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(SinEmbargo).– Jani Yeimi Rosales Romerofue violada y asesinada en el Estado de México el 18 de julio de 2017, hoy hace justos 15 meses. Pero el crimensigue impune: no hay detenidos, ni avances en la investigación. Las autoridades mexiquenses sólo han revictimazado, denuncian familiares de la joven.
“Lo único que nos ha dicho la Fiscalía es que mi hermana andaba con varios hombres y por eso le quitaron la vida”, afirma Mayra Rosales, hermana de la de la víctima.
Jani Yeimi tenía 27 años de edad. Era la mejor de menor de cinco hermanos y madre de una niña de ocho años.
“A ella le gustaba mucho hacer zumba. Era una persona muy alegre. Para ella su hija era todo. A ella le gustaba mucho estar con mi mamá: eran inseparables, siempre andaban juntas”, dic Mayra en una entrevista con SinEmbargo
La joven se había separado de su esposo hacía un año atrás porque su pareja la violentaba. Yeimi dejó la casa en la zona militar de Tenango, Estado de México, y se mudó con su mamá.
“Vivía con mi mamá en Santa María Rayón, tenía un año viviendo con ella porque su marido la golpeaba: ella ya no quería estar con él, y decidió venirse con mi mamá a vivir”, recuerda.
La joven trabajaba en una tienda de venta de ropa propiedad de su madre, la señora Ignacia Romero. Pero Yeimi tenía planes: una semana antes de su asesinato buscaba informes para estudiar una carrera porque quería ser maestra de educación física. “Sus planes se truncaron. Se los truncaron”, dice la entrevistada.
LA DESAPARICIÓN
El 6 de julio de 2017 fue la última vez que Yeimi fue vista con vida por sus familiares.
La joven comía junto con su madre, Ignacia, y su menor hija. La joven le comentó a la su mamá que iría a cortarse el cabello y de ahí pasaría a su vieja casa, en Tenango, a recoger una ropa que ahí había dejado.
Una semana antes acudió a lavar a esa casa -donde antes vivía con su esposo- porque en la vivienda de su madre se había descompuesto la lavadora, según explica la pariente de la joven.
Yeimi salió de la casa de su madre alrededor de la 13:00 horas. Cerca de las 18:00 horas, Ignacia pidió a otra de sus hijas, Nancy, que le llamara a Yeimi para pedirle que acudiera a la tienda de ropa [el negocio familiar] por el dinero de las ventas del día.
Nancy llamó a su hermana, pero Yeimi le dijo que estaba en el centro de Toluca, que no podría ir al establecimiento comercial de la familia y después colgó.
La señora Ignacia le marcó nuevamente durante la tarde y noche; pero no contestó: “Como ese día llovió muy fuerte, mi mamá pensó que quizá ella se quedó en el casa por la precipitación”, dice Mayra.
Al siguiente día Yeimi no regresaba a casa de su madre. La familia le llamó durante la mañana sin resultados. En el WhatsApp y el Facebook Messenger aparecía en línea pero no contestaba los mensajes que le enviaban y tampoco las llamadas.
La señora Ignacia le dijo a una de sus empleadas que le marcara a Yeimi, pensando que tal vez a ella sí le contestaría.
La trabajadora le marcó y envío mensajes a Yeimi con el recado de que su familia la buscaba alrededor de las dos de la tarde. Pasaron algunas una y la empleada recibió un mensaje del celular de Yeimi. Eran las 17:00 horas del viernes, aproximadamente.
–Dile que yo estoy bien, que ando con unas amigas en Valle de Bravo, pero ¿cómo está mi niña? –decía la respuesta de Yeimi, según narra Mayra.
Cuando la empleada enseñó el mensaje a Ignacia, la mujer notó algo extraño.
“No, esa no es Yeimi. Ella no dice así”, recuerda Mayra que dijo su madre.
Otro mensaje llegó a la empleada. El texto insistía en que ella estaba en Valle de Bravo y que no llegaría hasta las 11 de la noche de ese viernes a la casa de la zona militar en Tenango.
El tiempo transcurrió y a las 11 de la noche Ignacia volvió a marcar y volvió a escribir a su hija para preguntar a qué hora regresaría a la casa y para decirle que la familia estaba preocupada por ella.
