El calvario de una madre que por fin recibió los restos de su hijo

01 octubre 2018
Noticias de Yucatán. Noticias de Hoy





  • La señora Juanita, duró dos años en espera para que las autoridades resolvieran el caso de su hijo desaparecido en el 2016 en Culiacán

Culiacán, Sin.- Una mamá por fin encontró la calma después de tanto tormento e incertidumbre, pues los restos de su hijo Raúl Adrián, que estaba desparecido desde hace un poco más de dos años, le fueron devueltos.
Juana fue una de las tantas madres que viven con el dolor de no saber dónde estaba su hijo, quien duró aproximadamente un año en una funeraria de Guamúchil y otro más enterrado en la fosa común, pues a pesar de que, a decir de su familia, había acudido a realizarse una prueba de ADN meses después de la desaparición, tras casi dos años les fueron devueltos sus restos.
Vivieron en la angustia, pues cuando su madre fue a hacerse los estudios presuntamente los restos ya estaban en la morgue esperando ser identificado; sin embargo, el mal trabajo del personal forense impidió que acabara el sufrimiento.
Dolor
Aferrada a un cuadro con la fotografía de su hijo, la desconsolada madre pierde la mirada hacia el ataúd, donde su hijo ya descansa en paz; y con voz entrecortada relata la triste historia de cómo pudo recuperar el cuerpo de su hijo amado.
Unas de las primeras palabras que comentó fueron
Hubiera encontrado a mi hijo antes de que me lo echaran a la fosa común
Raúl Adrián N., de 24 años de edad, salió de su casa en el fraccionamiento Prados del Sol a principios de marzo del 2016 diciéndole a su madre que iba a un mandado a Pericos, y que regresaría luego; pero ese “luego” se convirtió en desespero, puesto que pasaron seis meses sin saber de su paradero.
La mamá en su interior sentía que algo había pasado, y  acudió ante las autoridades a interponer la denuncia. Fue atendida ese día, pero después de un año nadie se comunicó con ella para informarle sobre los avances del caso.
Acudió en julio del 2017 de nueva cuenta pero esta vez a realizarse una prueba de ADN para que, en caso de encontrar al joven sin vida, se le notificara, pero no recibía respuesta alguna.
Pasó otro año completo sin tener noticias ni acercamiento de las autoridades, cuando Juanita de nueva cuenta asistió ante la Fiscalía, pero esta vez en compañía de sus esposo y de la líder del grupo de rastreadoras Voces Unidas A. C., Alma Rosa Rojo, que la apoyó en todo momento.
El personal forense se encargó de hacer la nueva prueba, y esa vez se le entregó una constancia del análisis, ya que la primera vez no se le entregó ningún papel que validara la prueba.
Tres meses después llegó la noticia, los exámenes habían dado positivo, se confirmó que los restos de Raúl Adrián N. estaban en una fosa común en Guamúchil.
La tensión de no saber su paradero terminaba, pero iniciaba el enojo al ser notificados que el joven fue encontrado asesinado a balazos y flotando en un canal de la sindicatura de Pericos, Mocorito, a la semana de haber salido de su casa y, peor aún, el cadáver pudo haber sido identificado desde la primera prueba de ADN que se le hizo a Juanita.
Según las palabras de ella, la ineficacia del personal no lo permitió encontrarlo antes.
Pero aún faltaba recoger el cuerpo. Los familiares del fallecido, en cuanto les avisaron, fueron al panteón de Guamúchil el viernes 21 de septiembre por el cuerpo, pero se llevaron la sorpresa de que la fosa estaba inundada por el agua que dejaron las recientes lluvias que azotaron el estado, por lo que acudieron al Ayuntamiento de esa entidad a solicitar el apoyo, y la respuesta fue concreta: no hay maquinaria ni personal para llevar a cabo la tarea.
Carlos, el hermano mayor de Raúl, no pudo quedarse con las manos cruzadas y se armó con lo que pudo para tratar de romper el concreto donde estaban los restos de su hermanito, pero las condiciones y la llegada de la noche ya no le permitieron seguir, optando por volver en otra ocasión con palas y picos; además de una bomba para sustraer el agua.
Regresó al día siguiente con más familiares con la finalidad de rescatar los restos.
La tarea inició a temprana hora.
Carlos y los demás se metieron al agua, que les llegaba hasta la cintura, rompiendo el cemento de la fosa con marros y palas ante la mirada de los peritos que, a decir de los quejosos, no ayudaron en ningún momento.
Después de muchas horas, en las que el agua y el calor no cedía, lograron sacar los restos y los trasladaron a una funeraria, donde posteriormente se les entregarían a los familiares para que les dieran sepultura.
Desconcierto
Ahora una madre ya disipó la desesperación, pero no el dolor de perder a su hijo en manos de la delincuencia y de haber sufrido tanto tiempo sin saber de él, cuando sus cuerpo ya había sido localizado.
Juanita mencionó:
En esas fosas a lo mejor hay gente que, como mi hijo, sus familias los están buscando
Mandó un mensaje claro a todas aquellas personas que sufren la desaparición de algún familiar de que no pierdan la fe y que exijan al gobierno mejor atención, ya que hay madres que, desesperadas, andan tratando de dar con el paradero de sus hijos y acuden a otras partes, cuando sus desaparecidos están en fosas, como fue el caso su hijo.

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