus carreras eran -y aun son- muy distintas. Pancho había ganado su curul en el Senado con votos, también la Presidencia Municipal de Querétaro, lo mismo que su diputación en el distrito 2. Una vida política ligada a votos. Todo lo contrario al joven Ricardo, que solo había disputado una elección y la había perdido.
Inteligente, Madero cedió la candidatura a Domínguez, pero le garantizó a Anaya que tendría todo su apoyo para convertirse en su sucesor unos meses después, cuando el propio Madero asumo como diputado pluri. La cereza del acuerdo: Anaya debía nombrarlo coordinador.
Anaya asumió en el PAN, no le cumplió a Madero con su coordinación -en su lugar supo a Marko Cortés-, y desde entonces instaló a personas de su riñón en el PAN de Querétaro, para limitar de alguna manera el control de Domínguez.
El titular del PAN en su territorio era su amigo personal José Luis Báez Guerrero, uno de los fundadores de la Fundación Por Más Humanismo, la asociación civil que fue señalada por recibir dinero de constructores para construir una nueva sede del PAN-Querétaro, que una vez construida ya no se utilizó y se vendió a un precio mucho más elevado.
Aunque siempre se negó, la relación entre ambos fue muy tirante, e incluso en el entorno de Anaya se lo culpaba al gobernador de haber filtrado documentos para que Los Pinos pueda bombardearlo con las denuncias por su riqueza, y sus negocios en Querétaro. ¿Desaratá Anaya una nueva guerra interna, esta vez por la candidatura en su entidad? La Política Online.