La madre recibió mensajes del celular de Yeimi que decían: “ya mero llego. Cuando yo llegue le voy a marcar”. Pero jamás regresó la llamada.
“Mi mamá siguió marcando como a las tres de la mañana pero Yeimi ya no le contestó”, comenta Mayra.
La familia de la joven acudió a interponer la denuncia por desaparición alrededor de las 9 de la mañana del sábado 9 de julio.
“Como a las 5 de la tarde, mi mamá recibió una llamada de que encontraron una muchacha con las mismas características de mi hermana. Sí era mi hermana”.
El cuerpo sin vida de Yeimi fue localizado durante la mañana de ese sábado en medio de la maleza de un paraje conocido como La Puerta, en la carretera Toluca-Sultepec, en el Edomex. La joven había sido atacada sexualmente y estrangulada.
INVESTIGACIONES NULAS
Mayra Rosales dice que a un año del asesinato de Yeimi no hay personas detenidas, ni ordenes de aprehensión pendientes y tampoco avances sustanciales en la investigación del feminicidio.
Sin embargo, acusa, las autoridades sí han revictimizado a la familia al decirles que a Yeimi la mataron porque presuntamente andaba “con varios hombres”.
“Ya tiene un año de fallecida mi hermana y la verdad la Fiscalía no ha hecho nada, nada, nada […] Lo único que nos han dicho es que mi hermana andaba con varios hombres y que por eso le quitaron la vida. A mí mamá y a mi nos lo dijeron empleados de la Fiscalía, eso fue hace como un mes y medio que fuimos a pedir informes”, dice.
La hermana de la víctima destaca que las autoridades han negado a Ignacia Romero, la mamá, la copia del expediente y han sido lentos en las diligencias, entre ellas, la entrega de los historiales de las llamadas de su celular y la geolocalización.
“Tiene cinco meses que estoy pidiendo las sábanas de las llamadas y ni siquiera me las han dado. La última vez que fui reconozco que sí me puse alterada, porque ellos [los funcionarios de la Fiscalía] dijeron que ni yo y ni mamá teníamos derecho a pedir el expediente, que el que único que tenía derecho era el esposo, que el único que tienen derecho es su marido, pero él no ha hecho nada y, además, nosotros sospechamos de él”, comenta la joven.
La familia de Yeimi sospecha de su esposo que es militar. Mayra explica que su desconfianza hacía su “ex cuñado” es porque él violentaba a Yeimi y porque, presuntamente, se comunicó con una amiga de la víctima después del asesinato. La hermana cree que la única forma en que él pudo obtener el teléfono de esa amiga era extrayéndolo del celular de la víctima.
Mayra destaca que el esposo de Yeimi es quien afirma que ella tenía varias parejas.
“Desde que se abrió el caso, él ha dicho en su declaración que mi hermana andaba con cinco hombres”, comenta la joven.
El esposo de Yeimi se quedó con la custodia de la menor, la hija de Yeimi. Mayra y la familia de la víctima teme que el hombre la violente y le esté inculcando un discurso machista y violento a la menor. “La hija de mi hermana también refiere en su declaración que mi hermana andaba con varios hombres”.
Mayra insiste en que todo parece indicar que no hay interés en investigar su caso.
“Por la ineficiencia de las autoridades no han encontrado al culpable porque si de verdad se hubieran movido desde el momento en que mataron a mi hermana, ya hubieran encontrado el culpable”, dice Mayra.
Otro aspecto que destaca la entrevistada son las pruebas de ADN. El cuerpo de Yeimi tenía saliva en el cuello, pero esa evidencia no ha sido investigada en su totalidad, o al menos a la familia de la víctima no se le ha notificado sobre ese tema.
“Según la Fiscalía le hizo pruebas de ADN a mi cuñado para ver si era compatible con la saliva, pero no han salido los resultados”, dice la mujer.
Finalmente Mayra lanza un llamado para que el feminicidio de su hermana no quede en la impunidad.
“Quiero pedir que se haga justicia para mi hermana, ella no es lo que la Fiscalía dice [que salía con varios hombres] y, aunque lo fuera, ellos [los criminales] no tenían derecho a matarla”, destaca.
(SinEmbargo).– Jani Yeimi Rosales Romerofue violada y asesinada en el Estado de México el 18 de julio de 2017, hoy hace justos 15 meses. Pero el crimensigue impune: no hay detenidos, ni avances en la investigación. Las autoridades mexiquenses sólo han revictimazado, denuncian familiares de la joven.
“Lo único que nos ha dicho la Fiscalía es que mi hermana andaba con varios hombres y por eso le quitaron la vida”, afirma Mayra Rosales, hermana de la de la víctima.
Jani Yeimi tenía 27 años de edad. Era la mejor de menor de cinco hermanos y madre de una niña de ocho años.
“A ella le gustaba mucho hacer zumba. Era una persona muy alegre. Para ella su hija era todo. A ella le gustaba mucho estar con mi mamá: eran inseparables, siempre andaban juntas”, dic Mayra en una entrevista con SinEmbargo
La joven se había separado de su esposo hacía un año atrás porque su pareja la violentaba. Yeimi dejó la casa en la zona militar de Tenango, Estado de México, y se mudó con su mamá.
“Vivía con mi mamá en Santa María Rayón, tenía un año viviendo con ella porque su marido la golpeaba: ella ya no quería estar con él, y decidió venirse con mi mamá a vivir”, recuerda.
La joven trabajaba en una tienda de venta de ropa propiedad de su madre, la señora Ignacia Romero. Pero Yeimi tenía planes: una semana antes de su asesinato buscaba informes para estudiar una carrera porque quería ser maestra de educación física. “Sus planes se truncaron. Se los truncaron”, dice la entrevistada.
LA DESAPARICIÓN
El 6 de julio de 2017 fue la última vez que Yeimi fue vista con vida por sus familiares.
La joven comía junto con su madre, Ignacia, y su menor hija. La joven le comentó a la su mamá que iría a cortarse el cabello y de ahí pasaría a su vieja casa, en Tenango, a recoger una ropa que ahí había dejado.
Una semana antes acudió a lavar a esa casa -donde antes vivía con su esposo- porque en la vivienda de su madre se había descompuesto la lavadora, según explica la pariente de la joven.
Yeimi salió de la casa de su madre alrededor de la 13:00 horas. Cerca de las 18:00 horas, Ignacia pidió a otra de sus hijas, Nancy, que le llamara a Yeimi para pedirle que acudiera a la tienda de ropa [el negocio familiar] por el dinero de las ventas del día.
Nancy llamó a su hermana, pero Yeimi le dijo que estaba en el centro de Toluca, que no podría ir al establecimiento comercial de la familia y después colgó.
La señora Ignacia le marcó nuevamente durante la tarde y noche; pero no contestó: “Como ese día llovió muy fuerte, mi mamá pensó que quizá ella se quedó en el casa por la precipitación”, dice Mayra.
Al siguiente día Yeimi no regresaba a casa de su madre. La familia le llamó durante la mañana sin resultados. En el WhatsApp y el Facebook Messenger aparecía en línea pero no contestaba los mensajes que le enviaban y tampoco las llamadas.
La señora Ignacia le dijo a una de sus empleadas que le marcara a Yeimi, pensando que tal vez a ella sí le contestaría.
La trabajadora le marcó y envío mensajes a Yeimi con el recado de que su familia la buscaba alrededor de las dos de la tarde. Pasaron algunas una y la empleada recibió un mensaje del celular de Yeimi. Eran las 17:00 horas del viernes, aproximadamente.
–Dile que yo estoy bien, que ando con unas amigas en Valle de Bravo, pero ¿cómo está mi niña? –decía la respuesta de Yeimi, según narra Mayra.
Cuando la empleada enseñó el mensaje a Ignacia, la mujer notó algo extraño.
“No, esa no es Yeimi. Ella no dice así”, recuerda Mayra que dijo su madre.
Otro mensaje llegó a la empleada. El texto insistía en que ella estaba en Valle de Bravo y que no llegaría hasta las 11 de la noche de ese viernes a la casa de la zona militar en Tenango.
El tiempo transcurrió y a las 11 de la noche Ignacia volvió a marcar y volvió a escribir a su hija para preguntar a qué hora regresaría a la casa y para decirle que la familia estaba preocupada por ella.
La madre recibió mensajes del celular de Yeimi que decían: “ya mero llego. Cuando yo llegue le voy a marcar”. Pero jamás regresó la llamada.
“Mi mamá siguió marcando como a las tres de la mañana pero Yeimi ya no le contestó”, comenta Mayra.
La familia de la joven acudió a interponer la denuncia por desaparición alrededor de las 9 de la mañana del sábado 9 de julio.
“Como a las 5 de la tarde, mi mamá recibió una llamada de que encontraron una muchacha con las mismas características de mi hermana. Sí era mi hermana”.
El cuerpo sin vida de Yeimi fue localizado durante la mañana de ese sábado en medio de la maleza de un paraje conocido como La Puerta, en la carretera Toluca-Sultepec, en el Edomex. La joven había sido atacada sexualmente y estrangulada.
INVESTIGACIONES NULAS
Mayra Rosales dice que a un año del asesinato de Yeimi no hay personas detenidas, ni ordenes de aprehensión pendientes y tampoco avances sustanciales en la investigación del feminicidio.
Sin embargo, acusa, las autoridades sí han revictimizado a la familia al decirles que a Yeimi la mataron porque presuntamente andaba “con varios hombres”.
“Ya tiene un año de fallecida mi hermana y la verdad la Fiscalía no ha hecho nada, nada, nada […] Lo único que nos han dicho es que mi hermana andaba con varios hombres y que por eso le quitaron la vida. A mí mamá y a mi nos lo dijeron empleados de la Fiscalía, eso fue hace como un mes y medio que fuimos a pedir informes”, dice.
La hermana de la víctima destaca que las autoridades han negado a Ignacia Romero, la mamá, la copia del expediente y han sido lentos en las diligencias, entre ellas, la entrega de los historiales de las llamadas de su celular y la geolocalización.
“Tiene cinco meses que estoy pidiendo las sábanas de las llamadas y ni siquiera me las han dado. La última vez que fui reconozco que sí me puse alterada, porque ellos [los funcionarios de la Fiscalía] dijeron que ni yo y ni mamá teníamos derecho a pedir el expediente, que el que único que tenía derecho era el esposo, que el único que tienen derecho es su marido, pero él no ha hecho nada y, además, nosotros sospechamos de él”, comenta la joven.
La familia de Yeimi sospecha de su esposo que es militar. Mayra explica que su desconfianza hacía su “ex cuñado” es porque él violentaba a Yeimi y porque, presuntamente, se comunicó con una amiga de la víctima después del asesinato. La hermana cree que la única forma en que él pudo obtener el teléfono de esa amiga era extrayéndolo del celular de la víctima.
Mayra destaca que el esposo de Yeimi es quien afirma que ella tenía varias parejas.
“Desde que se abrió el caso, él ha dicho en su declaración que mi hermana andaba con cinco hombres”, comenta la joven.
El esposo de Yeimi se quedó con la custodia de la menor, la hija de Yeimi. Mayra y la familia de la víctima teme que el hombre la violente y le esté inculcando un discurso machista y violento a la menor. “La hija de mi hermana también refiere en su declaración que mi hermana andaba con varios hombres”.
Mayra insiste en que todo parece indicar que no hay interés en investigar su caso.
“Por la ineficiencia de las autoridades no han encontrado al culpable porque si de verdad se hubieran movido desde el momento en que mataron a mi hermana, ya hubieran encontrado el culpable”, dice Mayra.
Otro aspecto que destaca la entrevistada son las pruebas de ADN. El cuerpo de Yeimi tenía saliva en el cuello, pero esa evidencia no ha sido investigada en su totalidad, o al menos a la familia de la víctima no se le ha notificado sobre ese tema.
“Según la Fiscalía le hizo pruebas de ADN a mi cuñado para ver si era compatible con la saliva, pero no han salido los resultados”, dice la mujer.
Finalmente Mayra lanza un llamado para que el feminicidio de su hermana no quede en la impunidad.
“Quiero pedir que se haga justicia para mi hermana, ella no es lo que la Fiscalía dice [que salía con varios hombres] y, aunque lo fuera, ellos [los criminales] no tenían derecho a matarla”, destaca.